42. Estarás ahí

26 1 0
                                    

A la mañana siguiente JungKook se fue del apartamento con un sabor amargo en la boca.

Aquella mañana se había tenido que reprimir las ganas de abrazar a TaeHyung y hundirle en su pecho hasta que sintiera lo que le había hecho. Quería meterle en su interior frío y vacío y reclamarle por la pequeña luz que había encendido en su corazón. Una luz que poco a poco crecía con cada pequeño gesto. Una sonrisa, una mirada o una pequeña acción. Todo contaba y a la vez no.

TaeHyung intentó centrarse en su trabajo aquél día hasta que JungKook regresase por la tarde. Aprovechó las primeras horas para comunicarle a YeonJun que quería comentarle algunos aspectos de la investigación y que tal vez debería volver a ver a su tía Hana. Aquello pareció sorprender al chico y, al contrario de las anteriores veces, le citó en uno de sus muchos pisos de lujo del centro de Busan. TaeHyung no se quejó e informó a JungKook de sus planes, confirmando que tendría que salir antes del trabajo para poder charlar con YeonJun sobre lo que sabían.

No se habían comunicado con él desde que había ocurrido lo de su padre y TaeHyung no había recibido noticias de su estado, ni por parte de YoonGi, ni de YeJi, ni del propio chico. No estaba preocupado por él, pero prefería asegurarse. Después del desmantelamiento de los Busan Sons nadie estaba seguro, al menos no las personas que eran cercanas a ellos. Por eso mismo, aquella atención en las noticias era extremadamente peligrosa y TaeHyung casi se había olvidado de ella si no fuese porque JungKook trajo varios coches detrás suyo de medios de comunicación. Al parecer, de algún modo, habían conseguido averiguar la Comisaría en la que trabajaba el oficial y habían esperado en su puerta hasta que vieron a su objetivo entrar y salir a por un café acompañado de JiMin. Las fotos ya se habían colgado en internet, pero el chico de labios pomposos no resultó ser muy llamativo para las redes. Eso alivió a TaeHyung mientras leía todos los tweets relacionados con la marabunta de gente que había fuera de su casa. Muchos defendían que como agentes de policía debían respetar su intimidad, pero muchos otros argumentaban que estaban haciendo un trabajo pésimo y que eran unos incompetentes. Y, bueno, luego estaban aquellos que les encantaba la fantasía sexual del policía y el criminal. TaeHyung sintió algo de repulsión ante aquellos comentarios. Leyó cosas como:

"El Oficial Jeon debería llevar esposas, me gustaría que me esposara con esas manos 💦💦"

"Soy la única que quiere ser arrestada por alguno de estos dos?? 🥵"

"Es legal tener polis tan sexys???".

Se iba a desmayar. ¿Le consideraban atractivo hasta ese punto? Desde luego que él no se consideraba buen partido para nadie y menos físicamente.

Hubo un tiempo atrás en el que intentó recuperar su vida anterior, conseguir amistades nuevas, salir y mantener una vida más o menos parecida a la que había tenido antes de todo. Pero fue imposible. YoonGi le cuidaba mucho y le apoyó en todo momento, pero sus excentricidades hicieron que las personas que se esforzaba en conocer huyeran de sus extraños comportamientos. Nadie realmente se tomaba la molestia de conocerle del todo y, cuando lo hacían, se decepcionaban. En algunas ocasiones TaeHyung llegó a rendirse, dando por sentado que no era ni psicológica ni físicamente atractivo. Si tan siquiera atrayese a alguien por su físico, esa atracción se vería trucada en el momento en el que le viesen sin ropa. Sus cicatrices monstruosas, así como su piel quemada asustaba a cualquiera que le observaba. Aunque, debía admitir que JungKook le vió en paños menores y aún así le tocó con cariño y cuidado, le trató con respeto. No le dió asco ni intentó apartarse. Simplemente..., lo aceptó. Tal vez esa era la razón de porqué ya no le importaba que JungKook le tocara. No había juzgado su cuerpo y le había demostrado que podía y cuidaría de él.

Con una sonrisa segura salió del apartamento y se dirigió al coche deportivo de JungKook, donde le estaba esperando. Nada más entrar pudo ver la cara de agobio increíble del oficial que no dejaba de mirar hacia la puerta principal de la urbanización. Allí varios periodistas se amontonaban con paparazzis.

Inspector KimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora