31. Marcas (Milo x Camus)

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Athena les había dado vida nueva, una vida que posiblemente ninguno de ellos desperdiciaría, ahora que había paz nada les impedía ser felices, dentro de la onceaba casa, un par de caballeros tomaban vino y charlaban un poco, sin rencores, sin remordimientos, como si en verdad hubiesen renacido puesto que, a pesar de sus errores ellos se seguían amando, total, era su destino.

Todo aquel ambiente era hermoso, pacifico, inefable, al menos hasta que Camus giró su rostro, cuando eso sucedió, el espanto y la sorpresa se instalaron en el moreno rostro del octavo guardián pues en su cien derecha yacía una pequeña marca, una cicatriz de rojizo color que se veía tan dolorosa que no pudo evitar entristecer la mirada.

Se acercó al contrario y alzó el rojo cabello para mirar bien aquella marca ante la sorpresa de Camus quien solo se dejó hacer, mientras examinaba con la mirada aquella huella, a su memoria volvió aquel encuentro en las puertas de la sala gemela en el templo de virgo, su corazón se estrujo y solo pudo lanzarse a abrazarle con todo el amor y cariño que podía demostrarle.

-Perdóname - le susurró al oído - estaba tan molesto contigo que no pensé en las consecuencias, me dolió verte así pero mi rabia era mayor. 

Aquel muchacho de ojos de rubí, escuchaba atentamente la melancólica voz de su compañero, solo pudo acariciar esos rebeldes cabellos con cariño. 

-Ya no importa - dijo en voz baja, en un intento por consolar a Milo, pero sus intentos no surtieron efecto, el acelerado corazón del que yacía en sus brazos no paraba de latir como un loco. 

-Te lastimé

Sonrió de manera triste al recordar el enojo en su rostro, la decepción en sus ojos y el dolor en su propio cuerpo, pero no podía recriminarle nada, no cuando el se sentía fatal por aquello, no cuando se sentía indigno de aquel perdón que le habían otorgado, por aquel amor que ahora le demostraba tan abiertamente y del que no se sentía merecedor, no obstante y siguiendo a su corazón se dejó llevar y le abrazo con tanto amor que por un momento renunció a su apodo, a su entrenamiento, a su constelación e incluso a su vida. 

- Y aún así, estoy aquí, contigo - su voz estaba a nada de quebrarse en mil pedazos. Resistió. 

-Te dejé marcas dolorosas - Milo ya ni siquiera sabía si su voz se escuchaba o no, tenía la cabeza oculta en el cuello del pelirrojo y lloraba. 

-Y aún así, te amo

Esas palabras lo calmaron, era cierto, lo amaba y era correspondido, no hubo más palabras, solo se quedaron así, abrazados, esas marcas eran parte del pasado, de uno que quizá no querían recordar sin embargo era parte de ellos como ese sempiterno amor que no tiene un fin. 


🦂❄️
Culpen al fan art de la multimedia.

Dan R 

Love, Hate, dead and saintsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora