Flor marchita.

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Esto no es ético de su parte.

Jamás habría hecho semejante cosa. Invadir la privacidad de esta manera hacia una persona sin algún motivo válido es algo que se le haría pagar duramente, incluso se jugaría su cédula de médico oncólogo por está barbarie.

Pero violar la chapa de la puerta, para entrar a la casa del castaño a hurtadillas del vecindario es algo sumamente importante y necesario que debía hacer. Hoseok se canso de intentar llamarlo por teléfono sin tener ninguna respuesta de su parte, de tanto pensarlo creía verlo en el rostro de desconocidos o paseándose por los pasillos del hospital.

Una semana y dos días fueron demasiado para él. Simplemente él médico rubio ya no puede más. Necesita con urgencia saber razón de Jin, si no, creé estar seguro de que se volverá loco de angustia.

Soltó lentamente el aliento contenido en su boca al mismo tiempo que cerraba la puerta a su espalda. La oscuridad no le tomo por sorpresa, pero si el silencio, lo analizo un momento dando un par de pasos en la vivienda desconocida para él.

Camino hacia la sala de estar tratando de tener los ojos bien abiertos sintiendo una tremenda inquietud al percatarse de que aquel silencio era más que extraño. Si al menos alguno de los dos se encontrará allí, ya se habría escuchado el murmullo de sus voces o el ruido del tv pero no se escucha nada en absoluto.

“Parece que no hay nadie”

Piensa, echando un vistazo nuevamente por toda la planta baja. “¿Que pasó contigo Jin?, ¿Dónde estás?”

Entonces decide encender la luz para darse cuenta de que todo aparentemente luce normal. Todo se encuentra ahí, los muebles, algunas fotos, incluso en la cocina alcanzó a ver un par de tazas sobre la mesa.

Sin embargo en esa cotidianidad, no se puede apreciar la presencia de Jin o de su esposo. Vaya, o de que al menos hayan estado en su casa desde hace una semana. Todo parece estar en su lugar pero la capa visible de polvo a los muebles y el piso hace lucir abandonado el lugar.

“¡No puede ser!”

Hoseok se maldice soltando un exhaló de frustración. Vuelve a la sala y se sienta en el sofá llevándose ambas manos a su rostro. Lo primero que piensa es en Jin y su esposo recién reconciliados estando de viaje disfrutando de sus días en pareja lejos de Busan.

“¡Que imbécil soy!”

Vuelve a maldecirse y su mandíbula se tensa sintiendo los celos y la ira atravesarle el estómago como flechas. Él se estaba muriendo de preocupación por saber de Jin cuando seguramente él ya está viviendo esa oportunidad con su esposo, aquella oportunidad que él también le pidió y que sigue deseando.

Exhala pesado y camina hacia la puerta, ya no tiene razón para estar ahí.

Pero es el sonido de algo cayendo al suelo seguido de otro golpe seco, que lo hizo preocupar nuevamente.

—¿¡Jin...!?

Esta vez lo llama en voz alta. Importandole poco si es que él esposo de Jin pudiera encontrarse también. Algo le inquieta y le dispara el corazón cuando alcanza a escuchar el gemido sollozante de alguien. Entonces no lo piensa un segundo más y sube corriendo las escaleras hasta el pasillo a oscuras, no se detiene a buscar el interruptor si no que inmediatamente se dirige a abrir la primera puerta, encontrando solo cajas apiladas y uno que otro mueble empolvado.

Sale de ahí y se guía por el llanto del castaño, corre hasta la puerta del extremo de dónde proviene ese sollozo abriendo la puerta de un golpe.

SMERALDO (sujin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora