Una Bestia también Necesita ser Amada.

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Transcurrieron tres semanas antes de que Jin tuviera ganas por hacer otra de las cosas que su psicólogo le recetó para ayudar en su tratamiento.

El ejercitarse.

Le dijo que el agregar al menos media hora de ejercicio a su día, le ayudaría a empezar a sentirse mejor. Ya que al ejercitarse con regularidad empezaría a aliviar su depresión, pues su cerebro liberaría las endorfinas que le ayudarían con la sensación de bienestar.

Así se lo aprendió y lo repitió mentalmente todos los días frente al espejo tratando de animarse. Pero no le fue fácil. En realidad estas semanas han sido muy duras para él pues aún se siente muy débil y cansado.
Su mente le cansa, le abruma. Ha intentado controlarse pero ya ha pasado por dos crisis de ansiedad en estos días.

Está mañana se despertó con el teléfono en la mano y se extraño muchísimo al creer que lo había dejado en la mesa de la sala de estar y no en su habitación. Al parecer sigue olvidando pequeñas cosas o pensamientos y recuerdos. Pero eso es por estar depresivo, así le dijo él psicólogo.
Inconscientemente estuvo cargando el teléfono en su bolsillo o teniendolo cerca de él todo el día, pues creía que él médico le llamaría. Pero al recordar que no sería así ya que le dijo que estaría muy ocupado, se tumbó en la cama de nuevo y las ganas de salir a ejercitarse se le esfumaron.

Pensó en Hoseok y en aquella última vez que se vieron y que lo llevo a comer. Él le escucho atento mientras le contaba sobre lo difícil que fueron sus primeras sesiones y que le estaba siendo muy difícil continuar.

Hoseok le agarro de la mano y le dijo que estaba orgulloso de que aún si le estuviera siendo difícil, no dejara de intentarlo. Y entonces como si aquello le hubiera dado ese brote de animosidad y esperanza que necesitaba. Se levantó de la cama, se vistió ropa deportiva, se puso los tenis y salió a correr con la puesta de sol.

Inicio primero dando un paseo tranquilo por las calles cercanas a su colonia, respirando profundo y sintiendo su pulso lento, sin alteraciones. Llegó a un parque muy conocido de la ciudad y ahí empezó con un poco de calentamiento y luego comenzó a correr a su propio ritmo.
El parque era demasiado basto con grandes árboles y bellas vistas al centro de la ciudad. Precisamente era conocido por ser apto para venir a ejercitarse. Se encontró a otros más corriendo y eso le dió un poco de confianza y para cuando se dió cuenta ya se había hecho casi dos kilómetros corriendo.

Se detuvo a descansar cerca de la entrada al parque, bajo la luz de una lámpara. Respirando agitado, con el corazón acelerado y sudando por completo. Extrañamente se sintió muy bien así, hizo un gran esfuerzo físico y lo había disfrutado bastante.

Echo su cabeza hacia atrás y se sonrió sintiendose demasiado enérgico. Las endorfinas estaban haciendo su magia, tanto que incluso decidió volver a casa caminando.
Por lo tanto, luego de descansar un par de minutos. Jin camino tranquilo por las calles céntricas de la ciudad sintiendose cómodo, sereno y con la mente en paz. Fue su primera vez corriendo y de verdad le había hecho sentir exelente. Sonrió al pensar en ver pronto a Hoseok y contarle sobre esto.

Al momento de que iba a cruzar la calle, Jin se detuvo en seco, al igual que su corazón. Se puso rígido y su estómago se tenso cuando cayó en cuenta de que la persona que estaba parada del otro lado de la calle, era Yoongi.

—Es Yoongi... —susurro.

La última vez que se vieron y que Yoongi le acuso de serle infiel, se le vino a la mente removiendole sentimientos amargos y dolorosos. Porqué aún se sentía impotente por eso por no poder defenderse y lo peor, es que él pelinegro no se encontraba solo.

Ella estaba con él.

Y verlos así, le hizo sentir tan jodidamente mal. Como si un balde de agua helada le callera encima, logrando aturdirlo. Porque no hacía falta intuir ya nada, para que Jin tuviera la certeza de que entre Yoongi y ella ya habría sucedido algo más. Podía jurarlo con solo verlos del otro lado de la calle, podía sentirlo como un sabor amargo retorciendole las entrañas. ¿Y ese se supone que debería ser el actuar de alguien quien dice estar arrepentido y buscando ser perdonado?. Abrumado, bajo la mirada sintiendo su corazón acelerarse y sus manos empezaron a temblar, todo su cuerpo. No pudo seguir viéndolos.

SMERALDO (sujin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora