XVII

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DIECISIETE

Arrugué el papel en mi mano, apretando los puños con fuerza. ¿En serio creía que me apetecía verle? Después de lo de ayer, si es que le llego a ver aunque sea solo por el pasillo iba a desear no haberme conocido. Además su nariz y yo tenemos una charla pendiente, porque acabó demasiado intacta el otro día.

Llamé más fuerte a la puerta y una vez más nadie respondió.

- Siempre tan molesta - dijo el rubio peinando su cabello con las manos - No ves que no quieren abrir, estarán ocupados.

Me molesta su voz, ¿no tiene un botón de silencio?

Rodé los ojos ante el comentario de Mirk, y odie saber que tenía razón. Por eso, sin esperar ni un segundo más agarre la bolsa con los libros, abrí la puerta y entré.

Siento invadir la privacidad, pero no aguanto al personaje de fuera.

Yvonne estaba sentada en la cama con Niko apoyando la cabeza en sus piernas mientras ella leía un libro.

- Hola Aster - me sonrió Yvonne levantando la cabeza del libro.

- Ugh os odio - me queje dejando los libros en la mesa - sois demasiado adorables, me ponéis enferma - les sonreí volviendo a la puerta.

- Niko - le llame antes de salir. Este levantó un poco la vista y se pudieron apreciar sus mejillas rosadas y el brillo en su mirada, solo sonreí - que no se te olviden, o Zayd se carga el curso - el rizado asintió y cerré la puerta dispuesta a irme.

- Que lo pases bien - me dijo Mirk extendiendo la nota que antes había tenido en mi mano, se me debió de haber caído al coger la bolsa. Él rió irónico, no le conteste, ni cogí la nota. Seguí caminando hacia Cailín que seguía hablando por teléfono al final del pasillo. - ¡Disfruta de la velada! - se le escuchó gritar a mis espaldas.

23: 20 pm

Llevo dando vueltas por mi habitación desde que Cailín se ha ido hace aproximadamente 30 min. Y aún no he decidido que es lo mejor, ¿voy o no?, si no voy, el problema va a seguir ahí y por más que le evite las ganas de romperle la nariz no se van a ir. Y si voy es muy probable que no termine de la mejor manera.

Pero al menos el problema estará solucionado y su nariz rota.

Después de una breve y pacífica reflexión cogí una chaqueta del armario y caminé hasta la entrada. Las cosas no se solucionan por si solas. La puerta estaba entreabierta y supuse que William estaba ya fuera.

- Will...-

- Aquí - me sobresalte al escuchar a William a mi lado. - pensaba que no ibas a venir - dijo él mirando el reloj en su muñeca.

- Pues ya ves que no acertaste - dije algo impaciente. El castaño me miró sonriendo. - ¿Vas a decirme algo o me voy antes de que me entren más ganas de arrancarte cada uno de los dientes que forman tu odiosa sonrisa? - dije batiendo las pestañas y sonriendo de manera inocente en un tono sarcástico.

- Echa el freno fiera - dijo levantando las palmas de las manos en el aire, en un signo de rendición - solo te he llamado porque quería decirte que lo siento. Fue un impulso, no estuvo bien, pero el solo hecho de pensar que Mirk... -

- Eso no arregla nada - le corté. - Además tu no eres el que decide si estoy con uno o con otro, porque tú no eres nadie.

- Ya lo se pero...-

- Ni que fuera de tu propiedad - dijo alguien detrás de mí en un tono más alto - No tienes nada que decir. Te lo ha dejado claro.

Me di la vuelta para ver al propietario de aquella voz, aunque ya supiera de quien era. Ahí estaba, medio escondido en la capucha de su chaqueta. Sus ojos azules clavados en el castaño un poco más alante.

Entre golpes y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora