XXV

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VEINTICINCO

Mirk Hokins

- Hola chicos - saludó ella una vez entramos a mi habitación.

- ¿Qué hace ella aquí Mirk? - Preguntó un Zayd alarmado.

- ¿Acaso ya no sabes leer? Te escribí bien claro que los de siempre. - Gruño William molesto.

- Eso es muy machista de tu parte Willy - me burlé sentándome en la cama, frente a Niko. Atraje a Aster hasta mi, haciendo que se sentara encima de mis piernas. La rodeé con los brazos apoyando la cabeza en su hombro y sonreí.

- Pues aún falta Axel - añadió mi chica sonriente. Parecía feliz de estar aquí.

- Aster ... no puedes quedarte - dijo Niko nervioso.

- ¿Por qué no? - preguntó ella.

- Porque ... son cosas ...

- Cosas de chicos - le interrumpió William

- Eso sigue sonando machista Willy - le informe, no dispuesto a dejarla fuera. Después de todo trabajamos para su familia, tiene derecho a ayudar.

- Cuanta gente - rió Axel cerrando la puerta a sus espaldas sobresaltando a alguno en la habitación - Cuñado. Hermanita - nos saludó sentándose al lado.

- ¿Me he perdido algún capítulo de esta historia? - preguntó Niko confundido. Axel estalló en carcajadas al ver la confusión de mi amigo y el resto le seguimos sin poder evitarlo.

- Bien, ahora que todos lo sabemos, tenemos un intercambio el Lunes. - habló William. - No tenemos la distracción del partido así que habrá que crear otra.

- ¿Una explosión? - propuso Axel mirando directamente a su hermana. Aster al escucharle asintió rápidamente con una sonrisa plasmada en los labios.

- Una explosión será - decidí - pero... sabéis hacerla.

- Es pan comido - aseguró la castaña sobre mis piernas muy segura.

- Escuchad, el rubio y yo vamos a por los materiales. El moreno, asegurate de que nadie pasa al comedor mañana. No sé quién es el de las cámaras pero que apague las del comedor y las de ese pasillo. Y mi queridísima hermana tu haz lo tuyo. - Terminó de explicar, todos asentimos de acuerdo con el plan de Axel.

- ¿Y yo qué? ¿No hago nada? - preguntó William.

- Ayuda a Aster a colocar los materiales. - sentenció Axel sin ni siquiera pensarlo.

- ¡¿Qué?! - preguntó Aster casi gritando.

- Ni en tus mejores sueños - agregué al ver la sonrisa en el rostro de William, no me gusta la intención fijada en esa expresión.

- No voy a cambiar los planes porque a la señorita no le caiga bien, te aguantas - dijo Axel - y si alguno no está de acuerdo que se vaya yendo ya - nadie más puso una queja.



Me desperté enrollado en las sábanas con el cuerpo dormido de Aster a mi lado. Su respiración era lenta, tranquila. Me levanté de la cama con cuidado de no despertarla y caminé hasta la ducha. Aún era pronto así que no había mucha gente por los pasillos.

- La suerte no está de tu lado al parecer.

- Cállate William - advertí una vez me giré para verle. ¿Por qué tiene que estar en todas partes?¿es que no se da cuenta de lo molesto que es?

- Ya, no te estreses hielito, no pienso tocarla, ahora aprecio más mi cara.

- Más te vale - dije metiéndome en la ducha.

Entre golpes y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora