Pétalos de Smeraldos y Lágrimas flotando en el Aire

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Bajó del taxi cargando con el gran ramo de smeraldos y espero de pie frente al gran edificio con fachada de un muro cortina de vidrios templados. La impresión de tal edificación le turbo un poco y por un instante lo hizo dudar en entrar, pero él hecho de jamas haber estado allí antes le iba a detener.

Nada, ni nadie podría aminorarle la rabia y el dolor que estaba sintiendo por dentro. Entro a paso presuroso y desafiante, con el corazón latíendole de una manera preocupante.

Se acercó a la recepción rápidamente y dos guardias de seguridad le siguieron. Los noto de reojo, pero tampoco ellos le iban a detener.

—La oficina del Director Min Yoongi —demando saber, aunque hubiera querido que su voz no saliera como un susurró ronco—. ¿En qué piso se encuentra?

Él hombre joven le recibió como es debido con una amable sonrisa, y una leve reverencia.

—Bienvenido —le saludo echándole un rápido vistazo al castaño y enseguida a los dos guardias de seguridad atrás de él—. ¿Me puede decir cuál es su nombre?

—¡Eso que importa! —exclamó impaciente. Estaba perdiendo el tiempo allí más de lo que quería.

Los guardias se alertaron.

—¿Hay algún problema? —pregunto uno de ellos para él recepcionista. Cualquier escándalo o persona que no pertenezca a la empresa, deberán sacarla del edificio—. ¿Sr...?

Jin se iba a girar y gritarles que se fueran al demonio pero fue él mismo joven recepcionista quien les indico que todo estaba bien, que no hacía falta de su apoyo pues al verle las flores al castaño creyó que sería solo un joven repartidor.

—Bien, supongo que vienes a hacer una entrega —le dijo, Jin se volvió a él con el pulso tenso apunto de colapsar de rabia—. ¿Quieres decirme para que departamento se dirigen?

Jin cerro los ojos y exhaló tenso. Ya tenía suficiente de esta tontería.

—¡La oficina de mi jodido esposo Yoongi! —grito ya harto, perdiendo los modales—. ¡¿Cuál es?!

Él joven recepcionista parpadeo sorprendido. Y Jin noto como le miro estupefacto de arriba a abajo con un gesto como si no se creyera lo que acaba de escuchar, como si se viera ridículo, y poca cosa como para ser el esposo del Director de la empresa y eso le hizo tragar saliva.

—Ah... si, ¿Usted es.., él esposo del Director? —Jin rodó los ojos y gruñó impaciente—. ¡Ok, ahm una disculpa! —le hizo una reverencia mas marcada como disculpa por no haberlo reconocido y por hacer una pregunta tan obvia—. Pu..puede pasar —le extendió el brazo—. Adelante es en el séptimo piso, en la segunda puerta...

Jin continúo con paso enérgico hasta los elevadores, se subió a uno y apretó el botón número 7 que lo llevaría hasta ese piso.
Mientras iba subiendo, sintió un dolor agudo en su pecho, como una espina clavada en su corazón que le hacía jadear como si de pronto le estuviera faltando el aliento.

Al abrirse las puertas sintió algo gélido deslizarse por su espalda, sus ojos se le humedecieron y sus piernas no le obedecieron. No pudo dar ningún paso.

Se estaba arrepintiendo de haber venido en busca de Yoongi.

Pero basto con volver a ver el bello azul de las flores smeraldos en sus manos, para sentir de nuevo aquella oleada de rabia en su interior. Entonces salió y decidido se dirigió hacia la oficina de su esposo, haciendo acopio de todas sus fuerzas para no echarse a llorar antes de verlo, valiéndose de ese sentimiento de rabia para no echar marcha atrás.

SMERALDO (sujin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora