Dulce café.

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[Una semana después]

Luego de pasar meses trabajando a su lado, corriendo de tras de él de un lado para otro tratando de anticipar todo, incluso antes de que él lo pidiera. Llegando a entender sus disgustos, sus silencios tensos y prolongados  sabiéndose de memoria sus gestos, sus miradas severas hasta sus ¡hmp! Que exclamaba sin darse cuenta cuando estaba cansado o realmente hastiado de algo.
Para ella no fue difícil intuir que la justificación de su jefe a su ausencia de más de una semana a la empresa no era eso, si no una gran mentira.

Mentira que se reflejaba como dos marcas oscuras debajo de sus ojos, en su falta de energía, en su piel pálida, en su ceño fruncido y en su dolor de cabeza.
De aquel hombre que vio entusiasmado tratando de esforzarse para no estropear nada y emocionado por su octavo aniversario de matrimonio, ya no quedaba ni rastro.

Su jefe a quien en un principio temió por su carácter duro, antes orgulloso amante del trabajo y la perfección siempre con su actitud fría y obstinada. De su asiento no se pudo levantar en todo el día, su voz al hablar era ronca y se notaba que trataba de parecer sereno e incluso molesto como otras veces, sin embargo no tenía fuerza. Sus manos temblaban cuando le llevo las agendas del día y tampoco consiguió que esa mirada felina le viera a los ojos como siempre lo hacía cuando le asignaba un trabajo.

“Pareces enfermo, ¿estás seguro que te sientes bien?” Ella estaba allí, cuando el sr Yu, le pregunto después de que su jefe le dijera que había salido de viaje para conseguir comprar un inmueble para su esposo, oportunidad que no podría dejar pasar. Y parecía todo lo contrario.

¿Cómo debería lucir un hombre a quien la persona que ama, le dió una segunda oportunidad?

Bibi desconoce aún sobre ese tema complicado y difícil como lo es, el amor. No conoce ni a tratado a ningún otro hombre en su vida aparte de su jefe y tampoco quisiera saber de nadie más. Por ahora es sólo ella, su trabajo y él.

Supone que todo lo contrario a como él pelinegro se ve, su jefe no luce como se esperaría después de su aniversario.

¿Debía preguntarle sobre su cena con su esposo?

Francamente lo estuvo pensando todo el día y mentiría si dijera que no sintió curiosidad por hacerlo, pero se mantuvo a raya a penas Yoongi esquivó bruscamente su saludo amable por una orden inmediata de trabajo. Entendió que no le permitiría que le preguntará sobre eso.

No obstante ya es la hora libre para comer y lleva esperando a que su jefe salga y vayan juntos al comedor de la empresa como siempre lo han hecho. Lo sigue esperando después de que los demás ya han dejado el piso y solo quedan ellos.

Ya tiene hambre, mucha en verdad y del tiempo que les dan para comer ya solo le quedan menos de 20 minutos. Si no come pronto algo de azúcar, siente que se desmayara y no habrá más asistente Bibi para las cinco horas restantes de la jornada.

Antes de entrar toca la puerta suavemente dos veces, no hace falta ser tan ruidoso pues el lugar está tan silencioso. Al no recibir respuesta, abre la puerta de la oficina y entra.

Él pelinegro sigue sentado en su asiento, se está sosteniendo su cabeza con las palmas de sus manos una cada lado de su sien como si no la soportará y con sus codos se apoya sobre la mesa de su escritorio.

Ella carraspea al verlo en esa posición, pero su jefe parece que no lo ha escuchado.

—Sr Yoongi...

Se acerca más a él y puede ver qué tiene el ceño fruncido también, se ve que está doliendole demásiado. Piensa.

—Sr Yoongi —le llama otra vez y le mueve del brazo— ¿Me escucha?

SMERALDO (sujin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora