33. Estrategia

26 1 0
                                        

—Lo importante aquí es que rompiste nuestro acuerdo, nuestra promesa. —le recordó Félix mientras varios chicos salieron de las calles para rodearle. JungKook sabía que iban armados, así que decidió quedarse quieto mientras le agarraban por los brazos. —Y debes ser castigado por ello. —JungKook suspiró agobiado por lo que el chico tenía en mente. Caminaron todos unidos hasta que alcanzaron la parte más pobre del barrio, en donde le metieron en un edificio de apartamentos viejo pero que aún contenía a familias en su interior. Sin mucho cuidado, le empujaron por las escaleras hasta que llegaron al piso correspondiente. Félix abrió la puerta y dejó entrar a todos los chicos que contenían a JungKook. Mientras tanto, JungKook intentó memorizar el lugar por el que le habían llevado. Efectivamente y como él había previsto, su hogar había cambiado de localización y no se asemejaba en nada a su anterior base (siendo esta el apartado de un parque casi abandonado).

—Cachearlo—ordenó entonces Félix a los chicos temblorosos que le mantenían medio retenido. Todos habían visto cómo había tumbado a aquél otro chaval y no querían sufrir lo mismo. Le quitaron una pistola y un cuchillo, sin embargo Félix se mostró sorprendido cuando no dieron con ningún walkie-talkie o audífono parecido con el que comunicarse con sus colegas policías.

—¿Qué queréis de mí? —preguntó algo sarcástico entonces. —Es evidente que nadie ha aportado más que yo a esta banda. —sintió cómo su orgullo adolescente regresaba a sus venas con demasiada facilidad. Tal vez Jennie había tenido razón, y pertenecer a una banda era algo que te marcaba de por vida. Más para mal que para bien.

—Eso es cierto, pero con un chasquido de tus dedos podrías acabar con nuestro negocio y eso es lo último que queremos. —rebatió Félix mientras se sentaba en un sofá pequeño y ciertamente manchado.

—He cumplido mi promesa. Nadie se ha metido en vuestro negocio.

—Hasta hace cuatro días.

—¿TaeHyung vino hace cuatro días? —una risa se escuchó entonces por la sala. JungKook observó a un miembro que no conocía acercarse mientras fumaba de un canuto demasiado gordo. El olor a María inundó la estancia y JungKook sintió cómo su cabeza daba pequeñas vueltas. Varios años sin sentir ese olor a su alrededor hacía que recordase tantas sensaciones pasadas de otra vida…

—Este chico es tonto, Félix. Cuesta creer que estuvieras con él...—un chico con los brazos musculosos y nariz prominente se dejó ver en la habitación. Félix le dedicó una sonrisa encantadora antes de que el otro le agarrara la nuca y juntasen sus labios de manera brusca.

—Aaah, —soltó JungKook para joderles el momento—Así que ya no les da miedo a los demás tu homosexualidad.—sus ojos enfocaron a Félix con maldad. Sabía que estaba dando en un punto débil— Parece que has hecho avances mientras yo no estaba, ¿Eh? —el fuego se vió crepitar en los ojos del otro sujeto, con el que Félix parecía mantener alguna relación.

—Resulta que en la banda te miden por tu utilidad, no por quién te folles, JungKook. —soltó con maldad entonces Félix—Me echaron cuando nos descubrieron, pero la banda acabó tan mal que me necesitaron de vuelta…

—¡Já! —se rió con sarcasmo —Si la banda sufrió con tu ida no sé qué debió de ocurrir cuando yo me fui.

—Eras muy bueno, JungKook. —confesó Félix con un tono de voz enigmático. —Pero decidiste quedarte en el bando contrario y eso es imperdonable. —JungKook entonces tragó saliva, perdiendo todo el sarcasmo de su cuerpo.

—¿Qué queréis de mí? —repitió, perdiendo la paciencia.

—Queremos que vuelvas a la banda. Deja tu vida y regresa. —JungKook frunció el ceño—De no hacerlo, haremos de tu vida actual un infierno, torturaremos a tus amigos, acabaremos con tu trabajo y romperemos todo lo que has ganado en estos años. Y, obviamente, no volverás a ver a TaeHyung…—JungKook cerró los ojos para darse un momento para pensar exactamente en lo que debía hacer.

Inspector KimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora