XXXVI

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TREINTA Y CINCO

Axel Diosado

- Espero no hayas empezado sin mi hermanito - dije entusiasmado nada más volver de acompañar a Cailín.

Si, el plan no me hacía mucha gracia, quiero decir a nadie le gusta llegar a estos extremos, pero el hecho de que lo hemos estado llevando a cabo los tres como en los viejos tiempos y que probablemente me esté empezando a subir la adrenalina por las pastillas de esta tarde, me hacía estar realmente emocionado por lo que iba a ocurrir.

- Tienes vía libre - me contestó señalando al chico que nos miraba desde el suelo.

- Te estábamos esperando - dijo Tiago - ¿Ahora ya sí podemos empezar o tenemos que esperar a que tu hermanito pequeño te lo mande? - dijo riendo.

Estaba seguro de que Tiago sabía lo que iba a pasar a continuación, quiero decir, ni yo soy tan estúpido como para no verlo, por eso su repentina risa me tomó por sorpresa haciendo que me quedara quieto mirándole con Eric a mi espalda.

- Axel, Axel, Axel. Mi guapísimo Axel. ¿Que se siente al ser la oveja negra en la familia? Dime, ¿cómo llevas lo de decepcionar a todos? Incluso a ti mismo - le miré perplejo sin saber qué responder ¿porque me está diciendo esto ahora? ¿quiere hacerme enfadar?. - Lo sé todo. Que tu padre te mando lejos porque se avergüenza de tener un hijo tan idiota, que tu madre te odia por meter a su hija en las drogas y que tus queridos hermanos, las personas que más quieres en el mundo, ni siquiera te tienen en cuenta, seguro que ellos estaban felices siendo una familia de cuatro, sin acordarse de tu insignificante existencia.

Mientras que tú estabas pasándotelo genial entre fiesta y fiesta o... pelea y pelea, depende de los ahorros que tuvieras en el momento ¿no?

Apreté los puños y me acerqué a él. Me agaché para verle la cara, una vez estuve a su altura, debido a la oscuridad que nos rodeaba no pude detallar su expresión, pero me jugaría cualquier cosa a que tenía una expresión se suficiencia plasmada en el rostro.

Puede que no me hubiera sabido nunca su nombre, pero le conocía bien.

- No tendrías que haber abierto la boca, te ves mucho mejor callado - dije agarrando el cuello de su camiseta para levantarle a la vez que yo.

Le empuje con la suficiente fuerza como para que tropezara hacía atrás apoyándose en el árbol detrás de él. Volví a agarrar su camiseta levantándolo un poco más, lo justo para que sus pies no tocaran el suelo. Aún así no conseguía sobrepasarme, porque sí, él era alto, pero yo lo era más.

- Siempre te gustaron las personas poco habladoras. Supongo que por eso te llamaba más la atención antes. - dijo él sin dejarse intimidar - para tu mala suerte ya no soy el chico callado que se ponía nervioso al cruzarse contigo por los pasillos.

- Sabes, nunca me caíste bien, desde que supe porque seguiste al lado de mi hermana después de que pelearan ella y Luna, no mejoro. - dije sin apartar la mirada que tenía fija en sus ojos.

- Lo sabes porque yo te lo dije - respondió él en un susurro. No tenía claro si Eric estaba lo suficientemente cerca como para poder escuchar lo que decíamos. Esperaba que no, si no después de esto me iba a tocar dar una explicación de cosas que hice y no me siento muy orgulloso de ellas.

- Si no fuera por mí, te habrías vuelto loco en ese lugar, sin saber nada del exterior. - siguió hablando. Apreté más su camiseta en mi puño, clavándola en su pecho.

- Ya te lo agradecí, no te debo nada - dije con la voz cargada de resentimiento.

- Déjate de charlas Axel tenemos más cosas que hacer, o lo haces ya o me voy y aquí te quedas - dijo Eric desde atrás impacientándose.

Entre golpes y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora