Lo veía en todas partes, en la calle que pisaban sus pies y que parecía infinita pero que en algún punto se terminaba doblando la esquina o fundiéndose con la avenida; pero él siempre estaba ahí, no sabía su nombre y poco le importaba hacerlo, simplemente había algo que nunca comprendió pero que tampoco era su prioridad.
A dónde iba, había algo que le hacía recordarlo, el perfume delicado de las rosas de la florería de la primera cuadra, el gato blanco con el listón rosado de la casa en la cuarta calle, el hermoso collar de jade en la joyería en la sexta cuadra, el azul del cielo que siempre se podía observar con mayor precisión en la décima cuadra y como olvidarnos de las preciosas esculturas de porcelana en la doceava cuadra, justo antes de que la calle se convirtiera en avenida.
Quizá... puras coincidencias.
Y es que, al parecer, no era el único que veía al contrario en todos lados, en todas partes, en aquellas cosas que le gritaban silenciosamente su nombre y cuyo reflejo no se escapaba de su mente y le torturaba completamente y a cada instante, su fantasma se le aparecía a lo largo de la interminable calle que se junta hasta hundirse en el gran boulevard.
Por dónde caminaba, había algo que le hacía pensar en él, quizá era el olor a café recién hecho de la pastelería de la esquina en la segunda cuadra, las columnas romanas de la casa en la tercera cuadra, los libros de caballería en la biblioteca de la octava cuadra, el acero que golpea el herrero de la décima cuadra y como olvidarnos de aquella tienda de antigüedades en la doceava cuadra, justo en el inicio de esta.
Quizá... puras coincidencias.
Y quizá, se veían en todo y en todos porque no se habían olvidado, no habían superado el hecho de que quizá, el mundo era un lugar demasiado pequeño para algo tan grande como el olvido y un lugar demasiado grande para algo tan complicado como el recuerdo de alguien que, sin querer, aparece en tu memoria y te recuerda que, lo que en verdad extrañas, es aquello que te hacía sentir o tal vez a quien eras a su lado pero también lo echas de menos y quizá, aquellas coincidencias no son más que la tortura que acaba cuando lo aceptas.
Ellos...
Sus deseos...
Su dolor...
Su olvido...
Son quizá...
Puras coincidencias.
🐐🌹
Hay, mis creaturas, se supone que este iba a tener un final feliz pero creo que no se pudo, mi subconsciente me ha traicionado.Dan R