Criminal minds

XXXII

- ...Ahora siga recto. Dentro de 2 Km verá una carretera que gira a la derecha, coja esa salida y llegará a su destino en 2 minutos...

Después de escuchar esta explicación, Daiichi apagó el aparato y siguió mirando atentamente el paisaje que le rodeaba, arma en mano en caso de que ocurriera cualquier cosa. Tampoco había demasiado que mirar, miles de árboles y algún que otro chalet. El ver aquellas edificaciones le devolvía el dolor de cabeza que sufrió al tener que pedir permiso para entrar en aquella zona, puesto que allí solo vivían celebridades y gente rica. Cuando divisó la carretera que se vifurcabr a la derecha, cogió el interfono para hablar con sus subordinados:

- Nos acercamos al objetivo, les quiero listos para iniciar el rastreo de la zona cuando salgan del vehículo. Vuelvan a mirar que sus armas se encuentran en buen estado y con balas, tienen permiso para disparar al objetivo si se les dificulta su detención. Como vamos a contrareloj no tendré tiempo de liderarlos, así que tendrán que organizarse solos. ¿ Han entendido?

- Sí, señor.

- No te acerques a mí, sino quieres que te de una paliza.

Imaizumi mantenía su espalda apoyada en el cabezero de la cama mientras mantenía una postura defensiva, con los brazos en alto, listo para pelear. Pero esto no pareció asustar a Shuu puesto que este mantuvo en todo momento esa siniestra sonrisa, incluso llegó a soltar una pequeña risa.

- Por favor, Hajime. Usé un tranquilizante bastante fuerte para el dolor muscular, así que seguramente ahora mismo no notes tus extremidades. Me asombra que puedas moverte siquiera. ¿ Por qué no te relajas y te tumbas un rato? Voy a traer algo para picar para comer mientras vemos una película, te dejaré escojerla.

Después de quitarle el ojo salió de la habitación, dejando a un alterado Iwaizumi preguntándose sobre el estado de su querido Tooru. Lo que le ponía tan nervioso es que no se escuchaba absolutamente nada, ni pasos ni gritos. Ni siquiera podía saber si su pareja, con la cual quería pasar el resto de su vida, seguía viva o no.

- Piensa en los archivos, Hajime. El asesino siempre se toma su tiempo matando a sus victimas, así que por ahora estará vivo, tiene que estarlo.

Luego de auto animarse, miró de tenidamente la habitación en la que se encontraba y los amarres que le mantenían cautivo. Intentó romper las cadenas que unían dichos amarres, pero le fue imposible, así que continuó observando en busca de algo que le sirviera de arma. Las cadenas eran lo suficientemente largas como para permitirle examinar las mesitas de noche que había a ambos lados de la cama.

Una de estas, la de la derecha, tenía una pata algo floja. Se sentó en el suelo y, con sus pies desnudos, empezó a golpear el trozo de madera. Le costó, pero consiguió hacerse con la pata y empezó a darle a la pared con esta para partir la a la mitad y rezar con que una de las dos mitades tuviera algún pico. Cuando se rompió, la parte que tenía entre las manos se convirtió en una semi estaca.
Volvió a subirse a la cama, apoyándose en el cabecero, colocó la "estaca" como si fuera un cuchillo con el filo mirando hacia el suelo y prodeó sus manos con las cadenas a modo de puño americano.

- Vaya, así que te has preparado para verme...

- Mansión localizada. Grupos 3 y 4, registren el perímetro en busca de algún guardia. Grupos 1 y 2, vendrán conmigo dentro de la mansión. Grupo 1 entrará conmigo por la puerta principal y el grupo 2 irá por la parte de atrás.

- Sí, señor.

Daiichi aseguró bien su arma y les hizo una señal con la mano para que el grupo 1 le siguiera. Al entrar, se toparon con un silencio abrumador. Entraron en el gran recibidor y fijaron su atención en la gran escalera que daba acceso al piso superior. Subieron lentamente, apuntando sus armas dondefuera que pusieran su mirada. A los agentes se les hizo muy extraño el que no hubiera nadie vigilando el lugar sabiendo que para tener una casa así, los propietarios deberían tener el dinero suficiente para pagar a mercenarios o, por lo menos, a un personal de seguridad.