Autor : Guiomar y celiaSentada en el suelo de la terraza de su habitación, contemplaba el mar y el cielo estrellado de Cartagena. ¿Por qué no podía dejar de pensar en él?, ¿por qué razón no podía odiarlo?...Se le aparecía en sueños cada noche y aunque ella lo sentía como su verdugo, al final siempre caía rendida en sus brazos. Empezó a recordar, por enésima vez, la fatídica junta en que ella presentó el balance real. Recordó como todos la humillaron, como no la dejaron explicarse, como él no fue capaz de salir en su defensa, con la bravura que ella hubiese deseado. Se tocó los labios, volvió a sentir el calor de aquellos
últimos besos, y percibió como su cuerpo se estremecía, recordando segundo a segundo, centímetro a centímetro, aquél último abrazo que le robó y sus
palabras desesperadas : “¡Usted no puede irse, no puede irse, no puede irse... por favor, quédese Beatriz, se lo ruego, escúcheme, mi vida por favor, yo la adoro a usted, escúcheme! “...
En el jardín del hotel oye risas juveniles que le llaman la atención, se pone en pie y se asoma al balcón. Sonríe al observar a un grupo de adolescentes que ríen y juegan allá abajo. Se persiguen, se dicen bobadas, bailan merengue con
la música que sale de un radio-casette y al final acaban algunos dentro de la piscina, entre las bromas y el jolgorio de los demás. De pronto siente una
enorme pena de si misma, no por lo que le ha hecho Armando Mendoza, ni por lo que le hizo Miguel, sino por lo que le ha hecho la vida con la estrecha colaboración de las personas que más la amaban, sus padres.
El exceso de protección de don Hermes, el profundo amor hacia su niña, hicieron de ella una mujer insegura y tímida. Muy preparada profesionalmente, pero indefensa ante el mundo. Nunca salió con amigos,
nunca se bañó en una piscina, nunca hizo una locura de juventud, ni durmió en casa de alguna amiga, ni siquiera ya de adulta...Su padre en su afán desmedido de evitarle penas y sufrimientos, le había impedido gozar de la vida. Se tocó la
frente, recordando su aspecto de tan solo unos días atrás. Si hubiese vivido un poco más, quizás este cambio hubiese llegado antes...seguro.
Entró a la habitación y mirándose al espejo se dijo a sí misma en voz alta : Betty.- Beatriz Pinzón Solano, vd va a cambiar. Se va a dar una segunda oportunidad, tiene toda la vida por delante y va a disfrutar de todo aquello de
lo que se ha privado...En ese momento vuelve a ver como siempre la imagen de él, reflejada en el espejo :
Betty.- ¡Ajá don Armando, ya vino a molestarme!...¿Es que no piensa dejarme tranquila?...Mire doctor, yo...yo le sigo amando, ¿para qué voy a engañarme?
y estoy segura que no lo voy a poder sacar de dentro de mi corazón...Bien, quédese ahí, tranquilito y sin molestar...no lo voy a odiar, no le voy a guardar
rencor...quédese ahí en mis recuerdos, pero solo en los buenos
recuerdos...porque le voy a decir algo Doctor Mendoza...yo ¡ya no soy así!...oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
Mientras tanto en Bogotá, Armando mira al vacío a través de la ventana del salón de su apartamento. Tiene la cara llena de golpes, de aquella pelea que se buscó en el bar, cuando quería que alguién le aliviara el dolor que sentía, matándolo...o al menos sentir que de algún modo, aquellos golpes eran el justo castigo que se merecía por ser un canalla.
Marcela le sacó de allí, en algún momento de aquella horrible noche pensó en volver con ella, incluso a la mañana siguiente, cuando vió todas sus cosas en
el baño. Pero ella, confiada en que volvería a tenerlo para sí, cometió el error de ponerle su maleta sobre la cama y darle a elegir. Y él eligió marcharse...A partir de ese día, está intentando retomar su vida, pero sigue angustiado por la
ausencia de su Betty, que hasta el último momento, a pesar de todo lo que él le hizo, le mostró sencilla y dulcemente su amor.Sacó del bolsillo interior de la chaqueta aquél sobre blanco, que contenía el último acto de amor de ella y lo abrió para volver a leerlo.
Recordó como Inesita temblorosa entró a la sala de juntas y se dirigió a él : Inesita.- Disculpen señores, don Armando, Betty se marchó pero me insistió mucho en que le entregase éste sobre y que le pidiese que Vd lo leyese en voz
alta...tome
Armando.- ¡¡¡¡Cómo que se marchó....!!!....¿a dónde?....
Inesita.- No lo sé doctor, ella no dijo nada...iba muy mal...disculpen de nuevo, me retiro.
Armando.- Gracias Inesita, muchas gracias...
Marcela.- No pués...no se que más puede querer esa vagabunda, después de habernos hecho la canallada que nos ha hecho...¿no irás a leerlo Armando?...Armando sintió terror y vió la cara desencajada de Mario, pero no podía fallarle de nuevo a Betty. Ella había pedido que se leyera y así lo haría, y con voz temblorosa comenzó a hacerlo :
“Señores de la Junta Directiva, he escrito esta carta, con la esperanza de que se lea en voz alta, porque estoy segura, que en su momento no me van a permitir decir nada. Sabiendo lo que voy a hacer al entregarles el Balance Real de Ecomoda y conociéndoles como les conozco, tengo la certeza que el doctor Valencia, doña Marcela y don Hugo, se encargarán de humillarme,
ofenderme e insultarme, como lo han venido haciendo desde que entré a trabajar en la empresa, sin ningún tipo de miramientos y sin la más mínima educación. Doña Margarita se horrorizará de que alguién con mi físico y mi baja extracción social, haya sido capaz de entregar a su adorado hijo a la Junta, del modo que yo voy a hacerlo. Don Roberto se va a sentir muy decepcionado, por la confianza que depositó en mí, y es por el único de Vds que lamento todo lo que ha pasado.(Tomó aire, miró las caras de asombro que le observaban y continuó)...
Don Armando y don Mario, como los cobardes que son, dejarán caer sobre mi toda la responsabilidad de lo acaecido, sin detenerse ni un momento a
explicar, las veces que en todo este tiempo, yo les he advertido de lo peligroso que era lo que estábamos haciendo, y no me hicieron caso. En ningún
momento voy a eludir mi responsabilidad, yo sabía perfectamente en que me estaba metiendo, pero al contrario de lo que Vds puedan pensar, no lo hice por interés propio, sino por lealtad con el doctor Mendoza, por cariño y por
fidelidad a él. Por el doctor Armando Mendoza, únicamente por él, defraudé cada uno de los principios en lo que me han educado y me embarqué en esta aventura peligrosa, que terminó de este modo.
Hasta hace un par de horas don Armando, estaba decidida a defenderlo en la Junta, a presentar el balance maquillado y luego desaparcerme para siempre de su vida. Pero sin intención, oí una conversación suya con el doctor
Calderón, en la que planeaban para mí “un largo viaje” y además, recibí la noticia casual, que el doctor Valencia, se había hecho con un Boletín de la
Cámara de Comercio, dónde aparece reflejado el embargo de Terra Moda sobre Ecomoda. De todos modos, si no lo hacía yo, el doctor Valencia nos iba a descubrir.
Sé Don Roberto que Vd y la Junta van a exigir a Don Armando que renuncie a la presidencia, y se que mi opinión no es en absoluto fiable, para ninguno de Vds, pero se la voy a dar. Permítanle seguir como presidente los próximos seis
meses, la curva de recuperación de la empresa es ascendente. En ese tiempo, se conseguirá el equilibrio, y el nivel de endeudamiento puede estar muy cercano de ser cero.
Actualmente Ecomoda, solo tiene dos acreedores : Terra Moda y el Banco
Montreal. Intentando liberarme de los compromisos contraídos con la empresa, he mantenido conversaciones con el director del Banco, el doctor
José Manuel Becerra y en atención a la amistad que tiene con Vd, don
Roberto, al tiempo que hace que me conoce y que sabe como hemos ido pagando las obligaciones en estos malos tiempos, ha decidido confiar en don
Armando. Todos sabemos que los bancos lo único que quieren es recuperar su
dinero, realmente Ecomoda no les importa.
El banco de Montreal ha comprado la deuda de Ecomoda a los demás bancos y la mantiene al mismo interés, con la única condición de que se siga manteniendo la figura jurídica que hemos venido manejando durante seis
meses más, y que el comportamiento de las dos empresas siga siendo el mismo...¿Con qué aval?, con ninguno señores, más que mi firma y mi palabra...Miren yo soy insolvente, no tengo un peso, y eso el banco lo sabe...El director del mismo decidió confiar, porque mi única garantía, soy yo misma...y si Ecomoda no se recupera, yo como avalista insolvente, lo más seguro es que me toque pagar con cárcel esta deuda....(Armando está llorando a moco tendido, pide disculpas y se limpia la cara y las lágrimas con un pañuelo...)
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Doctor mendoza yo no soy así
Ficção Adolescentebetty se va de ecomoda con el fin de ya no ver a armando mendoza su desde de un tiempo betty tiene que volver a ecomoda por asuntos de trabajó otra vez encontrarse con armando , que pasará ? ESTA HISTORIA NO ES MÍA , YO SÓLO LA SUBO POR AQUÍ