XXXIV

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TREINTA Y CUATRO

Cailín Brown

Había llegado un poco antes de las diez así que llevaba un rato esperando en la puerta. En un momento la pantalla de mi móvil se encendió, un mensaje de Axel:

<< Confiamos en ti pelirroja;) >> acompañado de un foto de él sonriendo y Eric detrás de él apoyado en el coche negro que siempre los llevaba levantado los lugares.

Le contesté con otra foto en las escaleras riendo y después seguimos hablando sobre cualquier cosa.

- Tienes una sonrisa muy bonita, ¿lo sabías? - dijo Tiago a mi lado sorprendiéndome.

- No te había visto - respondí levantándome hasta estar a su altura.

- No estoy seguro pero creo que si nos ven aquí nos va a caer un buen castigo. - dijo sonriéndome de vuelta. Asentí, cogí su mano y lo arrastré escaleras abajo.

- Por eso no nos vamos a quedar - dije entusiasmada - ¿Te gustan las estrellas? - pregunté. Él asintió en silencio mirando en la dirección a la que íbamos.

Eric había conseguido una moto que no fuera la de Mirk para poder llegar hasta el bosque. No sabía exactamente de donde, pero me hizo prometer que no haría preguntas sobre la procedencia así que no tuve oportunidad para averiguarlo.

Le pasé uno de los cascos a Tiago y le sonreí antes de ponerme el mío.

- No sabía que conducías - dijo impresionado.

- Hay muchas cosas que no sabes de mi - respondí subiendo a la moto dejando espacio para que él subiera también.

El camino fue corto, aunque también incómodo. Ambos íbamos en silencio.

Cada uno sumido en sus pensamientos. Sus brazos rodeaban mi cintura, abrazándome desde atrás. Por suerte Zayd no sabía nada de esto, si no me preocuparía por el final del chico.

No es que Zayd fuera un chico celoso, pero teniendo en cuenta la reputación de Tiago, no creo que le hiciera demasiada gracia verle abrazándome desde atrás.

Llegamos al inicio del bosque, aparqué la moto cerca de la entrada y anduvimos hasta la explanada que Eric marco en el mapa.

- Aquí es - dije sentándome en el césped.

Ya había anochecido, todo estaba oscuro, se diferenciaban las siluetas altas e imponentes de los árboles creando sombras que danzaban en el suelo por culpa del viento.

- Se está tranquilo - dijo el sentándose a mi lado. Giré la cabeza en su dirección, fijando mis ojos en los suyos. Por unos segundos en los que él miraba el cielo mientras yo tenía mi vista fija en él, todo fue silencio.

Me fijé en su perfil. Tiago era un chico bastante alto, aún estando sentados sobresalía. Delgado, el pelo castaño claro, al igual que sus ojos. Lo que más me llamaba la atención de él era su forma de mirar, desconfiaba de todo y de todos.

- Sabes, una vez, no hace mucho estuve en un sitio como este - dijo Tiago después de un rato. - Una semana antes de que echaran a Aster del instituto. - añadió riendo bajito.

- Aún tienes que responderme - le recordé sonriendo. Él se giró a verme devolviéndome la sonrisa.

- ¿Ella está bien? - volvió a preguntar. Esta vez asentí dando a entender mi respuesta. Él suspiró echándome una última mirada antes de volver a girar su cabeza al frente.

- Aster y yo nos conocimos en el colegio. Es la típica historia de amigos, yo estaba solo, ella y Luna se acercaron y nos hicimos amigos.

Todo iba bien hasta que Luna y Aster discutieron, sigo sin tener claro cuál fue el motivo por el que Luna se enfadó tanto con Aster. Supongo que ya da igual.- dijo riendo y encogiendo los hombros - Al final quedamos solos Aster y yo. Todo iba sobre ruedas, nos llevábamos mejor que nunca, incluso nuestras familias se llevaban bien y aunque de vez en cuando peleamos por tonterías siempre los resolvíamos y todo volvía a ser como antes.

Entre golpes y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora