capítulo 33

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Ya se despedían en la puerta de la casa cuando don Roberto les dice :

Don Roberto.- Entonces Betty, la van a acompañar su mamá, Margarita y
Armando ¿Verdad?... ¿su papá con lo que la cuida, no lo va a hacer?...

Betty.- El quiere, pero yo no... lo conozco y es muy cansón, le he convencido de que un parto es cosa de mujeres y parece que aceptó a esperar con Nicolás en la casa.

Don Roberto.- Claro, claro.... Armando.- Papá ¿pasa algo?...
Don Roberto.- No nada hijo, nada que pasen buena noche...

Betty.- Roberto verá, yo desearía que el nacimiento de Marina se filmase en vídeo. Pero claro Armando estará ocupado en otras cosas y no va a poder hacerlo. Quizás Vd, pudiese estar con nosotros y filmar el nacimiento de su nieta... ¡claro si no le importa!

A don Roberto se le iluminó la cara con una gran sonrisa .

Don Roberto.- ¿Lo dices en serio?... ¿De verdad que no te importaría que estuviese en el nacimiento?

Betty.- Por supuesto que no, Armando y yo estaremos encantados con su compañía... y Marina también. Solo que nos guarde el secreto con mi papá, se pondría celoso.

Don Roberto.- Gracias hijos, gracias....mañana mismo voy a buscar la mejor cámara de vídeo que haya en el mercado, tiene que ser una película perfecta.

Ya en el coche, Armando mira a Betty y le dice : Armando.- Por estas cosas, es por las que te amo tanto. Betty.- ¿Sólo por estas?... ¡que desilusión!
Armando.- ¡¡¡Picarona!!!....
Ya lo tenían todo preparado, la bolsa precintada con las sábanas y las toallas esterilizadas, la bañerita para lavar a la nena, las ollas para hervir el agua, los aceites para los masajes... todo. Cada día repasaban juntos los ejercicios y los masajes que les habían enseñado en el grupo de preparación, y ambos llevaban en la memoria de sus celulares el número de teléfono de la partera.

Betty ya estaba cumplida y en la última ecografía, la doctora Peña le había dicho que la niña ya se había colocado en posición, el parto podía comenzar en cualquier momento. Ella seguía yendo a la oficina cada mañana con
Armando, aunque desde que comenzó el noveno mes, iban una hora más tarde y se marchaban a almorzar a casa, para no regresar hasta el día siguiente.

Armando estaba en su oficina con Mario Calderón. Este le traía unos informes sobre un estudio de mercado en Nueva York para abrir una franquicia.
Estaban pensando, que quizás les interesase a ellos ser los dueños de esa tienda neoyorkina, las perspectivas económicas eran muy favorables.

Calderón.- Por cierto hermano, ya le falta poco para dejar de dormir

Armando.- ¿Cómo dice?... ¿Por qué habría de dejar de dormir?

Calderón.- Por los llantos de su bebé, por la “teta” de su mujer, los pañales, las cacas, los cólicos...

Armando.- Respete hombre, respete... Si, ya falta poco para que nazca mi hija, de hecho la esperamos en cualquier momento.

Calderón.- Y ahora una larga temporada en ayunas, aunque supongo que ya la llevará.

Armando.- ¿A que se refiere Calderón?
Calderón.- Al santo y debido uso del matrimonio... ¿a qué si no? Armando.- Para que lo sepa, mi mujer y yo, seguimos haciendo “santo y
debido uso del matrimonio” cada día.

Calderón.- ¿Con esa panza?....brrr, brrrr...
Armando.- Es “panza” como Vd la llama sin respeto niguno, es mi hija... Calderón.- Hermano por Dios, tan pequeñita y Vds no se privan de esas
obscenidades delante de ella, definitivamente esta juventud es que no tiene sentido del pudor ni del respeto.
Armando.- ¡¡¡Ay ya, Calderón!!!...¡¡qué jartera con Vd!!... Si lo que viene a proponerme es una aventurita con Vd, para que me consuele, porque piensa que mi vida sexual no es satisfactoria... ¡Está muy, pero que muy equivocado!...

Doctor mendoza yo no soy  asíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora