capítulo 34

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Betty se reía, con el escándalo de las muchachas. Armando la miró embobado, le encantaba verla tan juvenil y tan fresca, sin apenas maquillaje, y con el pelo sencillamente recogido en una trenza. Aquella mañana llevaba sus jeans gastados, una camiseta con un divertido estampado diseño de Custo
Barcelona, y abrigo largo de lana, de color azul.

Armando.- ¡Hola mamá!... ¡Hola mi amor!.... A ver un becho para este
modelo de esposo... Mmmm... otro .....así mejor.... otro más.... Margarita.- Armando, que meloso que te pones... no te reconozco
Armando.- Es que esta bruja, me cambió y Vds no se dieron cuenta, hasta que ya no hubo remedio.... ¿rescatamos a mi hija y nos vamos a comer?

Margarita.- Yo primero paso a saludar a Marcela, la voy a invitar al bautizo de
Marina

Armando.- ¡Mamá, por favor, queremos que sea un día feliz!

Betty.- Mi amor, tú mamá y yo lo hemos hablado y creemos que Marcela debe normalizar su relación contigo. Ella debe empezar a enfrentar la realidad y de ese modo empezar a superarlo... yo creo que es lo mejor, no me gusta, para
que te voy a engañar, pero creo que es necesario.

Armando.- Y Vds creen que ella va a querer venir... yo no lo creo

Margarita.- Voy a intentar convenerla, a ver si tengo suerte. En un momento estoy con Vds.

Betty.- Tranquila Margarita, antes de salir, Marina deberá comer, porque si no lo hace, luego en el restaurante, no nos dejará a nosotros. Vamos mi amor, rescata a tu hija, que debe comer.

Armando sonríe feliz cuando recibe a la niña de brazos de Inesita. Marina nació con mucho pelito, de color castaño. Betty la ha peinado con la rayita a un lado y le ha puesto un diminuto lacito de color blanco.

Armando.- ¡Pero que bella que está mi princesa con ese nuevo peinado! y con
... ¿Betty, la niña lleva pendientes?

Se acaba de dar cuenta que Marina, luce en cada una de sus orejitas, unas minúsculas bolitas de oro.

Betty.- Sí, esta mañana, la llevamos a la farmacia y en un momento se los pusieron. Se los regaló tu mamá, son una monada ¿a que sí?...

Armando.- Pero ¿le han agujereado las orejitas a mi niña?...¿Eso le habrá dolido mucho?... ¿Por qué no me dijiste?, yo hubiese ido con vosotras.

Betty.- A ver por partes. Sí le han hecho los agujeros en las orejas, como me los hicieron a mi, a tu hermana, a mi mamá, a todas... ya sabes que es nuestra
costumbre. Pues supongo que algo le habrá dolido, ella desde luego lloró un poquito, pero fue muy rápido y se calmó enseguida. Y no te dije, porque a poco que te desmayas cuando fuimos a ponerle las vacunas, si ahora ves que
le taladran la orejita con una aguja hipodérmica, tengo que salir corriendo para el hospital contigo.

Armando obvia las risas de las secretarias y de su mujer, y diciéndole a la niña, que mala madre que tenía, que la había llevado a que le taladrasen las orejitas, se metió en presidencia.

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La mañana del sábado amaneció soleada y clara. Uno de esos días del año, que la sabana colombiana gozaba de aquella nitidez y claridad en el aire, que los hacían únicos.

En la iglesia de Santa Teresita todos esperaban ansiosos la llegada de la pequeña Marina y de sus papás. El padre Marcos, se había trasladado expresamente de las Islas del Rosario para bautizar a la niña. Armando le había insistido mucho y le había mandado los pasajes de avión. Marcos les estaba muy agradecidos, el donativo de la boda había servido para ayudar a varias familias humildes de las Islas y junto con los pasajes de avión le llegó
otro sustancioso cheque, para que emplease en obras sociales. Lo acompañaba una foto de Marina que decía por detrás : "Quiero que otros niños compartan algo de mi buena suerte. Marina Mendoza Pinzón".

Doctor mendoza yo no soy  asíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora