Doctor mendoza yo no soy así

capítulo 4

Sale del baño, se envuelve en su albornoz y se va a la cama. En la oscuridad y en el silencio de la noche, él siempre viene a ella. Al principio lo rechazaba. Hace meses, que lo acepta y le permite dormir a su lado. Su recuerdo ya no le hace daño, ya no la tortura. A pesar del engaño, a pesar de la siniestra carta, ella ha conseguido salvar momentos de ternura y de dulzura, en el fondo de su corazón hay algo que le dice, que él, aunque lo intentó, aunque lo quiso, no
fue del todo indiferente hacia ella...En medio del dolor y del desengaño, Betty se da cuenta de que su piel no le mintió, y en aquellas dos ocasiones que
hicieron el amor, ella lo sintió tierno, dulce, delicado...y percibió centímetro a
centímetro como él, se estremecía de placer sobre ella, al tiempo que le decía al oído un suave "Te amo". Con eso se quedaba.

Ya sabía que iba a ser poco menos que imposible sacarlo de su vida, seguía enamorada de él, como el primer día. Pero estaba consiguiendo mantenerlo en un lugar, dónde su recuerdo no la atormentaba. Catalina, le decía que todo era cuestión de tiempo, que no huyese, que lo enfrentase y que dejase a la vida, traerle la respuesta.

Cerró lo ojos para dormir, para volver a verlo en sus sueños, cuando oyó muy suave una canción de Ricardo Montaner : "Bésame"...Vaya, mi vecino o tiene una amiguita y está con ella, o es un romántico empedernido....Buenas noches vecino, algún iré a pedirle una taza de harina...y se durmió.

Al otro lado del tabique, Armando acostado en su cama, le hablaba a la foto pequeña de Betty, ésa que ella se hizo al entrar en la empresa :
Armando.- ¿Sabes mi amor?, tengo una vecina nueva...debe ser una jovencita,
un poco loquita dice el portero, espero que no sea una María Beatriz Valencia...de momento, casi no se la oye...Buenas noches, mi reina, duerme bien dónde quiera que estés y se feliz, ojalá sueñes conmigo, porque yo si voy a soñar contigo.

Besa la foto y quita la música, esa canción de Montaner, es que le encanta,
cuando la escucha revive minuto a minuto, sus momentos de intimidad con
Betty y es feliz.
Armando apura su taza de café apoyado en la baranda de la terraza, hace frío pero adora este momento del día, sentir en su cara el aire de la mañana le hace
sentirse vivo. Distraído dibuja con el dedo, sobre la balaustrada, aprovechando
las gotas de rocío. Mira hacia el parque y ve como una mujer enfundada en un chandal de color gris, ha comenzado a correr. Desde tanta altura no la puede
distinguir bien, pero le viene a la cabeza la idea de que puede ser su nueva
vecina. Entra a la casa rápido, se pone también ropa deportiva y llama a su perro :

Armando.- ¡Cyro, Cyro!...sí bonito, aquí, aquí vamos a dar un paseo...hace mucho que tú y yo no paseamos por la mañana.

Baja hasta el parque y la observa a cierta distancia. Evidentemente tiene un buen cuerpo, y está en forma -"¡como corre!"-. Lleva el largo cabello oscuro y lacio, recogido en una cola de caballo, gafas de sol muy grandes y un
walkman. No consigue verle la cara bien por la distancia, pero parece ser muy bonita...-"¿Qué demonios hace ahora?"-......"¡¡Guao, eso debe ser Tai-chi, esa gimansia que hacen los chinos!!"...

Saca la cartera del bolsillo y vuelve a tomar la foto de su amor :

Armando.- Betty, lo que te dije anoche amor, esta nueva vecina parece que está un poco loca...ja,ja,ja...quisiera que la vieras, mi vida...¡está en medio de un parque de Bogotá, haciendo Tai-chi!...Anda vamos para casa, que hoy tengo una reunión muy importante con Catalina Ángel...¡Cyro, Cyro!...vamos, vamos...

Cuando va a salir del garaje, oye el ruído de una moto, y la ve de nuevo. Va vestida con jeans muy gastados, chaqueta de la misma tela y botas. Por debajo del casco, rojo brillante con una enorme margarita blanca, sobresale la larga melena oscura. A la espalda una mochila de piel negra, y cruzado en
bandolera un maletín de naylon, que parece contener un computador portátil.