XXIII

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VEINTITRÉS

Aster Diosado

Hemos ganado. Hemos jugado un muy buen partido, todo mi equipo lo ha hecho genial. Casi todos están celebrando en la cafetería, felices por la victoria.

- ¡Aster !- me saludó Yvonne - has estado genial hoy, estaba segura de que eras una buena opción cuando te escogí para entrar en el equipo. - me sonrío.

- Gracias, tú tampoco has estado nada mal - le dí una pequeña sonrisa un poco forzada y seguí andando.

El camino hacia mi habitación estuvo lleno de felicitaciones por parte de alumnos con los que nunca había hablado, yo solo asentía en agradecimiento. Cuando por fin llegué, cerré la puerta a mi espalda y dejé a mi cuerpo caer sobre el suelo. Las lágrimas se acumulaban en mis ojos nublando la vista, escondí la cabeza entre las rodillas soltando el aire que ni sabía que estaba reteniendo.

No tengo claro el tiempo exacto que pase así, sin pensar en nada pero a la vez en todo, simplemente nada concreto. Salí de mi burbuja al recibir un golpe de la puerta.

Me aparté permitiendo abrirla por completo.

- Te estaba buscando - dijo Axel desde el marco de la puerta - ¿Puedo? - preguntó antes de entrar por completo. Yo asentí levantándome del suelo. - No sabía que ahora jugabas, enhorabuena por la victoria - añadió apoyándose en el armario.

- ¿Estuviste en un centro de rehabilitación? - Solté directamente uno de los muchos pensamientos que había rondado por mi cabeza las últimas horas.. Él no lo negó, aún así tampoco dijo nada, se limitó a mirarme desde el armario. - ¿Estuviste en un maldito centro y aún así sigues en lo mismo? ¿No has sido capaz de dejarlo? - seguí preguntando. - ¿Te importamos algo acaso? Eric, yo, mamá...

- No todos somos tan perfectos como tú Aster - dijo molesto.

Intentó levantarse del armario, pero se volvió a apoyar enseguida pasándose las manos por el cabello con frustración.

- ¿Estás sobrio acaso? - pregunte antes de seguir hablando.

- Estoy moderadamente funcional - respondió con una sonrisa burlona impregnada en la expresión sin despegar la vista del suelo.

- Tomaré eso como un no - me acerqué a él. En un movimiento rápido de su parte por intentar alejarse una pequeña bolsa se cayó del bolsillo de su chaqueta. - Joder Axel ¿enserio?

- No es ...-

- No es nada, solo un poco no hace daño - suspire - ya me se esa respuesta. Era mía por si no te acuerdas. - Recogí la bolsa del suelo y se la devolví. - Eric dijo que no quiere verte hasta que estés limpio.

- Me da igual - respondió volviendo a guardar la bolsa - No os importo verme cuando papá me mandó lejos por hacer que su pequeña princesita se metiera su mierda, no hagas como si te importara ahora. - No creo que de verdad Axel pensara todo lo que su boca estaba diciendo por eso ni siquiera me detení en sus palabras, no quise escucharle, este no era mi hermano.

- ¿Te mando lejos? Axel, por favor, no eches culpas a los demás, desapareciste por una semana sin decir nada a nadie y te cabreas porque papá al parecer te pagó un centro de rehabilitación. Tienes suerte, a mi me toco desintoxicarme en casa, viendo todos los días la decepción en los ojos de papá, escuchando a mamá llorar y a Eric intentando ayudarla. - una carcajada se escapó de los labios de mi hermano.

- Suerte dices, suerte es que por lo menos te ayudarán a recuperarte dándote apoyo, porque mientras tú, la princesita de la casa, se estaba recuperando yo estaba todo el día pegado a esta mierda - señaló la bolsa - haciéndole el trabajo sucio a papá.

Si, estuve en un centro de rehabilitación, pero me metió allí porque empezó a faltarle mercancía, y los estúpidos que la compran a grandes cantidades se quejaban. Al principio solo cogía un poco para que no se notara, igual que tú, solo lo que necesitaba para seguir, pero luego necesitaba más y cuando me quise dar cuenta cogía los sobres enteros, llenos de bolsas. A papá eso no le gusto y me metió en el centro de rehabilitación, pero eso fue mucho después de que me mandará lejos de casa. Aún así conseguí dejarlo por un tiempo.

- ¿Y si lo conseguiste dejar porque has vuelto? - pregunté realmente frustrada.

- A veces me pregunto si de verdad tenemos la misma edad - dijo sarcástico - ¿Enserio te crees que he venido aquí a estudiar? En cuanto estuve mejor volví a mi puesto. Exactamente como hiciste tú, con la diferencia de que yo no la cagué y a mi no me han echado. - dijo caminando hasta la puerta de nuevo.

- ¿Lo volverías a intentar? - él pareció pensárselo, pero negó con la cabeza.

- Por cierto, a ese rubio que anda por detrás de ti. Papá le tiene fichado - dijo cambiando el tema y después de guiñarme un ojo en un gesto divertido, salió cerrando la puerta detrás de él.

- ¡Axel! - corrí detrás de él. - ¿Cuándo es la próxima? - pregunté sonriendo. Sus ojos encontraron los míos mientras una sonrisa se dejaba ver entre sus labios.

- ¿A dónde ha ido Aster la perfecta? - preguntó sin poder contener la risa.

- Al mismo lugar que Axel el responsable - respondí y volví a mi habitación escuchando la carcajada de Axel a mi espalda.

Si él no iba a querer ayudarse a si mismo, tendría que ayudarle yo, y eso solo se consigue desde dentro. Así que... bienvenida sea de nuevo la mierda de papá. 



Entre golpes y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora