XVII

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Los inspectores, luego de haberse acomodado, se dividieron en grupos para acadar más tareas. Atsumu y Sakusa llevaban un par de horas paseándose por el pueblo, visitando los lugares donde los niños fueron capturados mientras se paraban a hablar con los pocos transeúntes que pasaban.

- Omi Omi, llevamos muchas horas andando. ¿Tomamos un descanso?

El mencionado asintió levemente. La pareja decidió parar en un parque que mantenía su encanto a pesar de que el día estuviera nublado. Escogieron un banco apartado para poder hablar tranquilamente sobre la investigación. El rubio se dió cuenta de que su compañero estaba dudando si sentarse o no así que sacó un trozo de tela, que traía ya de antemano, y la posó en el banco.

- ¿Qué haces?

- Siempre traigo una tela como esta en caso de que tenga que hacer un torniquete o taponar una herida, pero se le pueden dar más usos. Venga siéntate, está limpia.

Sakusa se sentó mientras le daba las gracias a su compañero. Cada vez le asombraba más como se comportaba con él. Solo deseaba que no estuviera jugando, porque él ya sabía lo que sentía por Atsumu. Ambos se mantuvieron en silencio hasta que Sakusa empezó a hablar.

- Este caso me afecta bastante.

- Lo he notado.

- Es porque yo estuve en la misma situación que esos niños.

Atsumu se mantuvo en silencio, no le sorprendió dado a los comportamientos de su compañero pero aún así le apenó. Indeciso, posó una de sus manos en el hombro de Sakusa, sorprendiéndole que no hubiera reaccionado negativamente ante el contacto. Inconcientemente, su mano fue subiendo hasta que se posó en su mejilla cubierta con la mascarilla. Sakusa se encogió ante el contacto, pero después apoyó su rostro en la cálida mano de Atsumu, mientras este lo acariciaba con su pulgar.

Se mantuvieron en esa posición hasta que sintieron un ruido. Se pusieron en guardia mientras palpaban el mango de sus armas, en caso de que la situación se pusiera peligrosa. Suspiraron aliviados cuando vieron que se trataba de un gato. Cuando volvió a reinar el silencio y volvieran a mirarse, sintieron una tensión que los hizo acercarse. Cuando estaban a meros centímetros del contrario,  volvieron a interrumpirlos.

- ¡Atsumu! ¡Sakusa! Os necesitamos en el cuartel ya.

Quien los llamó fue la voz de Oikawa, se le notaba desesperado por lo que salieron corriendo del parque para reunirse con Oikawa e Iwaizumi.








Oikawa estaba observando tranquilamente uno de los escenarios del crimen. Le habían dicho que podía ir solo, pero que cada cierto tiempo vendría alguien para ver si estaba bien. Se había quedando mirando el lugar donde encontraron los cuerpos, intentando visualizar como el asesino manipuló los cuerpos.

- Boo - Oikawa soltó un pequeño grito y rápidamente se dio la vuelta para ver a Iwaizumi detrás suya, sonriendo - ¿qué haces?

- Estoy intentando descifrar el ritual que el asesino hace en las escenas del crimen. He visto algunos patrones, pero hay que delimitarlos bien. Cuando volvamos al cuartel me gustaría revisar una vez más los informes de las autopsias.

- Sabía que querrías verlos así que te los he traído.

Hajime le entregó una carpeta que, efectivamente, contenía una copia los informes. Se sentaron en el suelo, lejos de la escena del crimen pero a la suficiente distancia que les permitiera ver la totalidad del lugar, y empezaron a discutir sobre el caso, haciendo de vez en cuando alguna que otra anotación. Cuando se sintieron satisfechos, se dirigieron hacia otra escena del crimen; en el camino se cruzaron con Atsumu y Sakusa, que les avisaron que iban a tomar un descanso en el parque.

Se tomaron su tiempo en ir al lugar, principalmente porque Oikawa se paraba a observar cada escaparate que llamaba su atención, pero a Iwaizumi no le importaba porque era una oportunidad de oro para ver las diferentes expresiones que hacía el hombre. El tierno momento fue interrumpido cuando el móvil de Hajime empezó a sonar.

- Iwaizumi Hajime al habla.

- Soy Daichi, volved de inmediato al cuartel, han encontrado más cuerpos.

Criminal mindsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora