VI

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SEIS

Aster Diosado

Inútil. Egocéntrico. Gilipollas. ¿He mencionado inútil? Recogí la bola del suelo. Antes de poder abrirla, sonó mi teléfono, no había hablado con nadie desde que mi padre me dejó aquí hace días.

- Hola Aster, ¿cómo va todo?

- ¿Eric?, sabes que se supone que tengo prohibidas las llamadas hasta el mes que viene. ¿para qué llamas? - dije extrañada.

- Hola hermanito ¿qué tal? , me alegro de escucharte - dijo Eric molesto a través de la línea, yo me reí.

- Bien perdón, me va bien ¿tu? - pregunté con cierta burla.

- También. Se me da bien ser hijo único. Ahora sí, te cuento lo que iba a decir, promete que no te vas a enfadar.

- ¿Por qué me iba a enfadar? - pregunté más confusa

- Porque... puede que se me haya escapado el nombre del instituto al que vas ahora y Tiago vaya a verte - dijo rápido, sin siquiera respirar entre palabras

- ¡¿QUÉ HAS HECHO QUÉ?! - Empecé a dar vueltas por la habitación - aquí nadie sabe que le deje ... en donde ya sabes - dije hablando más bajito.

- Prometiste no enfadarte - se quejó Eric desde el otro lado del teléfono- de todas formas no tienen porque enterarse, puedes decir que es tu primo, o tu novio o yo que se, inventate algo. - agregó quitándole importancia.

- Eric

- ¿si?

- Eres lo más bocazas que puede haber existido nunca y te odio - después de eso colgué el teléfono y me tiré en la cama. Tendría que inventar una buena excusa, una muy creíble, una que no involucre ni hospitales, ni peleas, ni la empresa, ni nada.

Genial, lo que te faltaba. Encima de nueva, matona.

LUNES 12:30 am

Las clases empezarían en unos días, así que Cailín y yo salimos a recoger los libros.

Eric no había dejado de llamarme desde ayer, sabía que mi hermano era pesado pero no que podía llegar a serlo tanto, mi teléfono no paraba de sonar, así que como pude me lo saqué del bolsillo e intenté silenciarlo. No me di cuenta, simplemente lo silencié, pero cuando estaba a punto de volverlo a guardar, una señora se nos acercó.

- No puedes tener el móvil fuera, si no estás en tu habitación o la sala, así que lo siento pero lo tengo que confiscar - dijo conteniendo una sonrisa de victoria.

- ¿Qué?, no me va a quitar el móvil, ni siquiera lo he encendido solo lo he silenciado para no molestar - dije intentando excusarme, pero no sirvió de mucho ya que me arrancó el móvil de la mano y se lo llevó.

No me voy a quedar sin móvil por una señora estúpida que no sabe hacer su trabajo.

Me di la vuelta y seguí andando. Cailín me estaba contando algo pero en mi cabeza solo repetía una y otra vez que no esperaría hasta que me lo devolvieran, que iba a recuperarlo y esta vez no me iban a pillar como el año pasado.

Me giré para tener a Cailín de frente, ya casi estábamos en su habitación.

- ¿Puedo dejar las cosas en tu habitación? Me acabo de acordar de que tengo algo importante que hacer y si no no me da tiempo - le dije intentando sonar calmada.

- Si claro, no hay problema - dijo ella, sonriente. Le pase mi bolsa sonriendo y salí corriendo en dirección contraria. Seguí corriendo por el pasillo hasta que choque con algo y caí al suelo.

Entre golpes y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora