Te seguiré amando - Cedric Diggory

El periódico

—¿Cómo es tan descarada para hacer esto?— exclamé enojada —¡Que se meta en sus propios asuntos!

—Aria, cálmate— dijo Harry en tono bajo.

—¡No, Harry!— dije enojada —¡Ella no tiene el derecho a escribir todo esto sobre ti, y tampoco sobre Hermione! ¡Más sabiendo que todo es una mentira!

Habíamos recibido el periódico de El Profeta, donde la viej- quiero decir, Rita Skeeter se había dado el placer de escribir cosas que Harry jamás le había contado.

Hablando sobre nuestros padres, donde según ella, Harry se había abierto completamente a contar que todavía llora todas las noches por ellos, y que no podía sufrir ningún daño en el Torneo por que ellos lo protegen.

También quiso añadir que Harry encontró el amor con Hermione. Estoy a nada de arrancarle las mechas rubias.

Tomé el periódico para intentar seguir leyendo, pero Harry me lo quitó rápidamente.

—¿Qué ocurre?— pregunté confundida.

—No vas a querer leer el final— dijo.

—Harry, dame eso ahora mismo o te juro que te hago otra cicatriz.

Harry me tendió el periódico de nuevo y seguí leyendo:

El famoso Harry Potter no es el único que ha encontrado el amor, el otro campeón de Hogwarts, Cedric Diggory, parece bastante atraído por la hermosa chica Ravenclaw, Cho Chang.

Sentía como si me fuera a salir humo por las orejas, removí mi cabello, intentando calmarme, y seguí leyendo.

Tampoco podemos dejar atrás a la hermana gemela de Harry, Aria Potter. Al parecer, la chica Gryffindor, tuvo una aventura con el tan aclamado Hufflepuff. Pero esto duró muy poco tiempo, ya que parece que Aria lo cambió por uno de los chicos de Durmstrang.

Después de toda esa información, había una foto de mí junto a Logan, de ayer en las escaleras, mientras hablábamos.

Ya no pude más, tomé el periódico y lo rompí en varios pedazos, me levanté de la mesa del Comedor, furiosa, y salí de allí.

Corrí hacia la torre, clavando mis uñas en mis palmas lo más fuerte que podía, era una forma que tenía para controlar mi ira y no destruir todo.

Las mentiras. No hay cosa que odie más en este mundo. ¿Como se atrevía esa mujer a meterse en la vida de los estudiantes? ¿Le parecía divertido? No lo entendía.

Al llegar a la sala común, ignoré a cualquier persona que se me cruzara, corrí escaleras arriba, hasta llegar a mi habitación.

Al entrar comencé a intentar calmarme. Respirando y moviendo mis manos rápidamente.

—¡Esto es un problema que yo ocasioné, tengo que hablar con ella, Weasley!— escuché a alguien gritar detras de mi puerta.

—Exacto, tu lo ocasionaste, y ella no va a querer verte ahora, así que vete, Diggory.

Segundos después, la puerta se abrió, dejándome ver a los gemelos.

—Todo está bien ¿sí?— dijo George acercándose a mí —No le prestes atención al periódico, tu sabes que todo es mentira, no te preocupes por eso.

—Ten, sabes que te ayudan— dijo ahora Fred, extendiéndome una caja de chocolates especiales que Lupin me había enviado para situaciones así.