45. SooBin

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Una bofetada sonó por todo el cuarto y el cuerpo inconsciente se movió entre espasmos.

El chico estaba acuclillado en el suelo al lado del otro trajeado que se encontraba en alguna especie de trance.

—Mierda... ¿Quién eres?—murmuró el chico de cabello negro y tez blanca. Era un chico muy alto y esbelto. Vestía con una camisa barata y vaqueros negros desgastados—¿Qué haces aquí tirado, hombre? —preguntó de nuevo a la nada. El otro parecía no querer despertarse, pero sus párpados se movían, como si estuviese en una pesadilla y su respiración era errática. SooBin no sabía qué hacer exactamente. ¿Qué hacía ese chico allí tirado? No es que fuese habitual encontrar cosas raras en aquél lugar, conocía perfectamente a su dueño, pero eso se pasaba de castaño a oscuro. ¡Había una persona viva en la puerta que daba al garaje!

Sin nada más que hacer (sabiendo que no le contestaría los mensajes) fue a la cocina a por un vaso de agua. Lo llenó hasta el borde y volvió donde estaba el cuerpo inconsciente.

Miró al cuerpo, después observó el vaso y sin pensarlo mucho le tiró el agua helada en toda la cara. El otro reaccionó con un pequeño sobresalto que hizo que sus ojos se abrieran. Casi pegó un grito de la impresión, pero volvió en sí. SooBin se asustó con los ojos profundos del otro, pero no hizo nada.

El chico pareció recolocarse en el suelo, se peinó el cabello hacia atrás y respiró profundo recuperando lo que había ocurrido hacía unas horas. Al segundo sus ojos se abrieron de la sorpresa y saltó hasta ponerse de pie. SooBin se asombró por su agilidad y se quedó quieto en su sitio.

Entonces el chico delante suyo se dobló sobre sí mismo, como sufriendo por la acción que acababa de hacer y justo después hizo una pequeña arcada. No agusto con ella, se metió tres dedos en la boca hasta los nudillos y después vomitó todo lo que contenía su estómago, incluido el café que había ingerido. Una vez hecho aquello se limpió la boca con su mano y respiró hondo, recuperando el aliento como pudo. SooBin se mantuvo asombrado por todo lo que estaba haciendo delante suyo y sin tapujos, estaba alucinando. El otro frunció el ceño molesto y cuando pudo estirarse y sostenerse sobre sí le encaró.

—¿Quién eres? ¿Eres uno de los amigos de YeonJun? —preguntó con timidez. Si bien era más alto que el otro no le podía igualar en cuanto a la fuerza. El chico vestía un traje ajustado a su cuerpo esbelto y musculoso y SooBin sabía que no podría superarle.

—¿Quién eres tú? —le devolvió—¿Tú eres amigo de YeonJun? —SooBin se agobió ante aquella pregunta.

Todavía no había tenido los huevos de decirle a su madre que estaba saliendo con su mejor amigo y ni hablar de su padre. Tampoco le había dicho nada a sus otros amigos. Estaba tan asustado de decírselo al mundo que ese hombre no sería la excepción.

—Sí—declaró tragando saliva. —Soy su mejor amigo. —sabía que YeonJun le regañaría después ya que él nunca había tenido tapujos en asumir qué era y qué no era. Pero es que él no podía. ¡Cómo se enterase su hermano mayor sabía que sería su fin! Y no estaba preparado para eso. No todavía, al menos.

—¿Eres cómplice en todo esto?

—¿C-cómplice? ¿Cómplice de qué, señor?—preguntó asustado de los ojos llenos de ira del otro.

—¡¿Dónde está TaeHyung?! —le amenazó entonces agarrándole del cuello de su camisa y estampándolo contra la pared. El olor del vómito chocó contra sus fosas nasales cuando el chico le gritó desde tan cerca. SooBin se sintió mareado.

—¿Qui-quién es TaeHyung? —preguntó asustado por el golpe y la fuerza bruta del otro.

—¡Vamos, no me jodas! ¿Dónde tienes a TaeHyung? ¿Y qué me has hecho a mí? ¿¡Me has dormido para llegar a él!? —SooBin comenzó a temblar y de repente las lágrimas cayeron por sus mejillas.

Inspector KimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora