— Hace mucho que me libre de la estúpida prisión en la que me metiste, he encontrado a mi salvador y ahora le sirvo y él me sirve a mí, pero me aburro y aunque me cueste admitirlo... te extraño, despues de todo sigues siendo mi hermano, pero aunque sea carne y sangre de tu carne y sangre, aun así... me dejaste, me dejaste morir en Cabo Sunion, como si fuera un delincuente cualquiera, yo acepte la maldad que habita en mí, pero tú, parece que aún te resistes.
Su voz tan fuerte y clara como la recordaba resonó por todo el templo principal, él yacía sentado en el suelo, con la espalda contra la pared, oculto detrás de un pilar, con la máscara puesta, con los nervios a tope y cerrando los ojos; aún no quería verlo, no despues de todo lo que le hizo a lo único que le quedaba en el mundo, suspiró, escuchó como los pasos metálicos de aquel que nació a su lado se acercaban cada vez más, hasta que se detuvieron.
—Y ahora te escondes de mi como un cobarde, hermano, sé que estas aquí, puedo sentirte, Saga, no, Patriarca del santuario de Athena, he venido a verlo — río con la misma maldad de antaño, con la misma con la que intentó desviar la voluntad del mayor — su ilustrísima tenemos cosas que arreglar.
Volvió a escuchar como los pasos del menor se acercaban junto a un, casi imperceptible, golpeteo de algo que traía en las manos, debía ser un arma, quizá solo su imaginación lo estaba traicionando en ese instante, su corazón latía demasiado rápido y su respiración se agitaba, o estaba listo, aún no.
— ¡ah!, me enteré de algo muy divertido, ¿quieres escuchar esa historia? O mejor... ¿quieres contármela?, pensé que no serías capaz y mírate, ahora eres la cabeza de este lugar, querido patriarca, habla conmigo, yo no muerdo...
Por un momento estaba decidido a salir y enfrentar al causante de sus males pero algo le decía que no era lo correcto, que aún no era tiempo, quizá y ese algo debía tener razón pero nunca había escuchado mucho de lo que le decían a excepción de las palabras del viejo Shion, pero eso ya no tenía mucha importancia, no ahora que tenía otro dilema. Aún estaba con los ojos cerrados pero él estruendo de algo clavándose en el suelo, justo al lado suyo le hizo abrir los orbes verdes de golpe y ahí, frente a él estaba Kanon.
—Te encontré — sonrió con malicia mientras retiraba la máscara y la lanzaba lejos para acercar su rostro a la estupefacta expresión de Saga — ¿le da gusto verme de nuevo, querido patriarca?
Mudo y sorprendido por verlo... por verlo portando una armadura que no había visto en el santuario o mejor dicho, no pertenecía a este, sino más bien al escondido y alejado mundo acuático dónde Poseidón, rey y Dios de los mares rige, no dijo nada, simplemente se perdió en aquellos ojos que lo miraban sin recriminarle más que el hecho de haberlo encerrado como algo sin valor en aquella roca pero que en el fondo sonaba como agradecimiento.
Y despues de un largo rato en aquella extraña posición, el mayor vió como su pequeño hermano se alejaba para perderse en la oscuridad del templo principal para luego desvanecerse como espuma de mar y no sería hasta mucho despues que lo vería de nuevo para decirle cuanto lo había extrañado y cuanto, a pesar de todo, lo amaba.
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culpo al fan-art de la multimedia.y me disculpo pero me estoy quedando sin ideas y el insomnio no ayuda, en fin, gracias por esperar la actualización, prometo no dejarlos mucho tiempo de nuevo.
Dan R