Capítulo 13

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Anastasia

—Él si es un hombre precavido—susurra Kate al momento que el señor Grey detiene la puerta para que subamos y con la otra mano sostiene el paraguas.

—Tú también podías traer uno.

Ella hace un gesto de diversión, se acomoda en la tercera fila, yo tomo asiento en la segunda y saludamos Taylor y a Jack, quién va en el asiento copiloto. El señor Grey nos indica que saquemos dos toallas que vienen en su maleta en la parte trasera del auto. Kate y yo nos empezamos a secar y él nos comenta que siempre las lleva cada vez que sale de pesca.

—Gracias, Superman—dice Kate cuando el señor Grey termina de subir nuestras compras y toma asiento a mi lado.

Reprimo una sonrisa esperando la reacción de mi jefe ante el curioso agradecimiento de Kate.

—¿Superman?—pregunta dándose la vuelta y ve a Kate intrigado por encima de la montura de sus lentes.

Otra persona estaría temblando del miedo ante esa mirada gris e impenetrable, pero con Kate eso no funciona y si lo hace mi amiga disimula muy bien.

—Es por los lentes—contesto y Kate sonríe.

Él vuelve a girarse analizando mis palabras. Taylor enarca una ceja y Jack parece pensativo, minutos después se empieza a reír.

—Clark Kent usa lentes, amigo—le explica.

—Encajo más en el perfil de Bruce Wayne.

—Eso quiere decir que es un excéntrico millonario que vive siempre rodeado  de mujeres—comenta Kate con perspicacia.

—Quizá excéntrico millonario, rodeado de mujeres lo dudo. Mi corazón le pertenece solo a una mujer.

Su respuesta me deja perpleja, a Jack y a Taylor también. Ambos lo miran por el espejo retrovisor sorprendidos. El señor Grey se quita los lentes para guardarlos en el bolsillo interior de su chaqueta sin expresión alguna en su rostro y con su mirada tan fría como el hielo.

—Y además romántico—musita Kate.

—Se equivoca, señorita Kavanagh.

—Creí que no me había reconocido—susurra ella sorprendida.

Yo tampoco sabía que la conocía. Kate mencionó que nunca lo había visto en persona hasta esa noche que fue a sacarnos de la estación de policías y ni siquiera cruzamos palabras con él. Todo lo que Kate sabe de mi jefe es lo poco que su padre le ha contado, de lo que escriben las revistas no se fía ya que carecen de credibilidad.

—Usted trabaja para el Seattle Times—contesta escueto.

—Sí. ¿Por qué nunca me concedió la entrevista?

—¿Por qué dejo de insistir?—le contesta con otra pregunta haciendo que Kate frunza el ceño.

Jack ve intrigado y a la vez molesto, supongo que a ninguno de los dos les agrada conceder entrevistas.

—Mi padre me lo recomendó.

—Muy sabio de parte de Eamon. Contestando a su otra pregunta, no me agrada conceder entrevistas. Es tedioso contestar una serie de preguntas poco elaboradas y predecibles, además los de su gremio nunca han sido amables conmigo.

—No generalice. No todos somos así.

—No han demostrado lo contrario.

—Yo podría si me diera la oportunidad.

El tono de Kate es amable algo que agradezco y suplico con la mirada que ya no insista. Para mí es evidente que él no está de buen humor.

—Seré sincero—prosigue con cansancio—Estas últimas semanas han sido un infierno para mi y no tengo la energía para lidiar con una entrevista, ni ahora ni en un futuro.

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