capítulo 20

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Faltaban solo dos días para su 35 cumpleaños, y estaba triste. Había querido organizar una fiesta, pero empezando por sus papás y terminando por Betty, todos se habían excusado con él. Ella le prometió salir a cenar con él a la noche siguiente, pero justo el día de su aniversario, ya estaba comprometida con Mario, Catalina y unos clientes. Armando se sintió terriblemente decepcionado.

Ahora se encontraba en la terraza de su casa, se había venido temprano de la oficina, esperando ver a Betty, que en todo el día no había aparecido por Ecomoda, pero nada, tampoco estaba en casa. Así que aburrido y bastante deprimido, se echó en la tumbona y se puso a leer, mientras escuchaba
música.

Las risas de Betty y Mario al otro lado de la celosía, le volvieron a la realidad. Pensó en llamarlos, pero hubo algo, no sabía muy bien que, que se lo impidió. Con mucho cuidado llevó a Cyro hasta la cocina, para que no fuese a ladrar, y sigilosamente se acercó hasta la tupida reja que separaba su casa de la de Betty, y comenzó a mirar.

Lo que vió, lo llenó de celos. Definitivamente, Betty se tenía que definir con él. O elegía a Mario, o lo elegía a él...."Dios mío y si escoge a Mario, yo me muero...¿porque me dice entonces que me ama?...¿será que se está vengando de mí?....¡ay yo ya no puedo más, no puedo resistirlo!"...Pero a pesar de lo mortificado que se sentía, y de lo mal que lo estaba pasando, no despegaba la cara de la celosía, sin perder detalle de lo que pasaba al otro lado.

Betty estaba posando para Mario, en una pose muy sensual. Ella solo llevaba puesto una especie de blusa o de camisón, blanco, muy adornado de puntillas y encajes, parecido a esas prendas de ropa interior femenina del siglo XIX.
Era muy corto, dejaba al aire los hombros, gran parte de la espalda, el escote y las piernas. La posición de Betty, sentada y abrazada a sus rodillas, no dejaba
nada indecente a la vista, pero lo sugería todo. Llevaba el pelo suelto y rizado, con su onda natural, y junto a ella había un sombrero de paja, unas vasijas de cerámica precolombina y algunas margaritas blancas.

Armando se moría por dentro -"Su Betty, estaba posando desnuda...bueno
casi desnuda para aquél tipo, y sabe Dios, que harían luego con ese retrato...lo mismo le daba por exponerlo y lo veía todo Bogotá"...Por un momento sintió la tentación de llamar por teléfono a Don Hermes -"Ah sí, y entonces esa niña sabría lo que es bueno...¡¡exhibirse de aquél modo, con ese estúpido!!".

Por otro lado no podía dejar de mirarla, estaba tan bonita...se la veía al mismo tiempo, tan sensual y tan pura, que le tenía totalmente subyugado.

Menos mal que aquello duró poco, y para su alivio, cuando Mario anunció que habían terminado, Betty tomó una bata que él no había visto, y antes de ponerse de pie, se cubrió con ella....-"Menos mal -pensó- parece que a esta loca le queda algo de decencia...Pero me va a oír, si Señor, que me va a oir".

Como es de suponer, la noche la pasó malísima, con pesadillas y sobresaltos. Y lo mismo pasó a la noche siguiente, porque no pudo ver a Betty en todo el día, y tampoco la oyó llegar a la casa por la noche, ni siquiera bajó a correr como casi todas las mañanas. De modo que el día de su cumpleaños, amaneció ojeroso, enfadado y sobre todo triste, muy triste. Para rematar la faena, nada más levantarse tuvo una llamada de Marcela para felicitarlo, que terminó de amargarle la mañana -"Dios mío, que jartera de mujer...que
jartera".

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En Ecomoda nadie pareció acordarse de que era su cumpleaños, ni siquiera Inesita, que nunca lo había olvidado, pero estaba tan enfrascada con la loca de Hugo y esos trajes de "reinonas", que evidentemente no lo recordó .

A media mañana lo llamó su mamá, ella si le felicitó, le dio mimitos por teléfono, pero le canceló la cena familiar que siempre tenían...-"Mejor ven el domingo, cariño...hoy es un día pésimo, a tu papá le invitó el Ministro de Comercio, y claro no nos podemos excusar...¡Que tengas feliz día, mi amor!...Ya nos vemos el domingo".

Doctor mendoza yo no soy  asíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora