capítulo 3

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En vista de que aquellos ruídos le iban a fastidiar la mañana, decide salir a dar un paseo. Se ducha, se afeita, se viste de sport y sale a la calle. Piensa en ir al supermercado, necesitaba hacer algo de compra y también pasaría por la lavandería a dejar unos trajes, para limpieza al seco. Entre unas cosas y otras, pasa varias horas fuera de casa. Hacia el mediodía, regresa con varias bolsas del super y la prensa bajo el brazo. Ve que el camión de los muebles sigue a la puerta, parece que ya queda poco, solo algunas cajas. A la puerta está Andrés, el portero observando los movimientos de los operarios de la mudanza. Andrés.- Buenas doctor Mendoza, lamento que le dañaran el sueño. Pero el nuevo vecino trabaja toda la semana y claro solo el sábado podía hacer el traslado.
Armando.- Lo comprendo hombre, lo comprendo...¿y quiénes son?...¿una familia?...
Andrés.- No doctor, no cabrían. El ático 2ª es un estudio amplio, pero un
estudio, mucho más pequeño que el suyo...Es un apartamento para un soltero...
Armando.- Yo soy soltero Andrés...
Andrés.- Bueno pero Vd me entiende, doctor. Cuando Vd compró el apartamento, tenía su novia y se iban a casar...recibía a muchas señoritas...¡ya sabe!...
Armando.- Sí, si ya sé...ya sé...Así que tendré de vecino a un hombre soltero, espero que no sea de los que recibe muchas visitas...
Andrés.- ¡No señor!...es una señorita...una señorita...
Armando.- ¿Una mujer?...
Andrés.- Y bien bonita doctor...subió hace unos minutos acompañada de un amigo, un tipo muy feo...pero ella ¡uf!, tiene un encanto, y además es muy
amable, siempre está riendo...aunque parece un poco loquita... Armando.- ¿Qué quiere decir con loquita, Andrés?...
Andrés.- Yo nada, señor...nada, solo que me pareció. Por su forma de vestir, por su aspecto y además llegó en moto, don Armando...en una moto de esas
scooter, una Vespa...¿la conoce?...sí. Bueno, pues una de esas, pero de las
grandecitas, de color rojo brillante lo mismo que el casco que llevaba la señorita...
Armando.- ¿Y qué tiene de particular que vaya en moto y tenga un casco
rojo?...no lo entiendo...
Andrés.- No si yo no digo nada, solo que me sorprendió un poco...el casco doctor lleva impresa, una enorme margarita blanca con el centro amarillo...es un casco diferente...nunca había visto uno igual.

Armando se pregunta quién será esa nueva vecina, y mira al cielo pidiendo un poco de compasión :”Por favor Señor, que no sea una de esas locas que pone la música a todo volumen y organiza fiestas hasta las tantas de la mañana”.... Betty se sentía feliz, paseaba por su apartamento mirando cada rincón, aún quedaban cajas por desembalar, pero lo más importante ya estaba colocado.
Nicolás se acababa de marchar, quiso obligarla a comer, la comida que él trajo preparada por doña Julia...ella no tenía ganas, además había cambiado sus
hábitos alimenticios y no probaba la carne, bueno la probaba muy poco.

Se asomó a la amplia terraza de su ático y admiró la belleza de la vista sobre Bogotá, de reojo vió una tupida celosía de hierro que separaba su casa de la vecina. Con curiosidad, se acercó y pegó la nariz a la reja, para ver algo del otro lado. No se veía mucho, pero sí lo justo...había un hombre joven vestido con patalón y sudadera de algodón, jugando con un hermoso perro, un husky siberiano...”Vaya –pensó- tengo de vecino un soltero que parece un triple- papito, al menos de espaldas”.

Curiosa siguió observando, cuando el perro la percibió y empezó a ladrar, el hombre se giró para mirar hacia dónde ladraba el perro. Ella se retiró rápido, no quería que su vecino pensara que era una fisgona. Cuando iba entrando a la sala le pareció oir la voz del hombre tranquilizando al perro:

Hombre.- Tranquilo, Cyro, tranquilo...no hay nadie, vamos a la casa, anda, vamos...
Betty se quedó inmóvil, era imposible...aquella voz era inconfundible para ella. Pero no, de nuevo su imaginación le jugaba una mala pasada. Suspiró y
se metió en la casa. Llenó la bañera y le echó aquellas sales, que le regaló
Cata, encendió sus velas y se dispuso a darse un largo baño relajante.

De pronto empezó a reirse : “Pero que estúpida eres Betty, con ocho millones de personas en todo Bogotá, vas a venir a mudarte al lado de él”.
Desde que se marchó de Ecomoda han pasado seis meses, y su vida ha dado
un giro de 180º. No solo ha cambiado en su aspecto exterior, sino que está consiguiendo un profundo cambio en su personalidad. De la mano de Catalina se ha interesado por las filosofías orientales y la meditación, práctica yoga y
ha cambiado sus hábitos alimenticios. Todo esto la está ayudando a conseguir el equilibrio interior y a quererse más a si misma.

Sigue siendo la brillante profesional de siempre, ahora trabajando en el área de las Relaciones Públicas. Su capacidad de aprendizaje y adaptación, han sorprendido a todos, en este medio año ha adquirido una experiencia, que a otros les hubiese costado mucho más tiempo. Es eficiente y responsable, y lo mismo que pasó con Armando, se le ha hecho poco menos que indispensable para Cata, que no sabe imaginar como ha podido estar tantos años, sin una colaboradora de la magnitud de Betty.

Pero el gran cambio en su vida, ha sido su decisión radical de vivir, de experimentar todo aquello que en su momento, la rígida educación paterna, le impidió disfrutar. Por eso se desplaza por todo Bogotá en su Vespa roja, por eso sale a bailar los sábados por la noche con un grupo de amigos, conocidos por razones de trabajo, por eso le fascina irse de acampada y dormir bajo la luz de las estrellas, por eso cada vez que alguién le sugiere cualquier tipo de actividad extraordinaria “cualquier locura” ella es la primera en apuntarse. En
la pared de su cuarto, justo la de enfrente de su cama, hay colgado un cartel de la película el Club de los Poetas Muertos, con la siguiente leyenda, que para
ella se ha convertido en el lema de su vida : “CARPE DIEM (Aprovecha el momento) y luego el siguiente texto “Fui a los bosques, porque quería vivir a
conciencia, quería vivir a fondo y extraer todo el meollo a la vida. Olvidar todo lo que no fuera la vida, para no llegar a la muerte descubriendo que no había vivido” y eso hace Betty, vivir el momento, cada instante de esta nueva
vida que ella está logrando reconstruir después de lo pasado en Ecomoda.

Incluso en su forma de vestir, ha dado un cambio radical. Los jeans, las camisetas de algodón, las botas o las zapatillas deportivas, se han convertido en su segunda piel. No evita un buen diseño cuando tiene que ir a un evento importante, pero habitualmente usa un estilo de “neo-hippy” que le fascina y que va muy bien con su nueva personalidad.

El último paso de su cambio ha sido marcharse de casa. Don Hermes como era de esperar, puso el grito en el cielo. Betty al principio lo intentó con cariños, con arrumacos y con mañas, como siempre había hecho con él. Pero en vista de que su papá, seguía siendo inflexible, no volvió a mencionarle el tema, justo hasta el día antes de marcharse.

Betty.- Papá, le quería comunicar que mañana me mudo a mi apartamento. Don Hermes.- ¿Quéeee....?...¡¡¡Beatriz Aurora, eso ni que lo piense!!!...Vd no se manda sola...Vd es una hija de familia, una señorita decente...no va a vivir
como una pelandrusca sola sin nadie que la vigile.
Betty.- No papá, no voy a vivir como una pelandrusca, como Vd dice. Voy a vivir como una mujer de 27 años, profesional e independiente. Y si papá, si me mando sola...le guste a Vd o no. Mañana me marcho, mi mamá tiene la dirección y mis teléfonos, el de “mi casa”, el de la oficina y el celular. De Vd depende, que nuestra relación siga siendo especial o que deje de existir. Me dolerá mucho si decide enfadarse conmigo, porque yo los quiero muchísimo...pero voy a seguir con “mi vida” le guste a Vd o no.
Don Hermes.- ¡¡Beatriz Aurora!!...
Betty.- Buenas noches papá, buenas noche mamá...no pienso discutir este tema. Me voy a dormir, mañana a las ocho está aquí Nicolás, a las ocho y media, el camión con mis muebles estará a la puerta del apartamento.

Doctor mendoza yo no soy  asíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora