18. Gala

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«De acuerdo»

TaeHyung había decidido aceptar ir con él a esa estúpida gala anual organizada por sus padres.

Lo cierto era que el día anterior su madre le había llamado ilusionada con la velada de la noche siguiente, expresando nervios por los asistentes a la gala. JungKook entonces se había quedado petrificado. «¿Cómo que una gala? ¿Cómo que mañana?» Todas esas malditas preguntas se le pasaron por la cabeza mientras su madre se reía de sus propias tonterías. Poco después de finalizar la llamada de manera apresurada cogió su móvil y le intentó mandar un mensaje a Rosé, buscando la salida más fácil. Sin embargo, la chica no le contestó de inmediato y JungKook se impacientó. No podía esperar que un lío de una noche (que además había terminado de arruinar su relación) le salvase de un apuro como en el que se encontraba, así que desistió en la segunda llamada.

Desesperado, se sentó en su cuarto y sopesó ideas. Se le cruzó por la cabeza llevar a JiMin, pero se acordó que el chico le había mencionado que esa noche tenía planes con sus amigos, así que le descartó rápido.

Al rato, un olor agradable se le metió en la nariz y cerró los ojos por instinto. Tenía un olfato algo peculiar y adoraba ciertos olores de suavizantes de ropa. Ése en especial era desconocido para él, pero podía asegurar que ya le encantaba.

Olvidándose de su anterior búsqueda desesperada, buscó el origen de ese olor tan nuevo y se espantó al descubrir de dónde venía. Con las prisas no había tenido tiempo de devolverle a TaeHyung su bufanda. Ésta todavía seguía anudada a su cuello, cumpliendo su función a la perfección. Con una sonrisa inspiró el olor y sopesó su idea.
Llevar a TaeHyung podría ser un desastre. El chico no le caía especialmente bien (a pesar del buen día que habían pasado, JungKook no se dejaba engañar) y tampoco confiaba en que fuese a ser mágicamente carismático con los invitados. Era más bien introvertido, de esos raritos que les encanta leer con una lamparita cutre antes de ir a dormir. O de los que se toman su tiempo para beber su café.

Sin embargo, y a su pesar, era su única opción posible en aquél momento. Por mucho que lo detestase haría un esfuerzo. Además, al menos era atractivo. «Eso gustará en la gala» pensó.

Así que se decidió en llamarle.

Por unos segundos creyó que TaeHyung le dejaría tirado.

Pero no lo hizo.

Y por eso ahora se encontraba ahí, entre trajes negros y gomina para el pelo.

Estaba de nuevo agobiado por el poco tiempo que tenía para prepararse. Mientras terminaba de colocar su pelo, dejando su frente cubierta por su flequillo corto sopesó la idea de quitarse sus piercings. El del labio iba fuera seguro, pero no veía necesario quitar el de la ceja. Además, podía taparse con el pelo.

Una vez su aspecto no pudo estar mejor, se decidió por salir de su casa e ir en busca de su acompañante. TaeHyung le citó en la puerta de la tienda de su amigo, diciendo que estaría allí preparándose con él.

Como bien le había indicado, JungKook condujo hasta el local y esperó unos minutos en su coche. Al ver que TaeHyung no llegaba, salió en su busca. Con pasos apresurados se acercó a la tienda y abrió su puerta principal. Del otro lado se encontró de bruces con un TaeHyung muy bien vestido. Su flequillo estaba peinado hacia atrás por tanto, dejaba ver su frente. Llevaba una camisa negra con una chaqueta blanca que tenía adornos en negro bordados. Lo acompañaban unos pantalones de vestir negros al igual que unos zapatos. JungKook se alegró de haber escogido un traje negro para así combinar con TaeHyung. Sin embargo, seguían pareciendo opuestos.

Jin le recibió con una sonrisa y no tardó ni dos segundos en criticar su atuendo. A pesar de esto, JungKook no pudo separar los ojos de la pieza de arte que era el traje de su superior. Por una vez agradaría a los ojos de los mortales y no los abrasaría.

Inspector KimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora