XXXII

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TREINTA Y DOS

Mirk Hokins

Se escucharon gritos de fuera. Nervioso, corrí de nuevo dentro del comedor al no ver salir a Aster. Esto había sido una muy mala idea.

Estaba en el suelo, había sangre, no mucha, pero lo suficiente como para crear un pequeño charco alrededor de ella.

Sin pensarlo dos veces, la saqué de allí lo más rápido que pude.

Estaba asustado, no por mí, sino por ella. No se movía, se cubría el costado con la mano, mantenía los ojos cerrados y parecía respirar con dificultad. El corazón me latía deprisa, muy deprisa, como si quisiera salirse del pecho.

- Duele - susurro ella débilmente.

Nos saqué a ambos a la entrada del edificio, donde ya se encontraban casi todos los alumnos y profesores.

Segundos después se escuchó la sirena de lo que supuse sería una ambulancia. Me moví deprisa intentando llegar a ella.

Todo pasó muy deprisa. Gente dando órdenes, todos estaban asustados, nadie sabía qué hacer, todo era confuso, me aferré más al cuerpo de la chica en mis brazos sin querer soltarla ni un segundo.

- Vas a estar bien - repetía una y otra vez - Vas a salir de esta. - No se si lo decía más por ella que por mi, ya que Aster no parecía estar escuchándome.

Deje a Aster en una de las camillas que había cerca de las ambulancias, uno de los médicos la revisó, pero estuvo poco tiempo, la subieron a una ambulancia. Cuando intenté subir también me negaron el paso argumentando que se encontraba en estado crítico. No dije nada, era como si hubiera perdido la capacidad de articular cualquier palabra.

Vi a la ambulancia alejarse con Aster dentro. Me giré para buscar al resto de mis compañeros ansioso y queriendo llegar al hospital cuanto antes.

Visualicé a Zayd y Cailín alejados del resto, cerca del aparcamiento. Niko abrazando a Yvonne que lloraba. Y Lia, seria al lado de ambas parejas, mirando todo con una concentración sorprendente para las circunstancias.

Me acerqué a ellos. Al verme Zayd se soltó de Cailín acercándose a mi.

- ¿Estás bien? - preguntó pasando la mirada por mí asegurándose de que no tenía ninguna herida. Yo asentí, me giré hacia Cailín, tenía los ojos inundados de lágrimas pero no las dejaba caer. Ella también me miró, se acercó poniéndose a la altura de Zayd.

- ¿Estaba contigo? - preguntó ella con la voz temblorosa. Sabía a quién se refería, claro que lo sabía, Cailín era una de las personas que más se preocupaba por Aster, desde que se conocieron no había ni un solo día que no se ayudaran en algo. Volví a asentir, no sabía que más hacer, las palabras seguían atrapadas en mi garganta sin poder salir.

- ¿Y dónde está? - preguntó de nuevo mi amigo mirando detrás de mí poniendo en palabras las dudas de su novia y buscando a mi chica entre la gente. No contesté. Cailín entendió el mensaje, de un momento a otro las lágrimas que se acumulaban en sus ojos nublando su vista corrieron por sus mejillas. - ¡Mirk! ¿Dónde está Aster? - volvió a preguntar más nervioso. Negué sin saber muy bien qué responder.

- No salió bien - fue lo único que fui capaz de articular. Todos quedamos en silencio. Durante unos segundos no se escuchaba nada más aparte del silencio. En mi cabeza solo se repetía una y otra vez la imágen de Aster en la camilla.

- ¡MIRK REACCIONA DE UNA VEZ COJONES! - me gritó la pelirroja al ver que no era capaz de moverme. Asentí y sin decir nada me alejé buscando a Hokins entre la multitud.

Entre golpes y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora