XXXVI

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TREINTA Y SEIS

Mirk Hokins

Todos se habían ido, Zayd y Lia se marcharon hace horas prometiendo volver mañana cuando los horarios de visita permitieran entrar para ver a Aster. Eric y Axel que se habían ido hace todavía más junto con Cailín volvieron tomándome por sorpresa.

- ¿No piensas irte a dormir? - preguntó Eric sonriendo. Negué, no pensaba moverme de aquí hasta que Aster se levantó de la camilla. - Te van a echar los horarios de visita casi han terminado. - siguió, haciendo un gesto con la cabeza.

- No me voy a ir, ¿Que pasa si se despierta? No quiero que esté sola - dije firmemente apretando un poco la mano de Aster que estaba entre las mías.

- Por más bonito que suene eso si quieres que no te echen de aquí a patadas vas a tener que hacer algo más que decir frases cursis - dijo él echando una rápida mirada a su hermano el cual se había mantenido estático mirando la camilla fijamente sin emitir ni un ruido. - Por suerte para ti yo tampoco quiero que Aster se quede sola y no podemos ser nosotros los que nos quedemos, así que te vamos a ayudar a colarte - explicó con aires de superioridad. Estaba más que claro que eran hermanos, los tres tenían una buena autoestima, o por lo menos eso daban a entender - ¿Verdad? - preguntó en dirección a su hermano. Este asintió continuando con su silencio. Dicho esto ambos se dieron la vuelta para salir de la habitación y sin más remedió les seguí.

Estuvimos más de media hora esperando en el coche de mi padre.

- ¿Qué le pasa? - pregunté en un susurro a Eric. No era muy común ver a Axel tan callado, normalmente se dedicaba a parlotear sobre cualquier cosa para rellenar el silencio.

- ¿A Axel? Nada, se está mentalizando - dijo despreocupado - es una forma un poco rara, yo también lo pienso, pero si a él le funciona a mi me vale.

- ¿Y no puede hablar? - volví a preguntar mirándole de reojo.

- Si puedo, ¿sabes que también puedo hacer? Escuchar. - dijo molesto - no soy sordo imbécil. - Eric soltó una risita disimulada y Axel volvió a fijar la vista en el suelo del coche.

Después de unos segundos Eric abrió la puerta del coche para salir y Axel hizo lo mismo con la de atrás. Les seguí con prisas y algo nervioso sin saber que iban a hacer ahora.

- Mirk - me llamó Eric parándose antes de entrar. - Una vez esté dentro, quéjate exageradamente. - No entendí a qué se refería, pero tampoco me dio tiempo a preguntar porque justo después de hablar entró en el hospital y se acercó a preguntar algo en la recepción.

Axel y yo nos quedamos de pié, justo delante de la puerta, lo suficiente alejados como para no escuchar lo que Eric hablaba a través de la puerta del hospital.

En ese momento el más pequeño de los hermanos giró la cabeza dando una fugaz mirada al chico a mi lado.

Sentí un impacto en mi mejilla luego de que se volviera a girar. Axel se quedó parado mirando esperando por una reacción, al no tenerla volvió a cerrar el puño impactando de nuevo en la otra mejilla.

- ¿Qué haces? - me quejé. Le empujé con fuerza alejándole de mi. Axel siguió sin moverse, callado, a los pocos segundos volví a sentir su puño en mi mejilla.

- ¡Deja de darme! - le grité cansado. Él seguía mirando hacia mi, de vez en cuando echando una mirada de reojo a su hermano.

No me respondió, era como si ni siquiera me hubiera escuchado y volvió a cerrar los puños acercándose un poco. Me paré de frente a él. No quería pelear con nadie, estaba cansado, pero no iba a dejar que hiciera lo que quisiera, así que esta vez le devolví el golpe.

Entre golpes y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora