VIII

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No se hace alusión a ninguna religión existente.

Kenma se había quedado petrificado, Kuroo aprovechó esto y se acercó peligrosamente al más bajo con una sonrisa. Al sentir su presencia se alejó un poco mientras lo miraba con los ojos abiertos como platos.

- ¿Y? ¿ Tienes pareja?

- No, ¿por qué preguntas?

- ¿A ti no te gustaria saber si la persona que te gusta está soltero?

Kuroo se fue acercando a Kenma, que estaba apoyado en la pared. Eran los únicos presentes en el pasillo a excepción de una mujer, que al notar la tensión entre los dos hombres, aceleró el paso y se perdió tras una esquina. El más alto se apoyó con ambas manos en la pared mientras se inclinaba para quedar a la misma altura que Kenma.

- Que te parece, cuando acabemos con el caso, ir a una cita.

Aquel "romántico" momento fue interrumpido cuando Oilkawa salió del baño mientras se arreglaba la ropa. Al verlos, se limitó a acelerar su paso para dejarlos solos, no sin antes dedicarle a Kuroo una señal de aprobación. Cuando volvieron a estar solos, Kenma respondió a su petición asintiendo timidamente.



Llevaban ya un par de semanas infiltrados en el grupo religioso. Durante un tiempo temían haber sido descubiertos, pero esto fue descartado cuando consiguieron el primer indicio. Las rutinas dentro de la secta eran simples: levantarse temprano, desayunar en comunidad, sesiones religiosas y cena en comunidad; pero los investigadores empezaron a darse cuenta de que no siempre estaba el mismo predicador, sino que se turnaban.

El hombre infiltrado intentó seguir a estos líderes religiosos cuando no estaban dando sermones, pero siempre había algo que se lo impedía. Hasta que un día pudo seguir a uno de ellos hasta una pequeña cabaña, oculta tras un bosque de árboles. En esta, estos líderes se acostaban con seguidoras del culto.

- ¿ Esto no es motivo suficiente para pedir un arresto?

- Desgraciadamente no. Aunque esto sea asqueroso parece que es consentido. Necesitamos un crimen real para poder acabar con esta organización.

Semi suspiró exhausto ante el pensamiento de tener que pasarse el resto de días revisando cuidadosamente aquellas rutinas, pero cuando entró Shirabu todo su cansancio desapareció y empezó a sonreír embobado. Atsumu y Oikawa volvieron a acercarse a Semi al igual que hicieron con Kuroo.

- Que no se te caiga la baba al ver a Shira.

- No se de que hablas.

Los mejores amigos acercaron más sus sillas a Semi hasta el punto que lo tenían acorralado entre  ellos. Siguieron molestandole y mencionando a Shirabu y Semi sabía que no iban a parar hasta que lo admitiera.

- ¡Vale!, puede que me atraiga un poco.

- ¿Un poco?

- ... mucho

- Ya decía yo.

Mientras esos tres estaban en su mundo, no notaron las frías miradas que I waizumi y Kiyoomi le dedicaban a la escena. Hartos de que estuvieran tan pegados al pobre hombre, decidieron intervenir para separarlos.

- ¡ Oikawa! Necesito que vengas a revisar esto.

- ¡Atsumu! Necesito ayuda con esto.

- ¡Aww! Tenemos que ir a trabajar, tu solo preocúpate de descubrir si a Shirabu le gustan los hombres y si está soltero.

Semi asintió vendido y volvió a enfocarse en su trabajo. Cuando Atsumu llegó a su mesa y se sentó pudo notar como su compañero estaba enfadado, pero desconocía el por qué, así que decidió no enfadarlo más y seguir a lo suyo. A Oikawa lo esperaba un Imaizumi con el ceño fruncido y los brazos cruzados que lo miraba en todo momento. Al ver que su jefe no decía palabra decidió empezar él una conversación.

- ¿Qué te pasa? ¿ Por qué me miras así?

- Bueno, tú sabes perfectamente que me gustas y te acercas demasiado a la cara de otros hombres ¿cómo crees que sienta eso?

- iOh vamos! Sé que has notado como Kuroo mira a Kenma, y como Semi mira a Shirabu. Atsumu y yo solo estamos haciendo el trabajo de cupido.

Al escuchar esto tanto Iwaizumi como Sakusa, que se encontraba sentado cerca de la pareja, se tranquilizaron y pudieron enfocarse por completo en su trabajo.

Después de meses, que parecían eternidades, de esperar a que sucediera algo en la secta, por fin pudieron captar lo que realmente hacian dentro del recinto. Esas pobres mujeres que se acostaban con los líderes religiosos eran victimas de un lavado de cerebro basado en las drogas. También lograron interceptar los blanqueos de dinero que perpetrada la organización y la red de sicarios que habían contratado para acabar con todo aquel que deseara abandonar la secta o que hubiera sido testigo de sus crímenes. Poco después, gracias al testimonio de dichos sicarios, lograron encontrar los cuerpos de las víctimas desaparecidas, cerrando por fin el caso.

Criminal mindsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora