XIX

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DIECINUEVE

Aster Diosado

¿Y si nos vamos? - pregunté inocentemente sin apartar la mirada del rubio enfrente de mi.

Mirk cogió mi mano con fuerza llevándonos casi corriendo por los pasillos del hospital, hasta la puerta de la habitación de Lia.

No me lo esperaba así de rápido, pero no me quejo

Me miró durante unos segundos y abrió la puerta. Agarró nuestras chaquetas y la mochila que yo había traído y salió de allí sin siquiera mirar a las dos personas que se encontraban dentro.

- Adiós, hasta mañana - me despedí de los hermanos que nos miraban perplejos.

Nos subimos en la moto de Mirk y llegamos al internado en un tiempo récord. Con el rubio tirando de mí para ir más deprisa llegamos a mi habitación.

Cerré la puerta. Me giré y el cuerpo de Mirk ya se encontraba pegado al mío. Sus manos en mis caderas, seguro que dejarían marca de lo fuerte que apretaba, sus labios encontraron los míos y cerré los ojos dejándome llevar.

Una llamada en el móvil me despertó, me removí un poco aún sintiendo el cuerpo dormido y pesado de Mirk a mi lado.

Agarré su camiseta del suelo y me la puse saliendo al pasillo.

- ¿Si? - contesté sin siquiera mirar quién había llamado.

- Aster - respondió mi padre a modo de saludo desde el otro lado de la línea.

¿Mi padre ha llamado sin que Eric me avisase antes? Algo realmente malo tenía que estar pasando. Nadie en mi familia llama por teléfono. Eric y yo que hablamos por mensaje. Las llamadas siempre son para algo realmente importante o circunstancias extremas.

Se ha muerto alguien

Papá. Amm hola ... ¿Ha pasado algo? - pregunté empezando a ponerme nerviosa. No era normal recibir llamadas de la familia, y menos de mi padre.

- No, quería solo avisarte de que tu hermano va a pasarse un par de días por allí. - dijo él tranquilo como siempre.

- No sé si el director...

- Ya se lo he dicho, está todo solucionado, solo te avisaba para que lo sepas. - terminó de hablar cortándome.

- Vale - asentí aunque él no podía verme.

Seguido colgó la llamada y volví a entrar en mi habitación. Mirk estaba levantado, ya vestido.

- Eso de robar ropa te queda bien mocosa - dijo pasándose la mano por el pelo.

- No tienes mucha prisa, ¿verdad? - pregunté sonriente, volviendo a cerrar la puerta con llave. Él me miró levantando una ceja.

- ¿Alguien se ha levantado contenta? - asentí deshaciéndome de la camiseta que llevaba puesta.

No me dio tiempo a alejarme mucho de la puerta cuando Mirk se acercó, dejando pequeños y sonoros besos a lo largo de mi cuello. Me dio un leve empujón dejándome caer en la cama. Sonreí conectando mis ojos con los suyos, una media sonrisa se dejó ver a través de sus labios.

- Te va a encantar - dijo muy seguro de sí mismo.

- Ya veremos - dije riéndome volviendo a besar sus labios.

Alguien tocó la puerta e intentó abrir pero al estar cerrada no pudo.

- No abras -dijo Mirk en un gruñido dejando un camino de besos por todo mi abdomen.

Entre golpes y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora