Inspector Kim

41. El Primero

Cuando JungKook llegó al apartamento poco le faltó a TaeHyung para saltar sobre él de la emoción. Había estado las últimas horas estudiando y comprobando las fechas, los hechos y los parecidos. Lo cierto es que sólo podía agarrarse a esos documentos que le había dado el médico.

Estaba agotado de haber estado revisando archivos por la mañana y de haber tratado con tanta gente en busca de respuestas pero en cuanto vió a su amigo cruzar el umbral, las energías volvieron a su cuerpo.

—¡JungKook! —fue hasta él, quien todavía estaba dejando sus cosas. —No vas a creer lo que he descubierto...—a JungKook le brillaron también los ojos de la emoción y aunque ninguno esperaba encontrar nada relevante ese día, lo cierto era que había resultado todo lo contrario.

El problema era que TaeHyung no sabía qué hacer con aquella nueva información. ¿Debía investigar a los que podrían haber hecho algo así? ¿Qué debía hacer? Todo estaba en el aire y no parecía que se juntase en ningún punto.

Estuvieron una buena hora y media hablando sobre lo que TaeHyung descubrió. Sobre aquél médico tan extraño y sobre su relación con los Kang y los Choi. JungKook se sorprendió por cómo había conseguido sonsacarle la información y le dieron ganas de darle un enorme abrazo por lo bien que lo había hecho. Pero se consiguió controlar. 

Para ser sinceros, el día había sido una reverenda mierda para JungKook. Todo el día metido entre las cuatro paredes de la enorme oficina, rodeado de sus demás compañeros y acompañado de infinitos informes le habían drenado la energía. Pero cuando entró en su casa, habiendo olvidado que ahora no estaba solo, no pudo evitar sonreír cuando el otro casi corrió para recibirle y contarle lo que había conseguido averiguar. Adoró aquello de TaeHyung y se le contagiaron las energías al momento de ver sus ojos despiertos y risueños. Las malditas balas que revotaban en su estómago le obligaron a calmarse un poco porque sabía que estaría poniendo una cara de idiota mientras le observaba.

Una vez todo estuvo puesto sobre la mesa JungKook se mantuvo patidifuso viendo aquellas imágenes tan dolorosas.

—No sé qué hacer. —se sinceró TaeHyung.

—¿El médico no sabía por qué había muerto el niño?—preguntó confundido.

—Al parecer no. —JungKook asintió. —Todo esto me hace pensar que realmente no tiene relación con lo que llevamos investigado...—el oficial frunció el ceño. Aquello no era del todo cierto.

—¿Y si tiene que ver con El Primero? —TaeHyung entonces dudó.

—No tiene sentido.

—Es demasiada coincidencia que precisamente el primer hijo de SooMin muriese de manera horrible, que ellos dos muriesen el día de su cumpleaños y que el autor de este asesinato se hiciese llamar El Primero. Podría ser el primer hijo de SooMin. —TaeHyung asintió comprendiendo la línea que estaba siguiendo JungKook.

—Pero este YeonJun está muerto. —razonó—No puede salir de la tumba y asesinar a unos padres que nunca le quisieron…

—No, pero alguien puede vengarle en su nombre.

—Y ese alguien debía conocer de la existencia de YeonJun, del primer YeonJun...—JungKook asintió. TaeHyung cogió sus apuntes y buscó cualquier información de alguna entrevista que llevaron a cabo que pudiese dar pie a pensar que alguno sabía algo.

—Seguramente deberías preguntar a Hana. —TaeHyung levantó la cabeza tensionado. —Es la única que estaba viva y tal vez puede tener recuerdos del niño. —TaeHyung suspiró dejando de lado su cuaderno.

Después de todo esto JungKook respiró profundamente y observó a TaeHyung evitando que éste se diese cuenta.

—Voy a darme una ducha. —le informó. TaeHyung se sintió repentinamente culpable por haberle retenido de descansar y hacerse cargo de sus necesidades. Sin embargo, antes de que pudiera hundirse en sus pensamientos JungKook le sacó de su mente con una sonrisa cansada —¿Qué te parece si pedimos pizza para cenar? Creo que este gran avance hay que celebrarlo. —TaeHyung sintió su estómago dar un salto de la emoción y como si fuese un niño pequeño asintió con ganas. —Puedes ir pidiéndola. Me gusta la de pepperoni. —TaeHyung puso cara de asco. —Ahg, no me digas que te gusta la de piña.