2. Tarde

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Salió del coche una vez que había encontrado aparcamiento. Cogió sus cosas y caminó hasta la puerta de la Comisaría. No esperó a su compañero, algo mal hecho por su parte ya que él era su subordinado y por tanto debía estar siempre detrás del mayor.

Cuando llegó a administración un policía barrigudo le atendió con una bebida en sus manos. Aquello le hizo acordarse de JiMin sin querer y su cabeza quiso creer que iba a acabar como aquél hombre: calvo y con una barriga prominente generada por el alcohol. A pesar de sus pensamientos el hombre fue educado y le indicó que sin su superior, no podría acceder a la información que estaba solicitando. Aquello le hizo fruncir su ceño y comprendió que tuviese el acceso denegado puesto que no era un caso asignado en exclusiva a él. Decidió sentarse en la sala de espera y dejar pasar el tiempo hasta que su compañero llegase. Suponía que no tardaría ya que habría ido prácticamente por el mismo camino que el suyo. Mientras tanto, decidió hacerse cargo de algunos quehaceres como la comida que debía comprar, hacer lista mental de la ropa que debía lavar y planchar además de algunas prendas que debía recoger a la vuelta de la tintorería. Respondió algunos mensajes de su chica (ahora muchísimo más calmada) hasta que pasó alrededor de una hora. TaeHyung apareció por la puerta con la ropa descolocada y la bandolera colgando de su hombro derecho. Entró con su expresión seria habitual y el policía que estaba allí, el barrigudo, le saludó cordialmente. TaeHyung se inclinó haciendo una pequeña reverencia y después miró a JungKook quien le dirigía una mirada asesina.

—Hola JungKook. —le dijo cuando por fin se paró en frente suyo.

—Llevo esperando una hora o tal vez más. —se quejó levantándose de donde estaba sentado. —¿La impuntualidad es algo habitual en usted, señor Kim? —TaeHyung le miró con los ojos abiertos y apartó la vista avergonzado. Después se inclinó en una reverencia recta y demasiado premeditada.

—Siento llegar tan tarde. —se disculpó y después caminó hasta recepción donde el hombre le preguntó cómo había estado. Parecían conocerse.

—Bien. —respondió sin ganas. —¿Usted? —«parecía que empleaba el usted con cualquier persona» pensó de manera cómica JungKook.

—Ya sabes. Con dos chiquillos en casa no hay manera de parar. Ni un sólo segundo. —TaeHyung asintió y JungKook vislumbró una ligera sonrisa en sus labios cuando mencionó a los niños. —La pequeña quiere casarse contigo, ya sabes. —TaeHyung abrió los ojos por la sorpresa. —Está todo el día preguntando cuándo vas a volver. Creo que piensa que eres un príncipe.

—Soy un mal partido. —el hombre se rió ante su comentario y después alzó las cejas como si estuviese dándole la razón. JungKook se sorprendió ante ese gesto y decidió frenar aquella conversación cuanto antes.

—Ahora que mi superior se encuentra aquí ¿puede darnos la información que precisamos, por favor?—el hombre le dirigió una mirada poco agradable y asintió. Después les indicó que le siguieran para buscar el documento que se había archivado. Los dos fueron detrás de él, uno con un semblante molesto y el otro neutro. Llegaron hasta el lugar donde se encontraban los documentos oficiales. El hombre les dió las llaves de aquel cajón y después les indicó que podían mirar cualquier cosa relacionada con aquél caso. Una vez hecho esto, se apartó un poco y se quedó en la puerta, sin realmente prestarles atención. TaeHyung agarró algunos papeles que quedaron olvidados por las manos nerviosas de JungKook. En lo único en lo que podía pensar era en que había perdido ya mucho tiempo y que el trabajo se le estaba acumulando. No estaba en condiciones de regalar algo tan valioso (como su tiempo) a alguien tan insignificante e imbécil como su nuevo compañero.

Comenzó a leer el caso detenidamente. Resultaba que una de las familias más ricas de Busan había estado buscando algún nuevo socio importante al que cederle parte de su capital social. Aparentemente, esta familia denominada Choi, una de las más influyentes en prácticamente todo el país por ser algo así como las Kardashians coreanas, estaban buscando socios para su estúpida empresa multimillonaria de relojes, collares y joyería de lujo. No era un producto muy demandado pero desde luego cubrían todos sus gastos.

Al parecer, la madre, jefa y directiva de toda la corporación, se subió en un avión con un representante de otra empresa a la cual quería contratar. Aparentemente un posible socio hasta las trancas de dinero. Lo poco que relataba el caso era que tanto la mujer como aquél miembro de la empresa contraria, una empresa de bolsos tanto de lujo como para compradores más intermedios, no habían vuelto a pisar tierra. Lo que todavía no entendía JungKook era por qué se había declarado conmoriencia. Era un término establecido en el derecho civil, relacionado directamente con las muertes y los testamentos. En estos casos sucedían cuando dos personas, por ejemplo una mujer y su hermana morían en un accidente a la vez. Por ley el hijo de esa mujer sería el heredero de todo lo que su madre poseyera pero en caso de conmoriencia no es así. Cuando ocurre o sucede la conmoriencia es cuando por testamento la mujer del ejemplo dedica o le deja a su hermana una casa suya para cuando muera, en vez de a sus hijos. Si se produce conmoriencia, se entendería que ambas mujeres han muerto a la vez, lo que supondría que la hermana no puede heredar esa casa dedicada a ella. Esto generaría que esa casa acabase siendo propiedad de los hijos.

—¿Por qué es conmoriencia? —preguntó más para sí mismo que para TaeHyung que estaba a su lado.

—Resulta que el individuo que se subió al avión con ella era un familiar importante y con un hueco en su testamento. —JungKook pegó un salto al escuchar su voz grave y concentrada.

—¿Quién? Aquí no viene quien se subió pero se ha establecido conmoriencia.

—Su primo. —contestó enseñándole unos papeles que estaba ojeando. —Un hombre de cincuenta y cuatro años. Primo por parte de padre. Grandes amigos desde la infancia. —le mostró una foto del hombre y la última vez que se le había visto con vida. —Un importante inversor de la empresa de bolsos Vicentia. Al parecer le enviaron a él por su cercanía con Choi SooMin. —comentó relajadamente. —Aunque malas lenguas dicen que su relación iba más allá del simple trabajo y familia. —JungKook suspiró esperándose que todo se redujera a un estúpido delito de celos amorosos. Odiaba esos tipos, completamente sobrevalorados.

—¿Y qué hay que investigar aquí? —preguntó creyendo que estaba perdiendo el tiempo de nuevo. —Está bastante claro, ¿No? —le dijo de manera directa y devolviéndole los papeles con brusquedad. El otro los cogió con un semblante serio y los colocó con cuidado. Después le enfocó con sus ojos en silencio. —Está claro que la mujer le mencionaba en su testamento porque le quería mucho más allá que como a un primo. Se encontraron probablemente en aquél avión para echar un polvo, ya sabes, la típica estupidez de los cincuentones. Toda esa mierda de sentirse joven y esa basura. —cogió aire y observó a TaeHyung escucharle muy concentrado. —Tuvieron un fallo en el avión y se hundió en el mar. Es una pena que su historia de amor haya acabado tan mal pero, realmente, no le veo mayores complicaciones que un mero accidente. —TaeHyung se mordió la lengua hasta que el otro dejó de hablar. Entonces frunció el ceño y guardó los papeles donde estaban, suponiendo que el chico no tenía intención de usarlos o estudiarlos y él ya se los sabía de memoria.

—¿Estás diciendo que esta investigación no tiene sentido? —preguntó sin creérselo.

—Sí. Me parece una pérdida de tiempo. —se quejó. —Probablemente será el típico crimen pasional. Pregúntale al marido de la mujer. Seguro que ha sido él el que ha causado el accidente. —TaeHyung se mantuvo serio y asintió.

JungKook dió por finalizada su intervención y salió del lugar sin despedirse del policía barrigudo.

No tenía tiempo que malgastar en gente como ellos.

Inspector KimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora