Extra I

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EXTRA I

Aster Diosado

Marzo. 27 ¿Cuánto tiempo ha pasado?

Hace unos pocos meses que terminé la rehabilitación, conseguí andar casi perfectamente. Ha sido un año duro, no solo para mí.

La muerte de Tiago, trajo consigo una tormenta de caos que nadie se esperaba. Eric tuvo que empezar a ayudar más en la empresa familiar, Axel volvió a desaparecer por un tiempo, solo que esta vez no fue cosa de papá, se marchó voluntariamente para vivir en casa de los tíos. Mamá volvió a ejercer de abogada porque inculparon a papá de la desaparición de Tiago, pero salió ileso, como era de costumbre.

Y yo bueno, la muerte de Tiago, no solo me hizo dejar mi vida en el "7 points" y a todos los que allí había conocido, sino que, aparte de la rehabilitación, tuve que aprender y hacerme cargo de la empresa, ya que papá estuvo tiempo inactivo por culpa del caso en su contra.

En resumen, mi vida este último año, sí fue un caos, pero uno que manejé lo mejor posible.

- Buenos días perezoso maloliente - saludó Axel desde la entrada de mi cuarto.

Sonreía y se le veía contento, traía las manos escondidas detrás de su espalda, así que me incorporé deprisa atenta a cualquier movimiento de su parte.

- Buenos días oveja desteñida - contesté fingiendo una sonrisa - ¿qué haces aquí? - pregunté al mirar el reloj de la mesilla. Era muy pronto aún para que Axel estuviera despierto y en casa.

- ¿Ya ni puedo venir a felicitar el cumpleaños a mi hermanita favorita, sin que sospechen de que algo malo estoy haciendo? - Se quejó acercándose a la cama.

- También es tu cumpleaños - le recordé - Y es muy pronto para que estés aquí.

Antes de que él pudiera responder, Eric entró también a la habitación. Echó una ojeada rápida a la espalda de Axel y amplió la sonrisa que ya traía, lo que hizo que me tensara en mi lugar.

Nada bueno traman estos dos.

Feliz cumpleaños pareja de insufribles - felicitó Eric que también traía las manos escondidas.

- No sé qué pensáis hacer, pero sea lo que sea, os voy a matar - advertí mirándolos fijamente

- Si es a golpes procura no darme en la cara...

- ¿Quieres verte bonito en el funeral, princesa? - se burló Axel. Eric le dedicó una mirada de amor infinito y después sonrió en mi dirección.

Conocía esa sonrisa, y no traía nada bueno. Antes de poder refutar, Eric vació una botella sobre mi cabeza, empapando las sábanas a su paso, después hizo lo mismo con Axel que se había quedado mirando sin poder parar de reirse.

- ¡Pensaba que estábamos en el mismo equipo! - se quejó al sentir el agua fría bajar por su cabeza. - Mirá lo que has hecho, me has apagado la vela - dijo desilusionado.

De pronto, sacó de detrás de su espalda una magdalena, decorada con una pequeña vela.

- Que detallista - se rió Eric. Yo me levanté de la cama y lo empujé apartándolo. Después cogí la magdalena que Axel sujetaba y le abracé agradeciéndole por el regalo.

No todo en este tiempo había sido un desastre, Eric, Axel y yo volvíamos a ser los mismos hermanos que fuimos antes de la desaparición de Axel.

- Te ha llegado esto - avisó Eric sacando un sobre del bolsillo de su pantalón - pero antes de leerlo estaría bien que te ducharas, estás un poco empapada por...aquí - dijo señalando todo mi cuerpo. Le puse mala cara y caminé hasta el baño para darme una ducha rápida. Porque de verdad estaba calada.


No había sabido nada de Mirk desde que me marché de Londres. Lo echaba de menos, pero me había prometido dejarle pasar página y ser feliz, aunque no fuera conmigo. Por eso que llegara un sobre firmado con su nombre, me hizo sonreír como hacía tiempo que no sonreía, las mariposas inundaron mi estómago casi impidiéndome abrir el sobre por la emoción. Después de tanto tiempo, había noticias.

Hola Mocosa,

¿Me has echado de menos? No creo que esperes esto de mi, pero ya sabes, tienes el mejor novio del mundo y el más guapo.

Cuando te fuiste, me pediste que fuera feliz sin ti, pero se te olvidó un pequeño detalle. Verte sonreír es lo que me hace feliz. Así que con la pequeña ayuda de tus hermanos y mis ahorros de los trabajos que hacíamos a tu padre, me he permitido ser feliz y poder ver esa sonrisa una vez más.

¿Cómo que una vez más? La sonrisa no dejo mis labios, es más se amplificó hasta el punto en que mis mejillas dolían. ¿Está aquí? ¿En Múnich?

- ¡Eric! Dime que esto no es una broma - dije intentando controlar la respiración después de la carrera hasta su habitación.

- ¿Qué decía? - preguntó haciéndose el desinteresado.

- Sabes perfectamente lo que pone - lo acusé emocionada - ¿Es o no una broma?

Antes de que él pudiera responder, el sonido de un motor apagándose cerca de la entrada llamó mi atención haciéndome correr hasta la puerta.

La abrí sin perder más tiempo. Él estaba ahí, sujetando el casco en la mano, aún subido a la moto. Su pelo aún rubio, un poco más oscuro de lo que recordaba, estaba más largo y ¿había ido al gimnasio?

Si es así, lo agradecemos

Me quedé parada, sin poder moverme, aún con el pomo de la puerta en la mano. Mirk se acercó despacio, una sonrisa arrogante adornaba su rostro. Cuando llegó hasta donde yo estaba, levanté la cabeza solo un poco, lo justo para poder mirar sus ojos, esos malditos ojos azules que tantas noches me habían robado.

Colocó sus manos en mis caderas aún sin dejar de sonreír.

- Hola - susurró únicamente para que yo pudiera escucharlo

- Hola - respondí atónita en el mismo tono

- Me han dicho que hoy es el cumpleaños de una mocosa insistente, ¿la conoces? - preguntó levantando un poco más la cabeza mirando por encima de mi hombro. ¿Siempre ha sido tan guapo?

- No, aquí no vive. Lo siento, creo que te has equivocado - contesté burlándome una vez salí de mi ensoñación. Él rió, negando divertido la cabeza

- Te he echado de menos sabes - dijo antes de besarme. Yo respondí al instante, no era un beso bonito, era exigente, demandante y necesitado. Y mierda, yo también le había echado de menos.

- Ya está bien hormonales alborotados, que los vecinos nos van a denunciar por exhibicionismo y suficientes demandas hemos arreglado ya - dijo Eric riendo al ver la mala cara que ponía mi novio.

Cierto, no solo tuvimos que lidiar con la demanda culpando a papá. Al parecer, antes de llegar al internado, Axel había estado liándola un poco por Munich. Uno de los socios menores de Walter lo denunció por agresión física al menor de sus hijos, suceso que se consiguió resolver sin necesidad de entrar en más problemas con la ley.

Por suerte para nosotros, el incidente quedó olvidado y Axel libre de cargos

- Habéis estado muy entretenidos por lo que veo - dijo Mirk riendo a la vez que pasamos dentro de mi casa.

Asentí sonriendo, aún no me creía que él estuviera aquí. Lo paré justo antes de que cruzará la puerta, había venido a Múnich, ahora volvía a estar conmigo, no me había olvidado. Sonreí aún más si es que eso era posible, Mirk se paró mirándome fijo a los ojos esperando que dijera algo, pero en vez de eso me adelanté un paso y volví a besarle dejando claro lo mucho que le había echado de menos. 

Entre golpes y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora