Epílogo

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Marina hizo la Primera Comunión en la iglesia del barrio de Palermo. El padre Marcos, viejo amigo de la familia, que casó a sus padres y la bautizó a ella y a sus hermanas, fue quién celebró la Eucaristía. Hacía ya tres años, que estaba destinado en Bogotá, de párroco en una de las zonas más humildes de la ciudad, y seguía manteniendo la amistad con los Mendoza-Pinzón, era como decía Nicolás "el cura de la familia".

Llevaba un vestido blanco de organdí, largo hasta los pies, adornado con lorzas horizontales en todo el cuerpo, en la parte baja de la falda y en las lucidas mangas de farol y ceñido a la cintura con una gran lazada que caía a su espalda. Lo cosió entero la abuela Julia, con esa bonita tela y siguiendo unos modelos de unas revistas que la abuela Margarita trajo de Madrid (España). Sobre la melena castaña y rizada, llevaba una corona de diminutas flores blancas, que junto con los zapatos, los calcetines de hilo y la muda de ropa interior, habían venido también de España de manos de la mamá de Armando.

Ella adoraba a su nieto mayor, el hijo de Camila. Pero las nietas, la traían loca. Cuando iban a su casa, doña Margarita sacaba fotos antiguas, vestidos, sombreros, complementos y como otra chiquilla más, se pasaba las horas jugando con ellas, especialmente con las dos mayores, porque la pequeña invariablemente se escapaba hasta el estudio del abuelo Roberto y con él miraba atenta la colección de sellos, o jugaba al ajedrez. Y es que Berta con
solo cinco años, era capaz de jugar al ajedrez con don Roberto, que la había enseñado y aprender cada día nuevas jugadas y movimientos.

La Primera Comunión de Marina, fue un acontecimiento en el barrio, como lo había sido su bautizo y el de sus hermanas. Los abuelos Mendoza se empeñaron en organizar un almuerzo en el club y no hubo modo de decir que no. Allí estuvieron los amigos y compañeros del trabajo de papá, los
familiares y los amiguitos del colegio con sus padres. No faltó el grupo de teatro infantil que hizo la delicia de los niños representando "Alicia en el país
de las maravillas", el cuento favorito de Marina; al día siguiente con sus padres y sus hermanas, viajó al mundo mágico de Disney .

A los nueve meses de la Primera Comunión de Marina, llegó a la casa el ansiado varón. Lo mismo que sus hermanas, fue ayudado a nacer por su padre y por Manuela, la partera que ya formaba parte del círculo de amigos de la familia. El padre Marcos lo bautizó con el mismo nombre de su padre, Armando y recomendó mucho a las hermanitas, que ayudasen a la mamá a cuidar del bebé ya que ellas eran mayores.

Apenas dieciocho meses después y sin que lo hubiesen planificado, nació otro hijo varón. Betty, quiso que se llamase Mario, en honor a los dos "Marios" .

Betty.- Armando, quiero que el pequeño se llame Mario...

Armando.- Claro mi amor, por Mario Torres, es un gran amigo. Lo quiero como a....¿una hermana?.... ja, ja, ja....

Betty.- ¡Bobo!... Sí por Mario Torres, mi hermano y por Mario Calderón, tu hermano.

Armando.- Betty, ¿de verdad que quieres que se llame Mario, también por
Calderón?....

Betty.- Sí...es más, desearía que él fuese el padrino del niño. Casi todos los padrinos, han sido de mi parte : Mario y Cata de Marina, Nicolás y Sandra de Julia, Michel y su mujer de Roberta... Solo de tu parte han sido los padrinos de Armando, que fueron tu hermana y su esposo... Creo que debemos agradecer a Calderón parte de nuestra felicidad...

Armando asiente con la cabeza. Armando.- ¿Y la madrina?...
Betty.- Pues pensé que quizás a Manuela, le gustaría. Ella es parte de la familia, y ya sabes lo amigos que son Marina y su hijo Manuel, como solo se
llevan unos meses y van a la misma clase.

Efectivamente, Mario Calderón y Manuela, fueron los padrinos del pequeño. Cuando Armando se lo pidió a su amigo y además le dijo que el niño se iba a llamar así por él y por el otro Mario, se sorprendió. En más de treinta años de amistad nunca lo había visto emocionarse y ahora notó como los ojos se le llenaban de agua. Claro que rápidamente, Calderón controló el gesto y
empezó con sus bromas y sarcasmos habituales, luego de aceptar lógicamente el padrinazgo.

Por primera vez en los años que Armando llevaba casado y que vivía en el barrio de la Candelaria, Calderón tocó a la puerta de su casa. Ofelia se sorprendió al no ver más que un enorme ramo de rosas blancas y un montón de paquetes, debajo de los cuales asomaban un par de piernas de hombre.

Armando y Betty estallaron en carcajadas cuando lo vieron entrar de esa guisa hasta el jardín, guiado por Ofelia, para que no se callese.




Betty le agradeció las flores, que fueron rápidamente a un jarrón y a la consola de caoba que había en el vestíbulo. Y las niñas brincaron de alegría al descubrir, las preciosas muñecas que les regalaba el padrino de Marito. El pequeño Armando aplaudió con el sonido de la sirena de su coche de bomberos, y Julia muy formalita tomó el osito de peluche que traía para su ahijado, asegurándole que a su hermanito le iba a encantar "el regalo de su padrino".

Armando sonreía ante el desconcierto del pobre Mario, nunca se había visto en otra, estaba nervioso y no sabía si había actuado bien o mal, además Betty después de agradecerle las flores había desaparecido y él era consciente de daño que en el pasado le había hecho a aquella mujer. Pero de pronto, la escuchó a su espalda .

Betty.- Doctor Calderón ¿no quiere conocer a su ahijado?... Le presento a
Mario.

Calderón de acercó a ver al bebé, que vestido de celeste, dormía plácidamente en brazos de su madre. Le sorprendió ver la cara de Armando en el rostro del niño, lo cierto era que a excepción de la segunda de las niñas, que era el vivo retrato de Betty, los demás hijos eran muy parecidos a su amigo.

Betty.- Tome cójalo en brazos, ya sabe que si a Armando le pasa algo, Dios no lo quiera, Vd deberá ocupar su lugar en la vida de este niño.

Calderón muy nervioso no sabe como coger al niño, cree que en su vida nunca ha cargado un bebé, ni siquiera a sus sobrinos. Armando acude en su ayuda, con una habilidad que lo sorprende, coge al niño de brazos de Betty y le indica que se siente en la mecedora, cuando ya está sentado, con suavidad se lo pone en los brazos.

Por unos instantes que parecen eternos, Calderón en silencio mira al bebé. Luego le da un beso en la frente y le dice :

Calderón.- Sabe Tigre, Vd es un bebé muy afortunado. Tiene como papá, el mejor hombre del mundo, no hay otro como él, se lo aseguro. Cuando sea mayor hágale siempre caso, y nunca siga mis consejos, oígalo, nunca. Vd lo que le diga su papá... Y además tiene por mamá un ángel que se le escapó a Dios del cielo y que su papá tuvo la suerte de encontrar... Definitivamente Vd es un muchacho con mucha suerte y yo estoy muy orgulloso de ser su padrino.

Doctor mendoza yo no soy  asíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora