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Era casi imposible que el colombiano se alejara de sus nuevos mellizos, siempre acurrucandolos y haciéndose cargo de ellos.

Y para los que se preguntaban que opinaba Panamá de esto, bueno, fue la primera en llegar a territorio soviético para saludar a sus nuevos hermanitos.

La joven era de las pocas personas (además del ruso y la doctora) que podría ingresar con plena tranquilidad al cuarto donde el cafetero mantenía cuidando a los frijolitos. Le parecía un poco extraño el ver a su papá protegiendo de sobremanera a los recién nacidos, pero todo se aclaró al conocerlos.

Kosru, el niño, se veía más pequeño y delicado en comparación a su hermana Rusk, quién ya había abierto sus ojos y se mantenía despierta observando todo a su alrededor.

La habitación estaba amoblada con los necesario para los menores, así como cunas y gabinetes para que no tuvieran que ocupar otro cuarto, pero igual se veía cuidadosamente arreglada para la seguridad de los mismos. Limpia, con bordes protegidos y muñecos sin partes que pudieran soltarse.

Fue algo divertido, pues Panamá recordaba que antes su papá la soltaba por la finca a hacer lo que quisiera sin tener tantos cuidados.

-¿Y piensan vivir aquí? - Preguntó curiosa, estaba cargando a su hermanito menor para dormirlo.

-Intercalar mamita, viviremos por temporadas en cada territorio para que se ajusten a ambos. - El cafetero, que intentaba sacar los gases de la pequeña, caminaba a paso lento por el cuarto.

Como un buen padre, ya estaba de pie y haciéndose cargo de los menores, no tenía tiempo de andar en cama quejándose por el dolor.

Y sí, lo tenían fajado.

- Puedes recostarte y dormir un rato papá, yo cuido de ellos por ti. - Sonrió divertida viendo como el contrario no se quedaba ni un segundo quieto, aunque la bebé ya estuviera dormida.

- No,no mamita, yo que la voy a poner a cuidar sus hermanitos si es la invitada, mejor, cuéntenme cómo va todo.

Últimamente su ya no tan pequeña hija se encontraba en una relación con una muchacha, según sabía,  una ciudad de oriente medio.

-Pues bien pa..., Pensamos mudarnos juntas en unos meses. - Admitió con pena, acariciando la mejilla del pequeño  Kosru para distraerse y bajar el calor de sus mejillas.

-Quien la viera, si hace nada era un aculicagada así de grande - Levantó un poco a Rusk, refiriéndose a su tamaño.- y ahora se va ir a vivir con la novia.

Suspiró de forma dramática, para luego reír y darle pequeños codazos amistosos a la contraria.

-Me alegro cariño, ¿A qué territorio irán? -

-Pensamos quedarnos en su territorio, para el transporte ella misma podría movilizarme a donde tenga que ir. - Sonrió animada.

-Que bueno, que bueno, pero que no se le olvide visitar a su viejo. - Advirtió intentando verse serio, pero dejó eso de lado, para darle un besito en la frente a la menor.

La relación de ellos era cálida y amorosa, pero Panamá ya era mayor y podía formar sin problemas su vida. Además, no tenía problemas con que su padre volviera a formar una familia, es más, le gustaba la idea de tener los hermanos que no pudo tener en su niñez.

Luego de otro rato de charla, Panamá salió de la habitación para dejar descansar a su padre e irse a charlar a la cocina con el ruso, que desde hace un rato estaba cocinando la cena. Su relación era como la de un padre de sangre  con su hija, podían charlar y bromear sin problemas, era divertido el ver cómo ambos comentaban de las manías del tricolor.

Fue toda una semana de visita antes de que la menor se retirara del territorio, dejando de nuevo a la pareja, que se tomó el tiempo para cuidar a más detalle de los frijolitos.

Kosru por fin abrió sus ojos, demostrando que tenía los ojos de un verde esmeralda tan brillante como los de su padre y hermana mayor, a comparación de Rusk, quién sacó un tono aguamarina, por la combinación de ambos padres. Ambos pequeños tenían su cabello de color blanco, parecía que la genética del soviético era bastante fuerte, pues su piel también era pálida y delicada.

La diferencia entre los mellizos aveces se veía abismal para los padres, la pequeña Rusk era inquieta, juguetona, bastante animada pero, de cierta forma, mantenía siempre una expresión serena.

Por otra parte, Kosru se ponía a llorar con facilidad, mantenía dormido la mayoría del tiempo y se notaba con una pequeña sonrisa siempre pintada en su pequeña boquita.

Eran algo contrariados los recién nacidos, pero ambos si que tenían algo similar.

El mal genio del cafetero.

Peleaban entre ellos, peleaban con sus papás, peleaban con las cobijas y hasta los peluches con los que dormían. Rusia era quien debía separarlos y acunarlos en brazos contrarios para que estos se durmieran luego del berrinche, pues si lo hacía el cafetero se ponían a pelear los tres.

-Amor, Rusk está llorando...- El soviético se removió entre sueños avisándole al cafetero, que también estaba rendido en la cama.

Era media noche, y ya empezaban los tiempos de no dormir. Los pequeños se ponían a llorar de a ratos en medio de la noche, y así estuvieran en una cuna en el mismo cuarto de sus padres, estos debían levantarse de la cama para caminar hasta esta y tomar en brazos a la menor.

El anteriormente llamado se levantó de cama medio dormido, para levantar a la pequeña y darle de su biberón. Para su suerte, ninguno salió quisquilloso y podían tomar su biberón al clima, salvandolos de tener que ir a la cocina a calentarlo.

Con el estómago lleno y los gases fuera, la pequeña se volvió a dormir, y Colombia hubiera vuelto a cama a descansar, pero fue Kosru el que se levantó a llorar está ves.

La noche se extendió más de lo esperado, pero el consuelo para el tricolor fue que el soviético se hizo cargo de los menores a la mañana siguiente, permitiéndole dormir más y recuperar las horas perdidas de sueño.

No joda carechimba. [Colombia x Rusia] countryhumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora