Jirafa de felpa

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Es el tercer y último día en que Yoongi estará todo el día en casa junto a el, y Jin siente que no podrá serenarse hasta el día de mañana lunes, cuando el pelinegro vuelva a su trabajo.

Sus mejillas se tiñen de rojo cuando recuerda que Yoongi paso toda la mañana de ayer dejando caricias en su rostro y manos, incluso tocó su pierna con su mano dejándola varios minutos en ella cuando juntos se sentaron frente a su televisor a ver la película que Yoongi dijo haber recordado mientras desayunaban rompiendo el silencio que extrañamente se negaba a abandonar la mesa del matrimonio Min.

Para la noche Yoongi de nuevo trato de acercarse y su mano fría fue a parar en el vientre tibio del castaño. Pero Jin la alejo segundos después diciéndole que estaba muy cansado y que aún le molestaba su garganta, Jin cerro los ojos sosteniendo un poco el aliento y los abrió cuando escucho el — ¡hmp! —de su esposo, al levantarse de la cama molesto y salir de la habitación.
Entonces lo soltó y respiro profundamente cerrando poco a poco sus ojos.

Pensó que ya no volvería a recostarse en la cama a su lado pero Yoongi volvió después de 30 minutos haciendo muchos ruidos como venganza hacia Jin por no dejarlo estar dentro suyo y por qué tuvo que masturbarse el mismo con sus manos ásperas dentro del frío pero limpio baño.

Está mañana Jin se levantó a las 7 en punto y no a las 7:22, cuando despertó y se dió cuenta que casi rozaba las manos de Yoongi completamente dormido a su lado.
De prisa se apresuró a esfumar las ganas que tenía por seguir durmiendo y se fue al baño para empezar su día.

Puso en un tazón los últimos gramos de harina para preparar los panqueques que a Yoongi tanto le gustan, después prendió la sartén y coloco un poco de margarina en el. Mientras cocinaba el décimo panqué Jin subió su mirada hacia el techo y en una forma curiosa y exacta, contó los pasos que Yoongi daba saliendo del baño hacia la habitación.
Al terminar quitó la sartén y coloco el pocillo con agua en el fuego, pues faltaba lo más importante.

El café de Yoongi.

El pelinegro saco una camiseta blanca perfectamente colgada del armario y saco sus pantalones negros del cajón penúltimo del mueble, antes de colocarse su chamarra negra busco del primer cajón su loción favorita, a Yoongi siempre le gustaba aplicarla en su piel cuando todavía estaba húmeda por la ducha.
Sacudió el envase de color negro pero ya no había, apretó sus labios en disgusto y sacudió sus cabellos aún mojados de las puntas y salió de la habitación para ir ala cocina.

Yoongi entro jalando la silla frente a la mesa haciendo un pequeño rechinido del fierro con el piso que hizo que Jin tensara su cuerpo porque no se había dado cuenta de que ya había bajado a desayunar y porque de los labios delgados del pelinegro no salió un "¡Buenos días Jinnie!” como saludo.

Las pequeñas burbujas se formaban alrededor del pocillo y Jin calculaba en cuantos minutos más estaría el agua para vaciarla a la taza gris del pelinegro.

Yoongi miro a Jin de espalda prestando una absurda atención al pocillo en el fuego y gruño fastidiado pues era obvio que Jin no quería verle, se puso en pie de nuevo para tomar un tenedor del cajón y frunció leve su ceño al notar como Jin se hacía aún lado. Jin se hacía aún lado por el.

Jin no quería estorbarle a Yoongi.

Jin no quería que Yoongi lo tocará.

El castaño miro de reojo a Yoongi a su lado, el chico podía sentir su mirada y aunque no le miraba sabía que estaba molesto.

Entonces Jin se volvió hacia el con la vista enfocada en la taza gris de Yoongi y no en el, ni en su vista baja, ni tampoco en el mal modo en que partía y comía los pedazos del panqué.

SMERALDO (sujin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora