XVI

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DIECISÉIS

Aster Diosado

Eso - dije señalando su mano una vez estábamos los dos dentro de mi habitación. - ¿Qué te has hecho? - El castaño encogió los hombros restándole importancia.

-Le dí a la puerta sin querer - soltó sin ganas forzando una mueca parecida a una sonrisa.

¿Se piensa que es creíble? Presionale

La habitación se encontraba pintada de naranja por la luz que entraba del sol escondiéndose. William estaba sentado en mi cama con la cabeza apoyada en las manos y la vista pegada al suelo y yo sin quitarle el ojo de encima en frente, de pie.

Después de largos minutos en silencio hablé.

- ¿Me vas a contar porque le gritaste a Niko o prefieres irte? - dije cruzando los brazos delante del pecho. El castaño levantó la cabeza pasando las manos por su rostro en un intento de despejarse.

- Te ves preciosa con la luz así - soltó repentinamente, mis mejillas ardieron involuntariamente, pero no respondí, me limité a quedarme mirando esperando por mi respuesta.

Los comentarios baratos y repentinos no me van a despistar. Tengo poca paciencia, si no empieza a hablar vamos a tener problemas.

- William... - repetí golpeando el suelo con el pie y la paciencia agotándose.

- Si le vi. - repitió como si fuera lo único que iba a decir.

- Eso ya lo sé, ya lo has dicho. - puntualice impaciente.

- Me enfadé - declaró jugando con sus dedos - pasado un rato fui a buscarle pero no estaba.

- ¿A Niko? - pregunté bastante confundida. Él negó con la cabeza.

- Es igual - acabo diciendo - No tenía que pasar, Niko no tendría que haber estado allí.

- Pero estaba - dije empezando a enfadarme porque no estaba siendo claro - no le des vueltas al asunto Will, dilo directo no tenemos tanto tiempo.

Se escucharon algunos pasos en el pasillo. Él se levantó quedando de frente a mí, su cabeza por encima de la mía ya que era más alto.

- Tienes razón. Seré directo- pasó sus manos por mi espalda y antes de poder reaccionar sus labios encontraron los míos.

Escuché la puerta abrirse detrás de mí. Con fuerza empuje a un lado a William y me gire para quedar de frente con unos ojos azules que me miraban fijamente sin expresión alguna.

No hubo más palabras, lo siguiente se escuchó fue un fuerte golpe que dejó a William en el suelo. Luego Mirk se volvió a ir, intenté seguirle pero cerró la puerta dejándome dentro.

William aún en el suelo, tenía una delicada sonrisa impregnada en los labios.

- Le dije que te probaría - dijo triunfante. Todo el control que pude tener en mi cuerpo hasta entonces desapareció, permitiendo golpear su abdomen con los pies.

Tenías que haber empezado por aquí

- No - una patada - soy - otra más - un puto juguete - terminé apretando su pecho con mi pie dejandole contra el suelo después de varias patadas seguidas. - Para que andes haciendo apuestas.

Él tosió pero no dejó de sonreír, cosa que me enfadaba cada vez más.

- Vete de aquí - dije apartándome, viéndome incapaz de contenerme- no quiero más problemas con imbéciles desesperados. - solté abriendo la puerta, haciendo una seña para que se fuera.

Entre golpes y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora