Capítulo 28

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Anastasia


—Podría continuar así toda la noche.

Mi mirada se encuentra con la de Christian quién sonríe con picardía.

—Nada nos lo impide, preciosa.

Traza una línea con su dedo desde mi cuello hasta mi ombligo y su boca se adueña de mis pechos.  Mi cuerpo se arquea sensible a su febril tacto. 

Sus ojos son dos pozos insondables donde me pierdo a medida que se apodera de mi interior. Christian gime moviéndose con delicadeza y lentitud. Me dejo llevar disfrutando de él y expresándole mi amor en cada caricia.

Amándolo.

Adorándole.

Apreciando cada segundo de vida de mi precioso.

He perdido la cuenta de las veces que nos hemos entregado esta noche, lo que se con certeza es que cada vez ha sido más gloriosa que la anterior.

Tumbados en la cama después de ducharnos, acaricio suavemente su cabeza, tiene los ojos cerrados y como rara vez proyecta una paz absoluta.

Beso sus mejillas que han vuelto a perder su color y se hallan un poco frías. Nos cubro con el edredón y él pasa su brazo por mis hombros, atrayéndome más a él.

—Descansa.

He consumido mucha de su energía y eso puede dejarlo en cama por días. Dios, debí ser más considerada con él.

—Podría continuar así toda la noche—repite mis palabras esbozando una débil sonrisa y besa mi frente—. No te preocupes.

¿Cómo puede darse cuenta de mis preocupaciones o estar al borde de la muerte lo hace más sensible a su entorno?

Acaricia mi brazo con ternura mientras poco a poco se queda dormido. Lo observo por horas, velando su sueño que por momentos se torna tormentoso. Sus quejidos son casi inaudibles e incluso en las brumas del sueño hace todo lo posible para proteger sus manos. El temor que lo consume es abrumador y angustiante.

—Estas a salvo, Chris.

Beso una de sus mejilla y pasó con delicadeza mi mano por su suave cabello. Se queda quieto. Me tranquiliza que puedo le servir de consuelo, al menos un poco.

Despierto con el sonido de mi teléfono. Me apresuro a contestar y  evitar interrumpir el sueño de mi precioso.

—Hola, Jack.

—Hola, Ana. ¿Cómo está papá?

Su voz suena preocupada.

—Ahora duerme—le tranquilizo y me levanto de la cama.

Cubro a Christian con las sábanas y voy a encerrarme al cuarto de baño.

—¿Y tú?

—Estoy bien—suspiro pensando en muchas cosas—Espero que tú también lo estés. Chris me ha contado lo de la empresa.

—No he querido hacerlo—musita con culpabilidad.

—¿Qué pasa, Jack? Confía en mí.

A través de la línea escucho el suspiro inquietante que deja salir.

—Me han demandado por coacción.

—¡¿Qué?!

—Piensan que de alguna manera he agredido física y psicológicamente a papá para que me cediera todo el control de sus bienes. Sabes que en su condición es muy vulnerable lo que hace todo más creíble.

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