Suk Ahn.

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Jin y Yoongi no han hablado mucho desde esa ves que el castaño llegó noche. El pelinegro se dormito en el sofá y cuando pudo reaccionar se dió cuenta que Jin ya estaba recostado en la cama, aunque estaba molesto con el, Yoongi no le dijo nada ni tampoco le reclamo.
A la mañana siguiente Jin no le hablo, ni dirigió su mirada furtiva hacia el como otras veces, solo se veía pensativo mientras el se bebía su café y comía su desayuno.

Toda la semana Yoongi estuvo al pendiente de el aunque su esposo no lo notará. El pelinegro se dió cuenta de que la bolsa de dulces favoritos de Jin seguía intacta, cuando Yoongi sabe la manía que tiene el castaño de comer uno o dos veces al día. Sus camisas ya no huelen a lavanda, esa fragancia natural que desprenden las bolsitas que Jin guarda en el closet.

Ayer que estaba buscando unas cuantas hojas sobrantes para trabajar, en el cuarto vacío. Se percató que Jin no a leído sus libros favoritos desde hace varios días.

Yoongi creé que ya los a leído tantas veces que ya debieron de haberle aburrido. Hizo una nota mental para comprarle uno nuevo.

Esta semana a sido tan silenciosa y pesada. Ama la tranquilidad y el silencio pero Jin no le ha pronunciado palabra para nada y eso le está empezando a inquietar de verdad.

—¿Estás bien? —Cuarenta minutos así, en completo silencio, solo escuchando sus suspiros suaves y el ruido de los cubiertos. Yoongi ya no pudo aguantarlo mas— has estado muy callado. ¿Enfermaste de nuevo?

Yoongi volvió su mirada al plato pareciendo sereno esperando le responda, pero al volver la mirada hacia Jin su ceño se frunció en molestia. El castaño seguía mirando hacia un punto ciego totalmente perdido en sus pensamientos sin dejar de mover la cuchara en su taza de café tibio. ¿Acaso no le estaba escuchando? ¿O es que le estaba ignorando a propósito?

—Jin. —La voz grave de su esposo llamándole con severidad le hizo reaccionar. Y sin saber la razón exacta, Jin se sintió sorprendido—. Te estoy hablando. ¿No me escuchaste?

—Ahh.., —Nego con un leve sonrojó en sus mejillas. Es que era verdad que no le había escuchado— No, no te escuché. ¿Quieres algo?

Jin trago nerviosamente al escuchar el suspiro pesado y el— ¡hmp! —de Yoongi al terminar de beber su café. El también le dió un sorbo al suyo pero ya estaba un poco frío cayendo en cuenta de que estaba pensado demasiado en eso. Estaba siendo muy obvio si su esposo que siempre a parecido ajeno a el, ya se percató de eso.

Jin espera que se levanté de la mesa y le diga que ya se va. Pero Yoongi no lo hace, sigue sentado en la silla, lo ve como teclea rápido en su teléfono como su ceño se frunce y como se humedece los labios lentamente. Yoongi alza de pronto la mirada de su teléfono cruzandose con la de Jin.

—Estas muy distraído. —Dijo Yoongi aprovechando tener la atención de su esposo—. ¿Algo está mal, te preocupa a algo?

Jin negó. Pero no dijo nada más, en su rostro se reflejo de nuevo esa tristeza que se empeñaba a hacer suya y sus ojos húmedos se volvieron a su taza de café. Maldita sea, algo le sucedía a su esposo y Yoongi sintió de pronto un desespero que le araño el pecho. Demasiadas cosas pasaron por su cabeza, muchas de ellas terminaban en una trágica escena. Yoongi estaba pensando lo peor, temía que Jin se hiciera daño o que le abandonará por fin de tantas veces que le vio decidido.

Eso le hizo sentir un frío en la nuca y temiendo que sucediese alguna de esas, se levantó de la silla rodeo la mesa y abrazo a su esposo por detrás dejando su barbilla en el hombro de Jin.

—¡Yoon..! —el castaño se incómodo y trato de apartarse. No estaba de humor para el sexo matutino.

—Pasado mañana es tu cumpleaños. —Dijo Yoongi con suavidad, afianzado más el abrazo.

SMERALDO (sujin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora