Prologue

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Atsumu llevaba casi un año entero siendo policía de crímenes violentos. Le iba bastante bien, compartía trabajo con su gemelo y amigos, tenía un buen sueldo y una buena casa, y era uno de los mejores oficiales en su campo.

Daiichi, el jefe de su sección, le había ordenado que se presentara en el cuartel antes de lo habitual ya que tenía que darle una noticia. El falso rubio se levantó a regañadientes ya que, a pesar de llegar siempre a su hora al trabajo, dormir era lo que más le gustaba hacer.
Llegó al lugar minutos antes de las siete, entró tranquilamente saludando de vez en cuando a las personas con las que se iba encontrando en el camino. Entró en el despacho de su jefe después de haber dado unos suaves golpes en la puerta.

- ¿Para qué me necesi-

Atsumu se quedó helado al ver al hombre parado enfrente del escritorio de Daiichi. Estaba de espaldas, pero reconocía esa silueta a la perfección.

- Ah! Por fin llegas, Atsumu - el otro hombre, que antes permanecía completamente calmado hasta el momento, hizo una mueca de disgusto difícil de ver debido a la mascarilla negra que llevaba puesta - te presento a Sakusa Kiyoomi, tu nuevo compañero.

El rubio dudó unos segundos en si remarcar que ya lo conocía o pretender que era la primera vez que lo veía. Pero más alto se le adelantó.

- Mucho gusto, por favor cuide de mí - acto seguido hizo una reverencia, a lo que el rubio hizo lo mismo..

- Ahora que os habéis presentado, Atsumu, quiero que le muestres su puesto y que de ahora en adelante vayáis juntos en los casos.

Una vez que ambos le hubieran hecho una reverencia a Daiichi, salieron de su despacho y por fin se dirigieron de verdad al contrario.

- De todos los compañeros que podrían haberme tocado, ¿ por qué tienes que ser tú?

- ¿ Tú te crees que si hubiera sabido que tu ibas a ser mi compañero hubiera venido aquí?

Ambos se miraron con odio, tanto que parecía que saltaban chispas. Definitivamente, no era el mejor día que tenía Atsumu.


Atsumu y Kiyoomi se conocieron en la academia, el rubio al principio se había fijado en el contrario ya que le había atraído su aspecto. Pero su interés se esfumó cuando interactuaron por primera vez.

- ¡No te me acerques maldito germen!

Esas eran las primeras palabras que el pelinegro le había dirigido al in tentar presentarse. Atsumu se sentía como un tonto, pero poco después este sentimiento se transformó en ira, y, como ambos eran los dos mejores alumnos de su promoción, empezaron a rivalizar. Con el tiempo, el odio que sentían hacia el contrario se hacía más latente hasta el punto que deseaban no acabar siendo compañeros. Al final, a Atsumu lo enviaron a Tokio y a Sakusa a Seúl.
Ambos daban gracias por no tener que aguantar al contrario, pero el destino siempre hace lo que le sale del...














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