XXXIX

15 2 0
                                    

TREINTA Y NUEVE

Aster Diosado

Pasé el día en el hospital con mi familia.

Mi madre nos estuvo contando historias de cuando éramos pequeños y Eric trajo más magdalenas para comer.

Antes de que terminaran las horas de visita, Cailín y Mirk llegaron de sorpresa a la habitación.

Vi a Cailín entrar con los ojos nublados por las lágrimas caminando hacia la cama.

La sonreí sin poder evitarlo abrazándola una vez llegó. Ella soltó una risita mientras escondía la cabeza en mis brazos.

- Estás bien - afirmó en un susurro más para ella que para mí. La abrace más fuerte si era posible asintiendo en silencio.

Mirk se limitó a mirar parado en el marco de la puerta y sonreir cuando le devolví la mirada.

- Claro que estoy bien - aseguré riendo - Soy una chica fuerte, ¿cómo estás tú después de todo? - le devolví la pregunta una vez nos separamos.

- Bien, estoy bien. Bueno, estamos bien - dijo ella con un poco de pena. - Zayd también quería venir, pero no ha podido. - continúo hablando.

- Las mates no son su punto fuerte - habló Mirk que se había acercado a la cama.

Estuvimos hablando los tres un rato más. Yo preguntaba por lo que ellos habían hecho y ellos respondían dándome lujo de detalles.

- Mirk - le llamé después de un rato. - ¿me traes una magdalena por favor? - pedí haciendo que él saliera de la habitación.

- ¿Qué tal te fue con mis hermanos? - pregunté directamente en cuanto el rubio salió.

Su expresión cambió por completo a una más triste y su mirada se fijó en el suelo. El silencio reinaba en la habitación, únicamente se escuchaba el barullo de fuera. No teníamos mucho tiempo, solo hasta que Mirk volviera. Él no lo sabía y no quería que se enterara o hiciera preguntas sobre el tema.

- Cailín...

- Bien - dijo seria - Fue bien. Yo hice lo que me pediste. - parecía dudar entre seguir hablando o no, así que me mantuve en silencio esperando por su respuesta. - Hablé con él. ¿Todo lo que me dijo... era verdad? - preguntó dudosa levantando la mirada.

- Probablemente no. - respondí muy segura de mis palabras - Tiago era un mentiroso y un manipulador a parte de tóxico y masoquista como dicen mis hermanos - reí sacándola una pequeña sonrisa por la broma.

- Me dijo que no erais trigo limpio, que no erais gente de fiar - dijo después de unos segundos.

Lo somos, a veces.

- Y no lo somos - afirmé de acuerdo con su respuesta - pero no todo es lo que parece, ¿desde cuando una familia con un negocio turbio es de fiar? Eso se aprende en primero de libros de misterio. - contesté riendo restándole importancia al asunto. - En esta historia hemos vencido al villano que es lo que cuenta ¿no? así siempre terminan los libros, con el héroe victorioso, esos somos nosotros. - agregué justo antes de que Mirk entrara por la puerta con un par de magdalenas en las manos.

Las horas de visita terminaron, Mirk y Cailín volvieron al internado prometiendo traer a Zayd la próxima vez.

Me acosté en la incómoda cama cerrando los ojos por primera vez desde que había despertado, dejándome llevar por el cansancio y de nuevo cayendo inconscientemente en el sueño.

Me despertó mi madre con algo de prisa, andando de aquí para allá en la habitación, dando vueltas en círculos. Emocionada porque según me había contado se volvían a Alemania.

En un momento entró mi padre en el cuarto, frenando las vueltas sin sentido de mi madre y acercándose hasta donde yo estaba.

- El médico ha dicho que has mejorado - habló alto y seguro de sus palabras - Mañana te iban a dar el alta, aunque necesitas más tiempo en reposo han acordado que es mejor que sea en casa. Así que, hemos decidido que nos vamos a casa, todos. - concluyó con algo de pesar. Mi padre pareció pensarlo de nuevo.

- ¡Nos volvemos a Alemania! - dijo mi madre sonriente y emocionada.

A Alemania. Nos volvemos a Alemania, no a casa.

Sí, puede que viviéramos allí muchos años, que fuera donde mis padres se conocieron o incluso que fuera donde Axel y yo nacimos, pero no era nuestra casa.

Toda nuestra infancia, la llegada de Eric, conocer a Mirk. Todo eso ha sido aquí, en Londres. No en Alemania.

- ¿A Alemania? - pregunté incrédula, yo no quería irme. ¿Eric y Axel estaban de acuerdo? ¿Lo sabían acaso?

Me parece que no. Nada más terminar de formular la pregunta la puerta se cerró de un portazo dejando solo a Axel con una expresión bastante confusa.

- ¿Os vais a Alemania? - preguntó mi hermano con algo de duda. Máma sonrió contenta y papá asintió en silencio. - ¿Cuándo volvéis?

- Es un tiempo indefinido. No puedo decirte una fecha concreta - contestó mi padre. La expresión de mi hermano decayó más. Nadie se movía, nadie hablaba. Todos estábamos, de nuevo, sumidos en ese silencio que siempre nos acompañaba.

- Indefinido...- repitió mi hermano, bajó la mirada al suelo, ocultando las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos. - ¿Me llamaréis? - otra pregunta, esta vez su voz se notaba triste, rendida.

- Tu también vas a venir - dictamine mirando a mi padre, que negaba viéndome con el ceño fruncido - Si no yo también me quedo aquí, el abuelo tiene habitaciones de sobra y seguro que no me falta de nada. - agregué viendo a Eric entrar por la puerta con los ojos llorosos.

- Si ellos se quedan yo también, o nos vamos todos o solo volvéis vosotros - apoyó Eric parándose al lado de Axel.

- Pues nos vamos todos - dijo mi madre felizmente - Axel puede terminar el curso allí ¿verdad cariño? - todos esperamos por la respuesta de mi padre. Este nos miró a todos, debatiendo internamente.

Yo sabía que cedería, él también, desde que Axel habló tenía claro que o todos o ninguno, mi padre no es tonto, en este punto ya lo debe de saber todo, desde que Axel no ha dejado de tener problemas hasta lo que le ha pasado a Tiago.

Sabe que dejar a Axel aquí sería incriminarle a él si algo no ocurre como tiene que ocurrir. Y tiene claro que nosotros también lo sabemos.

- Supongo que sí. Nos vamos esta tarde. - dijo antes de salir de la habitación molesto seguido de mi madre que nos dió un beso de despedida a todos y se fue.

- A Alemania - dijo Axel aún confundido.

- Nos vamos todo juntos, como la familia feliz que somos - rió Eric de forma irónica acercándose a dar un abrazo a Axel.

- Nos vamos esta tarde... A Alemania - susurré. En unas horas estaría en un avión hacia allí.

Pensé en Zayd, en Cailín, en Yvonne incluso en Niko, no me despediría de ninguno.

Caí de lleno en la realidad, me iría por un tiempo, pero...¿cuánto era ese tiempo? ¿días, meses? ¿Y Mirk? ¿Qué haríamos?

Mi mente era una tormenta de dudas y preguntas pero ninguna respuesta. Pedí a mis hermanos que me buscaran papel y boli.

Ya que no podría despedirme en persona, al menos les dejaría un pequeño recuerdo.

Horas más tarde mi padre llegó, acompañado de dos coches con nuestras maletas. Él y mi madre subieron al primero, mis hermanos y yo al de más atrás.

Dejé para cada una de las personas importantes una carta, quizá no era mucho, pero prefería eso que un mensaje.

Y una vez más los árboles pasaban rápido, seguía sin ser capaz de determinar su forma exacta. Después de mucho tiempo sí había sido una cálida mañana de un gran día, y esta vez no habría nada que pudiera impedirlo.

Entre golpes y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora