47. Robado (Albafica x Minos)

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Toda su vida creyó que las coincidencias no existían, que los encuentros fortuitos eran solo cuentos, inventos de la gente que quería justificar algo que posiblemente no estaba planeado y para él, que siempre está alerta esas "coincidencias" no podían sorprenderlo, que equivocado estaba.

El muchacho que logró robarle más que una mirada ahora estaba en la misma ciudad, en la misma cuadra y por si fuera poco en el mismo bar, eso no podía ser otra cosa que una coincidencia, una tetra cruel del destino que intentaba convencer a Minos de que esos "cuentos" eran sus designios.

Nunca en su vida creyó que vería a su amor platónico beber hasta por los codos y acabar más ebrio de lo que él nunca había estado, lo vio bailar y decir incoherencias a diestra y siniestra y por si fuese poco, mirarlo con algo parecido a la lujuria; los colores se le subieron al rostro y sin pensarlo dos veces se unió a la pequeña fiesta de Albafica.

Estaba tan cerca pero a la vez tan lejos, estaba aspirando su aliento, rozando su piel, mirando su alma a través de ese par de ojos celestes que contrastaban en sobremanera con sus iris ambarinas; podía tocarlo, recorrer su mejilla y tomar su mano pero a la vez, sentía que aquellos simples roces no eran para él, que la mente de Albafica simplemente lo había confundido con alguien más por culpa del alcohol.

Y quizá, solo quizá, estaba en lo cierto, pues aquel muchacho de hermosos cabellos azules se había acercado al albino porque su cerebro se había apagado, porque la razón ya no le regía, porque aquellos ojos le recordaban a alguien, no era su color, sino, el brillo travieso que podía distinguir en ellos, era el sentirse en peligro constante y con el miedo de no ser suficiente o tal vez de herir a aquel que ahora está en su mente pero que no es Minos.

La noche aún es joven, la luna parece estar en complot con aquellos dos chicos que sin saberse enamorados lo están, tan ve de dos personas distintas, tal vez uno del otro o quizá el enredo meticuloso de sus suspiros no está presente y a la vez es tan corpóreo como el roce inquieto de sus labios que poco a poco se van juntando.

Y no lo saben, ha sido apenas un beso, un pequeño y sutil beso que aumentó de intensidad cuando Minos atrapó aquella cintura y Albafica rodeo ese blanco cuello, que revolvió en lo más hondo de sus almas, que aceleró su pulso y que dejó aquel sabor en la boca del otro pero solo fue uno, un beso robado como aquella noche, como aquella oportunidad, como aquella cruel y fortuita coincidencia.

La memoria de Albafica se ve interrumpida, al día siguiente por la resaca y no puede hacer más que tocar sus labios que contienen la remembranza de otros belfos suaves, de unas manos en su cintura y de un sentimiento en su corazón.

Y la mente de Minos, al otro día, solo puede pensar en una cosa, en el melifluo gusto de aquellos labios, en la inefable sensación que le dejó el primer y último beso robado a quien le arrebato la cordura, el corazón y el pensamiento.


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1/3 Albafica x Minos para: nicolearcee16

Dan R.

Love, Hate, dead and saintsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora