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VEINTE

Aster Diosado

Tal y como había dicho Zayd, el rubio me esperaba en la habitación, no me dió tiempo a entrar por completo cuando él ya tenía mi mano agarrada y nos conducía por los pasillos casi corriendo.

- ¿A dónde vamos? - pregunté sin poder evitar la sonrisa que se asomaba entre mis labios, expectante.

- Es una sorpresa - dijo Mirk tirando de mi brazo hacia el exterior del internado.

- ¿Y nos vamos fuera del internado un martes por la noche cuando se supone que estamos durmiendo? más que una sorpresa parece que vamos a robar algo - me reí viendo como él parecía pensarlo antes de responder.

- Puede que no hayas participado en esa parte - dijo agitando las llaves de la moto en el aire con una sonrisa ganadora en el rostro.

Esto se está poniendo interesante

Mirk tiró de mí andando más rápido hacia la moto. Me pasó un casco y nos subimos.

Apoyé la cabeza en su hombro y sonreí dándole un apretón a su cuerpo que se encontraba prisionero entre mis brazos.

- No me vas a decir a donde aún ¿verdad? - pregunté cuando arrancó la moto.

- Que lista eres cuando quieres mocosa - empezó a reírse dando un golpe suave en el casco. Aceleró guiándonos por la interminable carretera dejando atrás el internado.

Ninguno de los dos dijo nada en el viaje. Él conducía y yo miraba el cielo adornado por las estrellas que se dejaban ver por encima de las pocas nubes que había. Todo se veía a gran velocidad, ni siquiera me di cuenta cuando la moto empezó a frenar ni cuando llegamos a la entrada de un pequeño recinto con atracciones de feria.

Me quedé embobada mirándolo todo, intentando no dejarme ningún detalle sin admirar. Todos los colores que se veían juntos, la música alta haciendo casi imposible hablar sin gritar, la gente riendo aquí y allá...Probablemente suene raro, pero nunca había estado en una feria. No me había subido nunca en una noria o comido algodón de azúcar, con mi familia hacíamos otro tipo de actividades sin tanto ruido. Y esto era simplemente increíble.

- Aster - escuche a Mirk. Ya se había bajado de la moto y me miraba esperando - Si no te gusta podemos volver - dijo rascándose la nuca nervioso. Me saqué el casco lo más de prisa que pude negando energéticamente con la cabeza.

- Me encanta - asegure. Cogí su mano arrastrándolo dentro como una niña pequeña. No lo voy a negar, estaba emocionada. Me pare justo en la entrada, sin saber a donde ir primero.

- Tu eliges mocosa, ¿que hacemos primero? - mordí mi labio inferior pensando. Señale un puesto lleno de peluches y muñecos de colores y lo llevé hacia el.

Me concentré en meter los aros en las botellas para conseguir un peluche con forma de tigre que colgaba del puesto. Llevaba 4 tiros de 6 y no había tenido suerte.

- ¿Quieres que tire una? - preguntó Mirk sin ocultar la sonrisa de burla que se dejaba ver en su rostro.

- Yo puedo - dije ofuscada negando con la cabeza.

- ¿Sabes que cuando te concentras te muerdes la lengua? - dijo el rubio sin dejar de mirarme - Eres adorable

Tire como pude mi penúltimo aro y me gire clavando mis ojos en los suyos.

- No soy adorable, en todo caso encantadora - sonreí con egoísmo y me hice a un lado - tu turno rey, como no consigas el peluche despídete de ser fértil.

Él se empezó a carcajear y el hombre del puesto nos miró con algo de miedo, bueno, me miró. Pero realmente quería ese peluche y necesitaba que Mirk lo consiguiera.

- Sin presiones vaya - dijo Mirk colocándose para lanzar.

No tengo ni idea de como lo hizo pero su aro acertó y el peluche con forma de tigre fue mio. El hombre del puesto lo bajó y se tendió.

- Parece que aún voy a poder tener hijos - bromeó el rubio pasando su brazo por mis hombros y apretando un poco contra él a la vez que yo le quitaba el peluche de las manos.

Sonreí sin poder evitarlo y dejé un pequeño beso cerca de la comisura de sus labios susurrando un agradecimiento.

Montamos en los coches de choque, en una montaña rusa y pasamos a hacernos fotos en el fotomatón.

Salí de la cabina soltando una carcajada, Mirk me siguió incómodo. Recogimos las fotos y él las guardó en su chaqueta.

Estuvimos un rato más dando vueltas, comiendo algodón de azúcar y admirando las luces. De repente Mirk cogió mi mano guiándonos hasta la cola para montar en la noria.

Llegó nuestro turno para subir, dudé un poco antes, pero finalmente entré en la cabina. Mirk se sentó a mi lado pasándome el brazo por encima de los hombros.

- Bien - se aclaró la garganta - ¿Qué te ha parecido? - pregunto nervioso.

- Ha sido lo mejor que he hecho desde hace mucho tiempo - le miré sin dejar de sonreír. - pero... ¿Por qué esto ahora?

- No tuvimos un buen comienzo - se rió - y ... nunca te lleve a una cita - terminó mirando hacía la carretera por la que habíamos llegado. Me pareció ver sus mejillas enrojecer un poco. Levanté la vista dejándola en él.

Me acerqué y junté nuestros labios, un beso tierno, él respondió al instante y noté su sonrisa mientras.

- ¿Ahora es cuando me pides que oficialmente sea tu novia? - pregunté divertida sin poder quitar la mirada del chico rubio que sonreía a mi lado.

- Pensaba esperar a la siguiente pero bueno si tienes tanta prisa - Mirk se removió en su asiento sacando una cajita del bolsillo. - Aster, estoy perdido.- soltó un suspiro antes de seguir. - Perdido desde el día en que te encontré durmiendo en el pasillo delante de mi habitación. Desde que me dejaste solo en aquella clase después de un beso con ganas de más. Perdido porque no sé qué más puedo hacer. Es algo en tu forma de mirar a través de mis ojos, que hace que me sienta así. No sé si voy a conseguir salir vivo de aquí. Lo peor es que no me importa, no mientras tú sigas conmigo. No se si te has dado cuenta mocosa, pero me tienes a tus pies - terminó soltando una risita nerviosa. Antes de que me diera tiempo a contestar, la noria paró y en lo más alto de esta, Mirk abrió la cajita. No me moví, él sacó el colgante de la caja.

- Aster, ¿saldrías conmigo? - asentí muchas veces aún sin poder soltar palabra, Mirk me dedicó una sonrisa y me gire para que pudiera ponerme el colgante. Una magdalena. Me reí al verlo, cuando terminó lo dejé caer sobre mi pecho y me giré para volver a mirar a Mirk.

No sabía que decir, solo me acerqué lo besé, con cariño, poco a poco el beso fue tomando una forma más intensa, salimos de la noria entre risas y besos y me quedé parada en la entrada. Solo mirándole a él.

- Ya es tarde - dijo revisando la hora en su móvil - ¿Te parece si nos vamos?

Asentí. Caminamos de la mano hasta la moto y Mirk condujo el camino de vuelta al internado.

Entramos en la habitación de Mirk, me apoyé en la puerta cerrándola de paso, viendo como el rubio se sacaba la sudadera y se giraba a verme.

Extendió la mano sentándose en la cama, me adelante a cogerla quedando también sentada en sus piernas. No había dejado de sonreír, cuando volví a unir nuestros labios. Nos separamos a tomar aire y él clavó sus ojos en mi pecho, mirando el colgante.

- Te queda perfecto - susurró, empezando a dejar tiernos y suaves besos por mi cuello.

Llevé mis manos a su nuca y él las dejó en mi cintura. Nos giró dejándome abajo, pase mis manos por su cabello despeinado un poco más de lo que ya estaba.

No deje de sonreír en ningún momento, ¿quién podría? Esta había sido la mejor primera cita que había tenido. Tampoco es que tuviera donde comparar, pero no me importó, me sentía feliz por primera vez en mucho tiempo, me sentía completamente feliz y todo gracias al rubio gruñón que me sonreía de vuelta.

Entre golpes y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora