Capítulo 1

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Christian

Desde la cama observo a la rubia secar su cabello y contonear sus caderas mientras lo hace. Va de un lado a otro en la habitación provocándome irritación. Vuelve al cuarto de baño y al salir lleva puesto el vestido negro que hace horas le quité sin un ápice de delicadeza.

–¿Quieres que me quedé?

–No.

Enciendo un habano y le doy una suave calada. Ella arruga el entrecejo. Si pretendía quedarse a pasar la noche en mi casa está jodidamente equivocada.

–¿Volveremos a vernos?

–No.

–¿Siempre eres así de insensible?

–¿Siempre eres preguntona?

–Eres un bastardo.

–Dime algo que no sea cierto.

Sé que desea maldecirme  y se muerde la lengua para no hacerlo.

–¡Imbécil! Sé que me llamarás.

–Lo dudo. El cheque y las llaves del auto están en la isla de la cocina, luego puedes irte.

Antes de salir de la habitación me enseña el dedo de en medio.

Que infantil.

Apago el cigarro en el cenicero, salgo de la cama y me pongo el pantalón. Levantó el envoltorio de los condones que utilice y los tiro en la papelera, por el desorden no me preocupo, ya después Gail se encargará de limpiar.

Voy a mi habitación y de camino me encuentro a Taylor parado al lado del ascensor. El tipo me ve de forma reprobatoria por lo que acaba de pasar.

Me importa una mierda.

–¿Ya se fue?

–Sí, señor.

–Ve a dormir.

Al entrar a mi habitación me deshago de la ropa y voy directo a la ducha. Al salir me pongo unos vaqueros y una polo. En la sala todo está en silencio y voy en busca de mi cena.

Una pequeña nota de mi ama de llaves se encuentra al lado del plato. No me molestó en leer el papel y va directo a la basura.

La cena me parece insípida como todo lo que me rodea. Solo buen whisky y un cigarro mejoran un poco mi mal humor.

Me levanto de la mesa y dejo el plato en el lavado. En mi estudio me sirvo un whisky, al terminarlo vuelvo a llenar la copa.

En mi portátil se encuentro un documento en blanco, enciendo otro cigarro, del estuche saco mis lentes, me los pongo no sin antes limpiarlos con un paño de gamuza y empiezo a escribir. Cerca de la media noche la botella de whisky está a la mitad, la caja de cigarros vacía y el documento con 40 páginas escritas. Satisfecho con el trabajo que hice, lo guardo y apago el computador.

El reloj marca la 11:45 pm, quince minutos más y este día de mierda se acabará y empezará otro igual o peor.

–¿Señor?–Taylor se asoma a la puerta.

Creí que ya estaba durmiendo. ¿Qué carajos hace despierto?

–¿Qué quieres?–pregunto sin verlo.

–Saber si necesitaba algo.

–Estoy bien.

Levanto la vista y él se quedó parado en el umbral sin saber que hacer.

–¿Llamaron?–preguntó después de unos minutos y ve el puto teléfono, inconscientemente yo también lo veía.

En Contra del Tiempo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora