Te amo y te quiero, no es lo mismo.

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—¿Ne... necesitas algo? —Jin tenía rato ya, mirando las fotografías de Yoongi y de su pequeño hijo. Sentado a la orilla de la cama, cuando Yoongi entro irrumpiendo sus melancólicos recuerdos.
—¡Yoongi! —El pelinegro ya no tiene su abdomen perfecto como la primera vez que lo vio desnudo, pero aún así Jin se a asombrado y sigue los movimientos de su esposo quien parece desesperado por arrancar los pantalones de sus piernas.

—s-si, si vas a cambiarte... mejor me voy y...

—ven acá... —salio de sus labios como un leve gruñido provocado por sentir la sangre caliente correr de nuevo por sus frías venas. Esa sensación si le gusta. Yoongi no está midiendo sus fuerzas, pues Jin a sacado un jadeo cuando su esposo lo tomo de sus caderas pegandolo a su cuerpo.
Lo a girado bruscamente quitándole el mismo el suéter gris que llevaba puesto, agradeciendo porque solo traía eso puesto.

El cuerpo de Jin es hermosamente perfecto, sus labios carnosos, sus ojos castaños tan expresivos, su estrecha cintura, su piel tersa. Todo en el sigue igual como cuando estuvieron juntos por primera vez. —¡Jinnie! —de los labios de Jin se a escapado un pequeño asombro—. ¡Jinnie, te extraño! —penso que Yoongi jamás le volvería a llamar de esa forma.

Yoongi siente que los labios de Jin le queman su fría piel dejándole una sensación de calidez dentro suyo. El castaño aturdido solo se deja besar por el y no opone a que el pelinegro desate sus pantalones y se los quite.
El pecho de Jin sube y baja muy rápido está preocupado y asustado. Sus labios entre abiertos reciben los labios y la lengua caliente de Yoongi. No sabe porque se siente indefenso estando semidesnudo frente a el, el chico que le juro amor leal hace tiempo y el que fue padre de su hijo. El pelinegro se ha vuelto distraído con el tiempo y por más que mira los ojos de Jin no puede ver toda la confusión que se asoman de ellos, el está fascinado, emocionado y tan exitado. Porque podra volver a tocar a su esposo Jin sin buscar excusas como hace dos semanas que le pidió que le diera un masaje en el cuello para calmar el dolor que no tenía.

Lo a extrañado mucho.

El corazón de Jin late muy rápido y evita mirarlo mientras Yoongi le quita sus boxers y cierra sus ojos mordiendo sus labios al oír que el pelinegro hace lo mismo.

—No... No quiero esto... —la adrenalina a hecho que no mida su fuerza y las manos de Jin pegadas a su pecho le estorban, y las quita enseguida sin cuidado alguno. No es que le haya tratado mal alguna ves, pero es que siempre que se trata de su esposo y su hermoso cuerpo, Yoongi se vuelve una bestia—. Yo-Yoongi no... —el pelinegro está tan exitado que no ha prestado atención a los débiles susurros de Jin—. ¡No quiero esto! —esta ves lo ha escuchado perfecto y se a detenido abruptamente sujetando las rodillas de Jin.

—¿Porque no? —Yoongi cree que a escuchado mal, en la habitación solo se escucha la respiración agitada del pelinegro y el sonar de las manecillas del reloj y si Jin no le responde de igual forma le abrirá sus piernas. Pero tampoco desea dañarlo, y vuelve a preguntar—. Dijiste que estábamos bien, —Jin se da valor y lo mira esta ves— me perdonaste y seguiste conmigo... —ambos se están mirando y hablando como debería de ser. Ya no se están esquivando— Porque así lo quisimos... ¿No es cierto?

Jin lo recuerda. Ese día estaba apunto de irse, de abandonar la casa de Seúl con dos maletas y con su hijo en brazos, cuando Yoongi impidió sus planes con su dolorosa súplica y después de verlo llorar y escucharlo mientras sujetaba sus piernas con fuerza, Jin pensó que no podía dejarlo, porque su corazón no estaba hecho para esos sentimientos y también creyó en que no podría vivir sin el, porque en este momento aún lo amaba.

Pero ahora que el mismo Yoongi le a recordado ese día, ya no duele, a Jin ya no le duele más. —Si, si lo dije... —Jin creía en ese entonces que la traición de su esposo le dolería mucho tiempo. Y se sonríe de medio lado porque se ha dado cuenta en que ya no es así, exhala tranquilo y sereno porque sus sentimientos se han aclarado y una luz brilla en la mente nublada y perdida de Jin indicándole lo que tiene hacer y no hizo hace tiempo.

Terminarlo.

—Pero ahora, ya no sien...

Yoongi lo ha interrumpido atrapando sus labios en un beso ansioso y profundo, el pelinegro pudo darse cuenta de su cambió y sintio miedo por segunda ves en su vida. Miedo de las palabras de Jin.

Jinnie no hemos estado juntos, por dos años —remojo sus labios al terminar el beso— Me haces falta —bajo hasta su cuello y dejo un pequeño beso en el— mucha falta...

Cuando Jin le a mirado a los ojos, su decisión de terminar con el. Se ha derrumbado hasta los cimientos porque esa mirada felina, esos bellos ojos negros eran los mismos que miraba cada día en el bello rostro de su pequeño hijo. De nuevo Jin piensa que no podría alejarse realmente de su esposo Yoongi, el recuerdo de su hijo no lo deja.

Entonces Jin ya no fuerza más su cuerpo y abre sus piernas para el, pasa saliva nervioso al sentir como se termina el espacio entre sus cuerpos y cierra sus ojos desviando su rostro a un lado para no verlo mientras el pelinegro termina de penetrarlo.

El sonido de las manecillas del reloj es opacado por el rechinar de la cama y los gruñidos y jadeos de Yoongi.

El sonido de las manecillas del reloj es opacado por el rechinar de la cama y los gruñidos y jadeos de Yoongi

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Jin abre sus ojos lentamente y mira hacia su leal reloj. Aún es muy temprano y lleva su mano izquierda para tallar sus ojos, los balbuceos de Yoongi dormido a su lado le toman por sorpresa y entonces puede darse cuenta que su esposo está abrazando su cuerpo y ha subido una de sus piernas blancas encima suyo, como siempre lo hizo.

Se siente mal, no sabe porque. Pero Jin no puede evitar sentirse mal con el mismo ¿Pero porque? se dice Jin. El cuerpo de Yoongi y sus manos rozando suavemente su cintura desnuda le incomodan y sale de su lado de la cama con cuidado para no despertar al pelinegro a su lado.

La tarde de ayer, cuando Yoongi le dijo que le hacía mucha falta, estuvieron juntos de nuevo desde ese día que le perdono su traición y Jin se dió cuenta de todas las ganas que su esposo siempre se aguantó, porque no solo fue ese encuentro.
Yoongi tuvo las suficientes fuerzas para continuar hasta el anochecer y terminar ambos rendidos pasada la media noche.

Jin piensa que el cuerpo de su esposo es engañoso, ya que es delgado y pareciera no tener fuerza suficiente, y se sonroja hasta las orejas porque es todo lo contrario. Yoongi es todo un semental en la cama.

Abre la llave del agua y mete uno de sus pies y poco a poco se posiciona debajo de la regadera. Desliza sus manos por todo su cuerpo mojado y se detiene justo en su abdomen bajo. Le da vergüenza admitirlo pero, el también extrañaba estar con Yoongi.

¡Jinnie! —el pelinegro le ha tomado por sorpresa y da un pequeño salto al sentirlo detrás suyo. El agua está tibia pero aún así se le eriza por los besos que Yoongi está dejando por el cuello y la espalda de Jin.

—Te amo, Jinnie... —dice cerca a su oído y lo muerde al terminar. Jin baja la mirada y sigue las manos de su esposo, acariciando suavemente su abdomen y su pecho.

—... Yoongi...

—¿mhm?...

—Te quiero...

SMERALDO (sujin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora