capítulo 38

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Ha pasado una semana desde el incidente con Miguel. Betty no ha vuelto a
Ecomoda, solo pensar que se puede volver a encontrar con él, la aterroriza. El
domingo tampoco quiso ir a la iglesia del barrio, ni a casa de sus papás, les convenció de que no se econtraba muy bien, quizás algo de gripe. Oyeron misa en la cercana iglesia de La Candelaria y no salieron de la casa en todo el día. La verdad es que Betty no había vuelto a salir de casa para nada.

Armando no la quería atosigar con preguntas, pero estaba muy angustiado. Ella aparentemente había recuperado el control, pero él sabía que no era así. No había querido hacer el amor desde aquél día, siempre que lo besaba y nunca en los labios, antes de hacerlo, como automáticamente se limpiaba los labios y después le frotaba a él la mejilla, o la mano, dónde lo hubiese besado, como queriendo limpiarlo.

No solo se portaba así con él, sino también con la niña. Betty dejó de bañarla
y de darle de comer, y ahora que Marina comenzaba a dejar los pañales, nunca la llevaba al baño siempre delegaba en él o en Ofelia. No la besaba, solo la
acariciaba y siempre en el pelito o por encima de la ropa.

Extremaba la higiene, respecto a ella y a la niña. Se podía duchar hasta cuatro veces al día, y si la niña se le quedaba dormida en los brazos, o se le arrimaba más de lo que ella consideraba adecuado, mandaba a Ofelia que la bañase de inmediato y que la cambiase de ropa.

Sus toallas, su ropa y sus cubiertos, los cuales había marcado con cinta adhesiva, se lavaban a parte de los del resto de la familia, y además era ella quién lo hacía, con mucho detenimiento y esmero. No se volvió a meter en la piscina y cada día Armando notaba que cambiaba las sábanas de la cama y sus pijamas.

Lo peor fue ese día que pelando una pieza de fruta, se le escapó el cuchillo y se cortó. Cuando vió la sangre, gritó horrorizada y no permitió bajo ningún concepto que Armando la tocase, ni que se acercase a ella.

Armando.- ¡Pero mi amor!, deja que vea el corte que te has hecho, está sangrando mucho. Deja que te mire...

Betty.- ¡¡¡NO, NO!!!....¡no te acerques a mí, no te vayas a manchar!, ¡ya me curo yo, ya me curo, no es nada, no es nada!...¡¡¡NO VAYAS A TOCAR EL MANTEL NI LA SERVILLETA, ESTÁN MANCHADOS DE SANGRE!!!....¡¡¡ NO LOS VAYAS A TOCAR, POR DIOS ARMANDO!!!, enseguida los cambio, enseguida...

Armando.- Pero mi vida, esto no puede continuar así ¿qué te pasa?... A mi no me asusta tu sangre, nada de ti me asusta, ni me repele... ¿por qué te comportas así, mi amor?, estás muy rara y yo estoy muy preocupado...
Betty.- No....no me pasa nada. Pero....pero....pero nada, ya vengo me voy a poner una tirita, ya vengo....¡¡¡PERO NO TOQUES NADA, PRÓMETEME QUE NO VAS A TOCAR NADA!!!

Corrió a curarse y cuando regresó ante un estupefacto Armando, retiró el mantel y las servilletas, y restregó con verdadera furia un gotita de sangre que había caído en el suelo. Pareciese que tuviese miedo de contagiar a alguién con una horrible enfermedad...
Armando sigue desesperado, ya no sabe como tratar a Betty. A veces siente ganas de gritarle, de zarandearla, a ver si consigue hacerla reaccionar. La está
viendo consumirse ante sus ojos, ya no tiene alegría, es como una sombra que
deambula por la casa y que apenas si se acerca a él y a la niña. Marina también la extraña, y está nerviosa e irritable, por cualquier cosa se pone a
llorar. Por primera vez desde que la pequeña nació, Betty le grita cuando la ve
llorando y echándole los bracitos.

“¡¡Esto tiene que acabar!!”, se dice a sí mismo Armando. Está decidido a provocar a Betty, a ver si consigue que explote y saque de dentro que es lo que la está matando y lo está matando a él.

Mario intenta ayudarles, le pide paciencia con Betty. Armando está convencido que él sabe lo que pasa, y le tortura que su mujer tenga más confianza en su amigo que en él mismo. Hace unos días sin ir más lejos lo convenció para que le acompañase al hospital general y se hiciese “donante de sangre”. Al parecer uno de los médicos hematólogos, había sido “uno de sus amigos especiales de adolescente”, y le había pedido que le buscase a algunos donantes. Al menos esta fue la explicación que le dio a Armando, cuando le convenció para ir al hospital. Después de la donación se lo llevó a tomar un café, y Armando desesperado le volvió a hablar :

Armando.- Mario por favor ¿qué tiene Beatriz?, lleva de este modo más de diez días. Solo ha salido de casa el domingo para ir a la iglesia, y casi mejor que no hubiera ido, porque parecía que estábamos en un funeral, de lo que lloró, en un rincón metida y todo el tiempo de rodillas rezando... y anteayer que fue con Ofelia a que le pusiesen a Marina no se que vacuna de los dos años. Yo sé que tú lo sabes, me tienes que contar....

Mario.- Armando por favor, no me pidas lo que no puedo hacer. Ahora mismo ella solo se está apoyando en mí y no quiere que tú sepas, si le fallo, ya no tendrá dónde apoyarse.

Armando.- ¡¡Pero yo soy su marido, el padre de su hija!!, yo podré soportar lo que me diga, lo que sea que le está pasando. Yo la amo más que a mi vida Mario, y me estoy muriendo de angustia. Ya no es que no se quiera acercar a mi, o esa locura de higiene y desinfección que le ha dado, es mi hija, la niña lo
está sufriendo, su mamá no la besa, no la carga en brazos, no la acaricia, solo por la noche cuando está dormidita en la cuna, se sienta a su lado y llora hasta el agotamiento mientras la mira...

Mario.- Yo lo sé Armando, se lo mal que lo estáis pasando, Marina y tú. Pero te puedo asegurar que el sufrimiento de Betty es infinitamente mayor. Yo intento cada día convencerla en que lo comparta contigo, no estoy de acuerdo con lo que está haciendo. Pero tengo miedo que se encierre en si misma y ni siquiera acuda a mí, eso sería mucho peor....

Armando.- ¿Por cuanto tiempo más tendré que verla destruirse de ese modo?... ¿Cuánto más he de esperar para enterarme que la está matando?...
¡¡Yo ya no lo soporto más!!...¡¡Ya no puedo más!!...

Mario.- Creo que en cuatro o cinco días, ella se va a tranquilizar definitivamente. Entonces yo voy a convencerla para que te hable, que te explique. Y si no la convenzo, yo te cuento Armando. Te prometo que yo te cuento. Ten paciencia con ella, está pasando un auténtico calvario...

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Betty ya ha tomado una decisión. Consiguió saber que al día siguiente de su desagradable encuentro con Miguel, éste había tenido que ser ingresado en el hospital y que allí continuaba. Eso le da un margen de tiempo, que ya se le estaba agotando. Cuando por fin tuvo los resultados de las analíticas de Armando y de Marina, dio gracias a Dios, los dos estaban limpios, los resultados eran negativos. Sin embargo fue incapaz de abrir sus propios análisis, sintió pánico y no los miró.

( nos vemos el lunes 😊😘)

Doctor mendoza yo no soy  asíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora