capítulo 24

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Llegan a Papeete de madrugada, están agotados de tanto viaje, a pesar de haber dormido bastante en el avión. Cuando descienden, notan la agradable temperatura que hace en la isla, a pesar de la hora.

A la salida por la puerta de la términal, Betty y Armando ven a un hombrecillo menudo, evidentemente nativo, que carga y enorme cartel que pone : "Monsieur et Madame Mendoza"....

Betty.- Así que soy la señora de Mendoza...y yo sin saberlo...vaya, vaya

Armando.- Ni más faltaba, es Vd mi joven, preciosa y flamante esposa y venimos de "luna de miel"...¿algún problema, señora?...

Betty.- Ninguno doctor, ninguno...

El hombrecillo los recibe con un sonoro :"Bienvenue a Tahití", y les cuelga del cuello sendos collares de flores. Luego empujando el carro del equipaje, los conduce hasta la salida dónde los espera un jeep del hotel en el que tienen la reserva, suben y se marchan hacia allá. Betty está tan cansada que se deja caer en el pecho de Armando y se queda dormida, mientras él la abraza protector y le acaricia el cabello.

El hotel "Tahití Beachcomber Intercontinental", está situado en un extremo de la isla. Es un maravilloso hotel, desde el que se divisa Moorea. El lujo de Occidente y la exquisitez de Polinesia se mezclan creando una atmósfera mágica. Tiene 238 habitaciones en los edificios principales y 32 preciosos bungalows sobre el agua, equipados con aire acondicionado, teléfono y televisión, 4 playas privadas, 2 restaurantes, barco de fondo transparente, 2 piscinas y se pueden practicar deportes naúticos.

Armando espabila a Betty cuando llegan a la entrada del hotel y rodeándola por los hombros pasan a la recepción dónde se registran. Ella mira a su alrededor, maravillada con lo que ve. Un botones los acompaña hasta el
jardín, dónde los espera un cochecito similar a esos que se usan en los campos de golf, y dónde sus maletas ya están colocadas. A bordo del cochecito
atraviesan el enorme jardín cuajado de plantas tropicales, y llegan a la zona de
los bungalows. En uno de ellos se van a hospedar. Armando insistió mucho, cuando hizo la reserva, que fuese el más intimo posible y que estuviese sobre
el agua.

El botones los trata como si de una pareja de recién casados se tratase, les llama señores de Mendoza en un español torpe con fuerte acento francés, y los conduce hacia la cabaña dónde se van a alojar. Betty está como una chiquilla pequeña, da grititos de alegría ante cualquier novedad, y eso que es noche y hasta la mañana siguiente con la claridad del día, no podrá apreciar la belleza del lugar dónde se encuentran.

Es una cabaña tradicional tahitiana, hecha con madera, bambúes, palmas y juncos, pero que tiene en su interior todas las comodidades. Amplios ventanales en todas las paredes, una zona de salita con cómodas butacas,
mesa, librería y TV. Una amplia cama, cubierta por un mosquitero, a modo de dosel, un cuarto de baño con todo lo necesario, combinando de modo muy
original el mármol, el cristal y el bambú...y una especie de pequeño porche
trasero con dos tumbonas para tomar el sol y una mesa y sillas de aluminio esmaltado en blanco. Ese pequeño porche termina en una especie de embarcadero, como de tres metros que se adelanta hacia el mar, con una escalera que llega hasta el agua .

Como regalo de bienvenida les espera una botella de champán y una cesta repleta de frutas.

Ambos tienen hambre y entre risas, brindan con el champán y comen con apetito, bananas, kiwis, piña...

Armando está deseando hacerle el amor a Betty, pero esta lo empuja a la ducha, diciéndole que huele a gasoil, a avión y a "humanidad". Mientras que
él se baña, ella abre las maletas y acomoda la ropa en los armarios. Luego va a
bañarse ella.

Cuando sale envuelta en una gran toalla blanca, Armando la espera en la cama. Ella sonriente se quita la toalla y se acuesta junto a él. Armando comienza a besarla y a acariciarla, con deseo pero...
Armando.- ¿Betty, Betty?....¿princesa?...¿Te dormiste mi amor?...Si te dormiste....¡¡¡ayyy mi amor, me dejas con la miel en los labios!!!...pero bueno, mañana será otro día...

Doctor mendoza yo no soy  asíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora