capítulo 31

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Cuando llegaron por la noche a la casa, pidieron una pizza y cenaron frente al TV, viendo un DVD con una película de Woody Allen. Temprano, Betty fue al baño y se preparó. Cuando él llegó a la cama, con unos deseos irrefrenables de hacerle el amor, Betty ya se había dormido.

Ahora que la mira dormida, recuerda aquella fantasía suya que él le contó en su noche de bodas, y la respuesta de ella. No lo han vuelto a hablar y Armando no sabe si hacerlo, no quiere que se vaya a ofender. Lleva mucho rato mirándola y por fin se decide.

Muy suavemente para no despertarla se quita el pantalón del pijama, los boxers y la camiseta. Luego la destapa y sonríe al ver como ella, por un momento se estremece al cambio de temperatura. Con mucho cuidado le va soltando los botones de la blusa del pijama y se la abre por completo. Ella no lleva nada puesto, está totalmente desnuda.

Armando.- ¡Ay mi picarona, estaba preparada para mi!...
Comienza a acariciarla muy suavemente, no quiere despertarla, desea tenerla así, dormida, solo para él. Betty al contacto suave de las caricias de su esposo,
gime entre sueños. Esto excita aún más a Armando.

La comienza a besar desde la frente hasta el pubis, sin dejar de cubrir con sus labios, un solo rincón de ese cuerpo que lo transporta, más allá de las fronteras de la razón. Se detiene mucho rato en sus senos, han cambiado tanto en estos meses, que Armando cada día que los ve, le parecen distintos del día anterior. Recorre sus pezones y la aureola, haciendo círculos con su lengua, sobre ellos. Mientras acaricia uno con su boca, el otro lo acaricia con sus dedos, y se va alternando entre los dos. Cuando los percibe tan duros y erectos, comienza a mordisquearlos, a jugar con sus dientes sobre ellos, o bien a pellizcarlos, con cierta fuerza. Betty aún sigue dormida, la verdad es que está soñando con Armando, y no quiere despertar. Su subconsciente, cree que toda esa magia de sensaciones, que está sintiendo, son producto del sueño, y gime y balbucea palabras incoherentes, que excitan aún más a su esposo.

Betty.- ¡¡¡Mmmm, sigue amor, ahhh me duele, ahhh me gusta, sigue, sigue....ahhhh... no dejes de hacerlo!!!

Armando entiende, que es capaz de llevarla a altas cotas de placer, solo con seguir jugando con sus senos. Siempre fue una parte muy sensible en ella, ahora que está embarazada, parece que esta sensibilidad se ha multiplicado por mil.

Mientras prosigue su ritual de caricias, no deja de mirarla a la cara, y se extasía observando sus reacciones, como se muerde los labios, como su cabeza se mueve de un lado a otro, como entre abre los labios y deja escapar, jadeos, suspiros y gemidos de placer.

Ella inconscientemente dirige su propia mano hasta el pubis. Armando sonríe, él sabía de sobra, que ella jamás se había acariciado allí, eso solo lo habia hecho él. Con delicadeza, le aparta la mano y coloca la suya en ese lugar, y comienza a recorrerlo con destreza con sus dedos, acariciando justo dónde debe hacerlo, provocándole a ella grititos de placer.

Él ya no puede más, desea penetrarla de inmediato, pero sabe que no debe acostarse sobre ella, a causa del embarazo. Y tampoco quiere despertala, así que se baja de la cama y muy despacio la va girando, quiere colocarla de modo que él pueda entrar en ella arrodillado en el suelo. Con este movimiento, ella comienza a despertar :

Betty .- ¿Qué pasa mi amor?... ¿Qué haces?

Armando.- Nada cariño, nada... sigue durmiendo mi vida, sigue durmiendo.

Betty se vuelve a dormir, y en este acomodarse para recobrar el sueño, Armando aprovecha para colocarla por fin en la postura que el necesita, recostada sobre la cama y con la piernas colgando fuera.

Armando espera un poco arrullándola, para que recupe el ritmo del sueño, cosa que no le cuesta trabajo, porque ella deseaba volver a recuperar ese encuentro onírico, que estaba teniendo con su esposo.

Doctor mendoza yo no soy  asíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora