capítulo 18

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Por medio de las muchachas del cuartel, como el que no quiere la cosa, localizó la academia dónde Betty y Mario recibían clases de baile de salón. Casi a precio de oro, consiguió que la profesora que regentaba el centro, le hiciese un hueco a la hora del almuerzo. De ese modo el doctor Armando Mendoza, comenzó a salir apresuradamente cada día, de la oficina hacia la una de la tarde, para recibir el solo, su clase de baile, y luego comer apurado un sandwich en cualquier supermercado.

El día que estaba previsto que Betty regresara de Cartagena, Armando apareció por la oficina impecablemente vestido de azul marino, con camisa color crema y corbata de seda en tonos rojos y burdeos. Se sentía feliz como un niño pequeño, solo el pensar que la volvería a ver, le alegraba el alma.

Todos en la oficina lo notaron, especialmente Marcela, que seguía indignada este despliegue de atenciones de Armando con Betty. Con ella nunca fue así, nunca le envió flores, a no ser el día de su cumpleaños, y siempre el clásico centro de rosas rojas con una sencilla y poco elaborada tarjeta. Pero esas margaritas que llegaban diariamente, le ponían el cuerpo malo. Ese deseo de estar bien para ella, ese mendigarle una sonrisa o una palabra amable, la ofendían, porque veía cada vez de modo más elocuente, que Armando nunca la quiso, nunca estuvo enamorado de ella.

Betty llegó por la mañana temprano, fue a su apartamento y desde la terraza mientras saboreaba un café, le vió correr por el parque seguido por Cyro. Sonrió emocionada, otra vez iban a estar juntos, ojalá esta vez todo saliera bien. No sabía Armando, cuanto deseaba ella que su relación funcionase de verdad.
Espero tranquilamente escucharlo salir hacia Ecomoda, y entonces se metió en la ducha y se preparó para ir a la oficina, hoy en la tarde se firmaba el contrato
de Zénit con Ecomoda, por un año.

Escogió la ropa con cuidado, quería estar muy bonita para él. Se decidió por unos jeans azules de largo pirata y una blusa de gasa, totalmente transparente, también azul oscuro pero estampada con ramos de flores en blanco, burdeos y celeste. Debajo de la blusa, se colocó un top de licra, que apenas si le cubría los pechos. Se recogió en pelo en una cola de caballo alta, y se decidió por las gafas, en vez las lentes de contacto. Eligió un modelo nuevo, se las había regalado Mario, eran muy graciosas. De fino alambre rojo, tenían forma de rombo, y le daban un aire divertido y postmoderno. Se calzó con aquello
originales "zuecos" de piel de color rojo, que había comprado en Cartagena y para abrigarse, optó también por una cazadora de la misma tela de los jeans.

Nada más llegar a Ecomoda, Wilson la recibió con una sonrisa y le entregó una graciosa tarjeta, que llevaba impresa una "margarita", muy sonriente, de mirada lánguida y largas pestañas. La giró curiosa, y por detrás vió impresa la letra T.

Nada más entrar, Mariana le salió al encuentro, y después de saludarla y agradecerle el regalito que Betty le dió, le dió de otra tarjeta idéntica, pero que llevaba impresa la letra E. Sorprendida y curiosa, subió en el elevador hasta la planta ejecutiva, dónde las muchachas del cuartel la recibieron con gritos de alegría. Ella empezó a sacar de una bolsa, los pequeños detalles que les había traído de Cartagena. Sandra, Aura María y Berta le entregan más tarjetas iguales, con otras letras impresas al dorso.

Betty estaba disfrutando mucho con aquella cadena de tarjetas, deseaba juntarlas todas y leer, lo que ponían. Ya lo sabía, pero quería colocarlas sobre su mesa y verlo de una vez. Se despidió del Cuartel y entró a su oficina, Mario no estaba allí, habría tenido que salir. Dejó sus cosas y se quitó la chaqueta, acarició el ramo de margaritas de cada día, y colocó sobre la mesa las tarjetas en orden, con una sonrisa feliz leyó : "TE AMO"...

Casi en ese instante, después de tocar a la puerta, Inesita entró a la oficina. Betty se levantó y le dio un cariñoso abrazo y un beso, y le hizo entrega de la bonita cerámica que le trajo de regalo. Inesita con gracejo le entregó un sobre, al tiempo que le decía :
Inesita.- Mire Betty, creo que acaba de recibir un mensaje anónimo... Betty.- Pues si...un mensaje por capítulos, como las telenovelas...pero sin
firma...oj,oj,oj....

Inesita.- Vea alguien me dio este sobre para Vd...me dijo que olvidó firmarlo y que aquí va, pues eso la firma...La dejo mija, que don Hugo puede empezar a gritar de un momento a otro.

Betty abrió el sobre y sacó de él una cartulina, al verla estalló en carcajadas. Frente a sus ojos, había una simpática caricatura de Armando, con la cabeza bien grandota, y una enorme sonrisa. Del pecho salían en cascada muchos corazones que terminaban en la siguiente frase : "TU CABEZÓN"...

Armando intentaba estar relajado, había escuchado el alboroto del lobby y supo que Betty había llegado. No quiso salir, esperaba que ella entrase a la oficina. Cuando Guillermo entró con la correspondencia del día, por poco se
lo come. El pobre secretario, lo miró asombrado y se disculpó, saliendo apresuradamente.

Por fin la puerta se abrió y apareció el rostro de ella iluminado por una amplia sonrisa.

Betty.- Buenos días doctor ¿será que tiene un momentico?... Armando, se puso en pie y acercándose a ella le dijo : Armando.- Para ti tengo toda la vida...si tú la quieres...
Betty se giró sobre si misma y cerró la puerta son seguro, luego hizo lo mismo con la que comunicaba con la sala de Juntas. Luego se acercó a él con sonrisa pícara y le quitó la chaqueta, la corbata y comenzó a desabrocharle la
camisa....

Armando.- ¡¡Doctora!!... pero que me hace... ¡¡Vd me quiere matar!!... ¿ah?...
¡¡quiere acabar conmigo!!...

Betty.- No don Armando, solo quiero darle el regalito que le traje de
Cartagena

Armando estaba sorprendido y muy excitado, sobre todo cuando ella le sacó la camisa y lo dejó con el torso desnudo. Betty le acarició el pecho y suspiró diciendo .
Betty.- ¡Ay don Armando, no recordaba lo triple-papito que es Vd! Armando sin poderse contener la abrazó contra él y comenzó a besarla con
desespero, con pasión. Encontró en los labios de ella el mismo deseo, la
misma necesidad. Sintió como sus manos pequeñas y cálidas se deslizaban por su espalda, como mariposas que revolotean sobre un prado de flores. Él buscó su piel bajo la blusa de gasa y la acarició con deleite...Prosiguió, atreviendose
a más y busco sus pechos, al simple contacto de sus dedos, percibió como estos reaccionaban poniéndose erectos y la oyó gemir de deseo.

Armando.- ¡¡Ay mi vida, cuanto te deseo!!...¡¡cuánto!!... Betty se recompuso y lo apartó suavemente.
Betty.- ¡¡Todavía no, Armando!!...Todavía no...y menos aquí...en la oficina no...

Armando.- ¡Pero Betty!...¿es que no me deseas?...¿por qué me has puesto
así?...¿estás jugando conmigo?...No me hagas esto por favor...

Betty.- No Armando, no estoy jugando contigo...y si te deseo, te deseo demasiado...pero así no...nuestra próxima vez tiene que ser especial...se paciente...yo haré que sea muy especial y en su momento...dame tiempo por favor...

Armando.- Eso está muy bien señorita. Me desnuda Vd, cierra las puertas, me pone como "una moto" y luego me dice que espere...que tenga paciencia...¡¡YO NO SOY DE PIEDRA BEATRIZ!!...y por si no lo sabes, llevo casi ocho meses de celibato...así que estoy que no me aguanto...

Armando está bastante enfadado. Mira con rabia a Betty, que con sonrisa pícara le dice :

Betty.- Sólo quería que se probase el regalito que le traje de Cartagena...pero al verlo...no me pude contener, no se enfade conmigo...ande a ver como le queda.

De una bolsa saca una camiseta de algodón blanco, con un enorme sol estampado y con letras de colores que ponen :" EN CARTAGENA, ME ACORDE DE TI".

Armando empieza a reirse a carcajadas :

Armando.- ¡¡Ay mi picarona, haces conmigo lo que quieres!!...Contigo tengo perdida la voluntad. A ver que me la pongo, es muy divertida...

Betty le ayuda a encajarsela y se retira para mirarlo.

Betty.- Definitivamente estás cada día más guapo...dame un besito y me voy a trabajar...

Armando la agarra por la cintura y alzandola la sienta sobre su mesa y comienza a besarla. Entre besos le va diciendo :

Armando.- Por hoy voy a ser juiciosito...pero si me vuelve a montar un numerito de estos, no respondo de mi...Y luego no se queje.

Betty lo retira de ella y corre hasta la puerta, al llegar allí se gira y con un guiño de ojos y una sonrisa pícara le dice :

Betty.- Si las circunstancias se dan...le prometo doctor Mendoza, que la espera, valdrá la pena...

Doctor mendoza yo no soy  asíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora